265 Un pequeño trato

Cuando Wolfe volvió a bajar, todos en la habitación le dirigían miradas extrañas, las cuales él atribuyó a la anciana que faltaba, quien actualmente disfrutaba del mejor sueño de su vida.

Pero ese no era el caso.

La joven bruja que acababa de despertar había descubierto que la inscripción de [Levitación] que él le había dado podía ser usada en sí misma, y ahora estaba en el techo con una bandeja entera de galletas.

—Supongo que podrías bajarla de ahí antes de que se haga daño, ¿no? —preguntó uno de los hombres con una mirada avergonzada hacia la escalera que habían intentado usar para alcanzar el techo, la cual ahora estaba junto a ella sobre las tejas.

—Con un gran poder viene una gran responsabilidad. Pero el hechizo sigue activo. No se caerá del techo. Si acaso, si se saliera, flotaría suavemente hacia abajo hasta que por su propia voluntad volviera a subir —respondió Wolfe.