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Eres un monstruo

Narra Kemal

Un profundo silencio fue lo que recibí en respuesta, pero no me iba a dar por vencido. Ella estaba mintiendo y lo pude percibir en su lenguaje corporal. Sus manos se movían, sus mejillas se tiñeron de un color leve rojizo y sus ojos en ningún momento buscaron encontrarse con los míos, al contrario, ella estaba intentando en todo momento escapar de mi intensa mirada de curiosidad.

—Responde— pedí de manera desesperada. Sus hermosos ojos marrones me miraron con frialdad y negó varias veces con la cabeza.

—No, no era tuya —respondió ella y los latidos de mi corazón dejaron de martillear en mi pecho—. Era de Emir. Cuando me acosté con él quedé embarazada y tuve una pérdida espontánea. Ni siquiera pude conocerla.

Algo me hizo tranquilizar, pero no por mucho tiempo porque mi mente recordó cuando dijo que él no lo sabía. ¿Por qué?

—¿Por qué él no lo sabe?— cuestioné con desconfianza, era obvio que mentía, la conocía demasiado bien—. ¿Por qué mamá me dijo que sólo era una amiga y no tu hija no nacida? Creo que tu intención es esconderme lo que ya sé. ¿Crees que soy un tonto?

—Eso no te importa — farfulló y rodó los ojos —escucha, te agradezco que me hayas regalado un poco de tu tiempo en acompañarme al cementerio, pero eso no te da el derecho de entrometerte en mi vida, Kemal.

—Era nuestra, no intentes negarlo. No seas cínica. Ya no me mientas más.

—Y si así fuera, ¿qué importa ya?— cuestionó exasperada— nunca hemos tenido nada en común, ni la sangre, ni mi hija, ni el amor que decías sentir por mí.

Todo lo que dijo era porque estaba dolida por como la había tratado la noche anterior, por eso no me tomé a pecho sus palabras hirientes.

—Me importa más de lo que imaginas. Ella era mi hija. ¿Qué fue lo que pasó?

—No quiero hablar contigo. No eres quien para cuestionarme y menos en este momento de dolor. ¿No te das cuenta que quiero estar sola?— se movió de un lado hacia otro, mostrándose inquieta como si quisiera escapar de mí, así que intentó salir de mi campo de visión y caminó con rapidez adelantándose, pero no la dejé escapar. La tomé del brazo con delicadeza y ella volteó la cabeza. Sus ojos estaban rojos e hinchados por todas esas lágrimas que había derramado y sus ojeras remarcadas debajo de sus párpados me demostraban el dolor que padecía, el cual se reflejaba, sin importar la intención de ocultarlo.

—No seas inmadura, no tiene nada de malo. Creo que tengo derecho de saber qué pasó y porqué no me lo dijiste—insistí— no llores.

—Debes entender que no quiero hablar ahora, solo necesito un momento a solas. ¿Es demasiado pedir?

—No quiero dejarte sola, Nürbahar.

La solté levemente y adelanté mis pasos posicionándome delante, obstruyendo el paso. No podía dejarla escapar y mucho menos permitir que no me dijera lo que mi interior se preguntaba.

—No era tuya... Ya déjame en paz—ordenó con voz airada y se chocó con mi brazo en el intento de zafarse de mi agarre.

(. . . .)

Narra Bahar.

El viaje con Kemal fue un completo riesgo el cual decidí correr... Nunca quise que Kemal supiera lo de nuestra hija no nacida, por eso le dije que me dejara sola, pero nunca pensé que iba a quedarse escondido escuchando lo que yo tenía para decirle.

Al principio, se volvió aún más frío, ni siquiera me observaba de soslayo, era como si yo no existiera. Pero cuando me animé a hablar fue que pudo expresar lo frustrado que él se encontraba.

Cuando el me cuestionó me puse aún más nerviosa, porque no sabía cómo manejar las cosas, yo podía mentir mirando a los ojos a otros, pero con él era distinto porque el me conocía demasiado bien.

—Gracias por todo — hablé después que pude recuperar mi compostura — discúlpame por hablarte de esa manera, de verdad no quise hablarte así, no fue mi intención.

No me miró.

—Es increíble y aterrador como me mientes en la cara mirándome a los ojos —observó y mi corazón latió apresuradamente por lo nerviosa que me puso. Pensé que iba a darse por vencido, pero no fue así, continuó hablando con una nota de voz amarga, era como si estuviera decepcionado de mí— eres una cínica, ¿cómo puedes mentirme con algo así?

