—¿Qué pasa con las paredes? —preguntó Rosalind cuando los demás se fueron.
—Sobrevivirán. ¿Dónde conseguiste esa flecha?
—El Sr. Montgomery me la dio —dijo Rosalind—. Es una
—Maldita. Puedo verlo. —Se apoyó contra la mesa y la miró fijamente—. Fuiste capaz de absorberla.
—Sí —parpadeó ella—. ¿De verdad dejaste las paredes?
—Pueden manejarlo.
Rosalind sonrió.
—Entonces… ¿viniste aquí porque
—Por ti.
—Oh… ¿me necesitas en algún lugar? —estaba a punto de devolver la flecha cuando Lucas le agarró la muñeca—. Lucas
Entonces él tomó la flecha de su mano. La sostenía como si no fuera un arma maldita.
—Podría herirte —dijo ella.
—Podría. —Miró la flecha como si fuera la pieza de equipo más hermosa que había visto—. Te tengo a ti. No tengo que preocuparme por eso.
Eso la hizo sonreír.
—¿Viniste aquí para apreciar la belleza de una flecha oxidada?
—Vine a verte a ti.
—Nos acabamos de ver hace unas horas.
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