—¡Esto será demasiado fácil! —exclamó con confianza.
Los ojos de Adam se abrieron como platos mientras alzaba su espada sobre su cabeza. Nunca había apuñalado a alguien, pero había visto suficientes películas violentas como para saber cómo se hacía. Solo tenía que clavar la daga en el pecho de Adonis, y al parecer, la hoja haría el resto del trabajo. Adam podía sentir cómo se le formaba saliva en la boca. Ya fuera porque estaba salivando o simplemente era una señal de nerviosismo, era imposible de determinar. Sin embargo, una cosa estaba clara...
—¡Tengo que hacerlo! —Adam ya había tomado una decisión. Sus ojos emitían una mirada asesina para representarlo, y fortaleció sus músculos mientras se preparaba para el empuje.
—No es nada personal, Adonis... —murmuró, aunque su amplia sonrisa contaba una historia diferente.
—... ¡Solo tengo que hacerlo! —~WHOOOOSH!~
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