Ian entrecerró los ojos hacia donde Tomás estaba mirando y luego volvió a mirar a Elisa. —Pronto estaré ahí —le prometió y Elisa asintió con la cabeza con una sonrisa en sus labios.
—Sé que no puedo matarte pero, ¿te gustaría ver cuántas veces te convierto en cenizas hasta que abandones este mundo para siempre? —Los ojos rojos de Ian brillaron al notar el miedo que surgía en los ojos de Tomás.
—Espera... espera —La sonrisa de Tomás vaciló—. No vas a matarme tan rápido, ¿verdad? ¿Aún quieres saber quién me envió aquí? Lo conozco. He visto al Señor Hechicero Oscuro.
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