Elisa cerró los ojos al recordar que Carmen había muerto frente a sus ojos. Intentó no pensar ya que el recuerdo podría desencadenar muchas de sus emociones que podrían activar su poder. Ver a Ian más cerca la ayudaba a controlar sus emociones y estaba agradecida de que en momentos como esos Ian nunca fallaba en aparecer.
Ian tocó sus mejillas, como si intentara transmitirle su calor, que era lo que más necesitaba —dijo él—. ¿Por qué te disculpas?
No hice caso a tus palabras, pensé que todo estaría bien... —susurró Elisa—. Vi una sombra de la muerte otra vez desde unos palillos de tejer que encontré en la habitación de Vella. Pensé que debía ayudar, pero no debería haberlo hecho —apretó sus manos juntas—. Ahora sé que lo que hice solo empeoró la situación.
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