Me quedé en silencio, no pude siquiera articular una palabra, dejé de respirar cuando su mirada gélida y molesta estaba puesta en mí, y él no tenía deseos de dejar de mirarme.

—Tengo derecho a saber qué pasó — suavizó la mirada, como si estuviera suplicando.

Bajé la cabeza y no pude detener el llanto.No quería hablar, porque en cualquier momento sabía que se me iba a romper la voz.

—Fue muy doloroso —pronuncié — es todo lo que diré, no me pidas que te diga más porque yo sinceramente no puedo hacerlo.

El levantó mi barbilla y sus ojos casi negros me miraron con gentileza.

—No te enojes conmigo, por favor —levanté mi mano para acariciar su mejilla y cuando me encontré con esos ojos nuevamente me volví débil ante él.

—Es que no comprendo porqué no quieres decirme. Solo quiero saber cómo murió nuestra bebé....

Sollozé al recordarlo, ojalá no lo hubiera mencionado. No sabía cómo mi corazón había soportado tanto dolor y sufrimiento.

—Te mentí, porque no podía decirte, me vi obligada a callar — mi voz era débil y llorosa — esto no es el paraíso donde puedo estar feliz. No te imaginas cuánto yo he padecido sufrimiento.

—Nunca te he comprendido Bahar, nunca comprendí por qué elegiste este estilo de vida. ¿Acaso tú...?— frunció el ceño con desconfianza tras dejar en el aire su pregunta inquisitiva.

Esperé a que terminara la pregunta.

—¿Yo qué? — mi voz sonó sofocada y temblorosa por el temor que invadió mi pecho al entender que el no estaba pensando nada bueno y que sus conclusiones eran erróneas.

—¿Tu mataste a esa bebé?— dijo— Claro, lo comprendo —rió con amargura — te deshiciste de ella así como lo hiciste conmigo ¿No es así?

Me desarmé por dentro con esas palabras que me dijo. Mis manos temblaban y aparté la mirada de la suya.

—Claro, ahora lo recuerdo perfectamente, recuerdo aquella vez que me dijiste que yo era un estorbo, que no querías estar conmigo. Supongo que esa bebé también lo fue para ti. Supongo que si ibas a casarte con Emir no podías tener nada que te ate a mí.

No quería decirle la verdad de todo, aunque me iba a seguir lastimando mucho. Lo que menos quería era que viera con otros ojos a nuestra madre. Si le decía como pasó todo estaba segura de que él nunca la iba a ver con los mismos ojos ni con el mismo cariño. Y peor aún, iba a despotricar en su contra, sin importarle la tradición. Ignoraba todo lo que pasaría, pero yo lo sabía y una vez más iba a protegerlo, aún si eso hubiera sido suficiente para destruirme por dentro.

—No dirás nada— continuó hablando con severidad y amargura, sus ojos se cristalizaron mientras vociferaba, se le rompió la voz —eres una mala mujer, eres un monstruo, un monstruo que rompió mi corazón nuevamente, no tienes alma.

—Kemal... Por favor, ya no sigas —le pedí de modo suplicante— no seas cruel conmigo, yo también siento dolor.

—¿Dolor? Tú no sabes lo que es el dolor. Tú solo usas a las personas. Desde el principio estabas enamorada de Emir y sabías que ibas a casarte con él, sin embargo te acostaste conmigo y me vendiste un sueño de una vida a tu lado, luego me desechaste cual basura inmunda— se pasó la mano por el pelo frustrado —diez años después vuelvo aquí con una mujer que me ama y tú no quieres hacer nada más que romper esta relación. ¿Sabes el efecto que...

No pudo continuar más. Sus lágrimas se derramaron y esos ojos marrones oscuros severos y con un ápice de decepción no dejaron de observarme con rencor. Me sentí expuesta y pequeña, porque una vez más supe que me iba alejar nuevamente como su familia.

—¿Sabes qué? Ya no seguiré hablando más —habló después de su larga pausa— supongo que tienes lo que mereces. Tienes una vida con Emir, pero puedo ver que no eres feliz.

Se dio la vuelta y cuando estuvo lejos fue que pude reaccionar y me deslicé lentamente en la grada, lloré hasta hipar, temblé ante su tacto severo y cruel de sus despiadadas palabras hirientes.

Él nunca iba a saber cuánto yo sufrí por mi bebé, yo la quería tener, y no había nada que deseara más que devolver el tiempo para poder hacer las cosas distintas, así la hubiera tenido en el presente, escucharía su voz y me vería reflejada en esa dulce mirada de su padre.

Mi Dafne, mi chiquita, tu mamá siempre te va amar y nunca podrá olvidarte y tu padre me va a odiar una vez más porque por una vez más lo protegí con mi vida.

