—¿Por qué te ves tan delgada? Dios mío, Demetrio, ¿no le has estado dando de comer? —Luc regañó a Dem—. ¿Qué te pasa? ¿Y adónde la llevaste? ¿Dónde han estado ustedes dos?
—Eh... No es... Dem... Yo solo...
—Hay muchas cosas que no sabes. La situación es mucho más peligrosa de lo que imaginábamos —dijo Dem.
—... ¿Quién es su padre? —preguntó Luc—. Ya sabes, Ruby y yo estábamos asumiendo esto y aquello sobre quién podría ser su padre. Quiero decir, agradezcamos que no sea el señor negro. Ruby incluso llegó tan lejos.
—... Tu esposa tiene buena intuición. Se lo concederé —Dem soltó una risa amarga.
—Estás bromeando —dijo Luc—. Estás bromeando, ¿verdad?
—¿Lo estoy? ¿Quién sabe?
Luc me miró, cuestionando todo. Le di una pequeña afirmación con la cabeza. Se desplomó en el sofá.
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