—Ahora que has dicho estas cosas, mi corazón está más tranquilo, y sé que no traicioné a mi príncipe al mentirle sobre si te vi allí o no —dijo Lucas antes de abrir mucho los ojos.
—Princesa, ¿por qué estás sentada en el suelo? No deberías estarlo —rápidamente la ayudó a levantarse, y ella sonrió tímidamente.
—Honestamente, estoy feliz de que estés a su lado. No necesitas preocuparte por nada. Aunque nadie en este palacio o reino te apoye o confíe en ti, siempre tendrás mi apoyo —Lucas le sonrió.
—Gracias por todo lo que has hecho por mí, señor Pabalo —Elliana sonrió sosteniendo su mano entre las suyas en agradecimiento de que no la iba a delatar.
—¿Y exactamente por qué estás agradecida? —escucharon una voz fría, y Lucas y Elliana se volvieron hacia Sebastián, que estaba de pie en la entrada de la habitación.
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