Narra: Kemal.

Habían pasado seis horas de ese suceso y no podía dejar de pensar en lo que hablé con ella. ¿Que si fui cruel? Sí y no me arrepiento de nada.

No quería seguir viviendo en este ambiente tan dramático, así que estaba impaciente por alejarme de esta mansión. Había olvidado que por esa misma razón escapé cuando tuve la oportunidad. Sin embargo, no podía hacer eso porque le había dado mi palabra a Emir de que trabajaría por una temporada en la empresa de mi padre, requisitos que debían cumplirse.

Esta empresa era su patrimonio y aunque no hubiera querido más por agradecimiento cuidaría sus intereses y el patrimonio de Bahar y mi hermano Murad.

Mi corazón estaba descontrolado, pensé en esa niña, y me pregunté cómo ella pudo ser tan cruel, como pudo haber escondido todo esto por tanto años. ¿Cómo pudo haberme mentido en mis narices?

Esto me dolió mucho porque se deshizo de mí, y luego de nuestra hija, como si fuéramos basura.

Había llegado la hora de ponerle un alto y mantenerme fuerte ante los efectos de mis sentimientos. No podía ser débil, al final era yo quien terminaba lastimado.

—¿Kemal? La miré con confusión saliendo de mis pensamientos tortuosos.

—¿Sí?

—Te hice una pregunta, amor. ¿Qué es lo que te pasa?—se mostró preocupada— siento que no me prestas atención, es como si algo malo estuviera ocurriendo contigo.

—Nada— dije— solo estoy cansado.

—Pero no me estás escuchando —volvió a insistir —no me siento muy bien... Mamá llamó y dijo que se siente muy mal porque cada día mi padre y yo nos estamos alejando más... Siento que me juzgan sin sentido, me quieren hacer sentir culpable por alejarme de mi padre golpeador.

Acaricié su mejilla mientras abría los ojos de par en par al no poder asimilar tanta información dicha de golpe.

—¿Te golpeaba?—inquirí, estaba algo sorprendido y no pude esconderlo.

—Sí— afirmó en voz baja, bajó la cabeza— no te lo había dicho porque me daba mucha ansiedad y vergüenza... Me daba mucho miedo de que te alejaras de mí a causa de tener una familia tóxica.

Empezó a jugar con sus dedos, estaba algo INCÓMODA.

Busqué su mirada, agarré su barbilla y subí lentamente su cara para que sus ojos mantuvieran contacto con los míos.

—No digas eso—le pedí —no quiero que pienses que soy una persona que va a juzgarte.

—No tú, tu familia. He notado que desde que llegué tu hermano Murad no ha dejado de lanzar indirectas con respecto a mi religión.

Asentí.

—Lo que diga él me tiene sin cuidado—aseguré— además, para mí no es un problema que seas cristiana y para ellos no debería serlo tampoco, ni siquiera compartimos la misma sangre.

—No lo sé, es como si fuera el bicho raro.

—¿Quieres que nos vayamos? Porque si es así no tengo ningún problema. Lo que menos quiero es incomodarte.

—No, amor, no es eso... Solo que quería decírtelo porque me sentía inquieta. De ninguna manera quiero que nos vayamos. Sé que tu hermana va a servir de gran compañía... No lo dudo.

Me tensé ante la mención de Bahar, y recordé todas las cosas que le dije. Sin embargo era lo que merecía, no me podía sentir culpable.

—Murad parte mañana, de él no debes preocuparte —le avisé— solo intenta no prestarle atención, seguro pronto te incluirá en la familia. No pienses en tu familia ahora, solo piensa en ti y en lo que es bueno para ti. No dejes que tu familia tome tus decisiones, son tuyas y ellos deben respetarlas. Si ese hombre te pegó cuando debió protegerte es un cobarde.

—Él me golpeaba cuando no seguía sus órdenes y cuando no se cumplía su voluntad. Además, no quería trabajar en la firma de abogados porque quería ser independiente. Trabajar en esa firma fue lo peor que pudo haberme pasado, ni siquiera me daban lo que yo merecía.

—¿Tuviste que iniciar desde abajo?

—Sí, pero no me molestó, lo que me molestó fue que él fuera injusto conmigo. Es injusto porque mi hermano Samir entró con un cargo, no inició desde cero como yo. Y también pienso que es injusto porque él no me daba la oportunidad de irme lejos y crear mi propia experiencia.

La abracé a mi pecho y besé la coronilla de su cabeza.

—No te preocupes por eso, cariño, todo estará bien.

(...)

