Gabe suspiró mientras lavaba los platos y escuchaba a Arabelle divagar sobre Demetri. Otoño ya se había ido a trabajar, y desde que Arabelle estaba con él, había estado hablando continuamente de Demetri... para su exasperación. Mientras le divertía que su hermano hubiera dejado tal impresión en Arabelle, no podía evitar sentir un pellizco de celos. Le recordaba la vez que esa Arabelle había hablado también sin parar sobre Demetri. Eso le había molestado en aquel entonces, pero había estado seguro de que podía manejarlo.
Pero esta pequeña Arabelle. Ni hablar de que iba a perder a esta pequeña hermana por ese Demonio. Secándose las manos en un paño de cocina, las colocó en sus caderas y se giró hacia Arabelle, bromeando —Demetri esto, Demetri aquello. Sabes, Señorita Arabelle, hay otras personas interesantes en esta casa también.
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