—¿Mi señor, está bien? —Diana sostenía a Rafael en sus brazos cuando cayó del cielo.
Ella estaba sentada en su habitación y contemplaba cómo debía acercarse a él después de lo ocurrido.
Cuando vio su ventana firme, ambos estaban volando. Sus ojos se abrieron y corrió hacia la ventana para ver que Hazel lo estaba empujando hacia abajo y apretó los dientes.
Más que sorprendida, estaba molesta. Pero esta era su oportunidad. Le mostraría a Rafael quién lo amaba y quién quería matarlo.
Corrió hacia el jardín donde estaban luchando. Estaba segura de que si le salvaba la vida, él olvidaría la discusión que habían tenido.
Justo cuando llegó allí, Rafael ya estaba cayendo al suelo.
Abrió sus brazos con la intención de sostenerlo. Siempre podría acusar a Hazel más tarde. Debería parecer que ella estaba más preocupada por Rafael.
Pero antes de que pudiera sostenerlo, él cayó sobre sus propios pies. No sabía por qué sentía que el viento lo sostenía y aseguraba que no se lastimara mucho.
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