Narra Bahar

—¿Estás bien?—inquirió Gül al verme en silencio.

Respiré hondo.

—Sí—mentí— ¿Por qué lo preguntas?

Me miró con desconfianza.

—Te conozco prima—respondió— algo tramas.

—Solo estoy pensando en algo que pasó Gül, es todo.

—¿No me vas a contar?

Negué con una sonrisa.

—No—me senté a su lado y tomé sus manos— no es nada importante. Mejor cuéntame sobre ti. ¿Qué pasa con tu padre Burak? Ni siquiera me deja salir conmigo.

Resopló y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Me quiere casar con una persona de la empresa, está haciendo planes de compromiso... No sé qué hacer. No quiere que salga, me mantiene vigilada y no me deja estar cerca de ningún empleado. Supongo que mi futuro prometido quiere controlarme y ni siquiera es oficial.

—Gül, esto es lo que nos espera siempre, tarde o temprano seremos desposadas por hombres egoístas movidos por el poder.

—Si yo pudiera escapar, si no tuviera tanto miedo de hacerlo.

—¿Qué hay de Ozgur? Ustedes se aman. Pueden escapar juntos y desaparecer.

—Sí, lo amo profundamente y... Tengo tantas ganas de estar con él, pero no puedo porque si mi honor desaparece pierdo la vida. Quisiera ser como tú, quisiera olvidarme de todo y vivir este amor que arde dentro de mí.

—A pesar de que consume nuestro amor, no pude estar con él. Ahora me odia. Si quieres ser feliz, debes entender que no puedes serlo aquí.

—¿Qué fue lo que pasó? Vi que llegaste y tenías los ojos hinchados. Kemal tampoco pudo esconder que eso también lo afectó mucho. ¿Acaso ya lo sabe?

Mi pecho se estremeció de dolor y desvié la mirada recordando todo lo que me dijo.

—Lo hubieras visto, piensa que yo maté a la bebé, me dijo tantas cosas horribles. Estaba cegado por la ira.

—¿Por qué no le dices lo que pasó?— inquirió con indignación — supongo que te quedaste callada.

—No quiero que sepa la clase de monstruo que es Melek. Necesito protegerlo. Yo lo conozco y si le hubiera dicho con la ira que siente, hubiera sido cruel sin importarle que descubrieran nuestro amorío.

—No puedes sacrificarte por alguien que ha sacrificado a una persona importante en tu vida— me aconsejó, sus grandes ojos castaños me miraron con condescendencia.

—No solo lo hago por ella. Lo hago por él, por su bienestar. Kemal no sabe dónde se metió, él ignora la ira de los hombres. Cree que somos familia y que la sangre pesa más que cualquier cosa, pero la sangre no pesa más que el honor.

Silencio, se mostró inquieta y después de una larga pausa se animó a decir de forma repentina.

—¿Cómo fue tu primera vez con el amor de tu vida?—preguntó con curiosidad.

Suspiré cuando mi mente viajó a ese momento tan especial y sonreí con nerviosismo. Ella era tan tímida, tan pura y virtuosa que no sabía de lo que se estaba perdiendo.

—Vaya, algo me dice que alguien quiere dar el segundo paso— sonreí con picardía.

Reímos

—Es que cuando Ozgur me toca, tiemblo, y...—sonreí con debilidad — siento cosquillas en mi vientre.

—¿Cosquillas?—reí— es deseo, deseo de ser suya. Hacer el amor con la persona que amas es mágico. Pero solo lo sentirás desde tu propia piel. Aunque te explique cómo es cuando estés con él, te vas a sentir única. No todos sentimos igual.

—¿Cómo es?

—¿Te refieres a cómo puedes hacerlo?

Asintió observándome con atención, sus mejillas se tiñeron de un color rojizo.

—Solo sé tú misma— le dije —ya después lo salvaje sale a relucir cuando el deseo es más potente. Cuando me acosté con él, era inexperta, sin embargo, cuando el deseo se intensificó, me volví una persona distinta en cuanto a la intimidad.

Se alegró y yo sonreí abiertamente.

—Qué bueno que ya has vuelto a sonreír. No me gusta verte llorar.

—Siempre es así, Gül, estos días siempre son difíciles cada año. La diferencia es que es algo más intenso porque él está aquí con otra mujer.

—Esa mujer me da mala espina. Vi como te miraba, como si ella supiera de tus sentimientos y estuviera disfrutando tu sufrimiento.

Me puse seria.

—Lo sé, Gül, solo estoy esperando a que muestre su verdadera cara. Seré paciente, una persona no puede mantener una máscara por tanto tiempo.

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