La caminata en silencio continuó entre los dos.
Después que su interacción decayó, ni Rey ni El Oráculo dijeron otra palabra. En cambio, la primera mantenía su mirada hacia adelante y el segundo la seguía en cada movimiento. El paisaje alrededor de ellos también seguía cambiando.
Rey no hizo más preguntas, evitando que su impaciencia le ganara esta vez. Sabía que era mejor no decir nada problemático.
Esto continuó hasta que, una vez más, El Oráculo se detuvo.
—Hemos llegado...
Rey fijó la mirada más allá de El Oráculo, observando el espacio que ella miraba. Fue entonces cuando lo vio—una puerta en medio de la nada.
Era actualmente un paisaje desértico, así que la arena seca giraba alrededor de la puerta, sus granos golpeándola mientras danzaban en el aire.
—Ella está más allá de esa puerta —El Oráculo señaló, indicando que Rey avanzara hacia el lugar.
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