Dejando a la Reina Madre por sus deberes, Clara mantuvo su compostura mientras avanzaba con paso firme.
Desde el momento en que se enteró de las indeseadas noticias de que Darius aceptaba una alianza matrimonial con un ebodiano, ya estaba internamente hirviendo de molestia. Y para empeorar las cosas, el hecho de que aparentemente él hubiese encontrado a su pareja significaba que la colina que tenía que escalar acababa de volverse más empinada.
—Buen día, Alfa Clara.
—Saludos, Alfa Clara.
Caminando por los pasillos, todos los que pasaban por su lado le mostraban su máximo respeto y adoración.
Como de costumbre, Clara les devolvía su sonrisa típica y saludo, mostrándoles su acostumbrado comportamiento a pesar de sus sentimientos actuales. Siempre que el pasillo estaba vacío, inmediatamente apretaba la mandíbula, sus dientes rechinando mientras pasaba de largo.
—¿Qué demonios se supone que haga...?
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