La conversación de Alicia con Paulina no dejaba de repetirse en su cabeza mientras caminaba por el pasillo para unirse a los demás para la cena. No se había dado cuenta de cuánto tiempo habían estado hablando hasta que una criada vino a pedirle que se preparara para la cena.
Después de escuchar todo lo que Paulina había dicho, ahora estaba segura de que había algo más en la Princesa Ámbar de lo que se veía. Tenía que haber algo.
Según Paulina, la Princesa Ámbar siempre se mantenía para sí misma y nunca replicaba ni reaccionaba cuando la Señora Grace les faltaba al respeto, ni siquiera cuando la Señora Grace la golpeaba. Tampoco había defendido a Paulina cuando la mujer había decidido desahogar su ira con la pobre criada. Siempre se quedaba ahí parada, mirando a la mujer con una cara de piedra.
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