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Acto dos. El hospicio.

Veo, a través de mis oídos, y pero a ella si

la veo con mis ojos.

Al llegar a mi cuarto todo estaba como lo había dejado en su momento. Aún recordaba en mi inverosímil memoria.

- Te juro que vi una dama de un cabello oscuro.

- Debes estar diciendo tonterías.

- ¡¡Pero la veo!!

- Lo que ves es parte de tu imaginación. Parte de tus sueños.

- Doctor, no es que mienta.

- El episodio, un mero hecho que no debería volver a repetirse.

- ¿Qué puedo hacer?

- Hablaré con tus padres. Tú mientras descansa.

- Gracias doctor.

Enero, 5 del año donde todo sucedió. – Centro de rehabilitación -

Llego temprano al sonido de una campana, venidera. Ese rostro lo recuerdo tan bien. Una señora robusta había colocado los papeles. Nosotros éramos los siguientes de la fila.

- Solo estarás aquí para observaciones – Dijo y pasó todo un año completo.

- Pórtate bien.

- Ya casi cumpliré dieciocho.

- Lo sé. Vendremos pronto por ti.

Mi familia se alejaba de la puerta principal. Una enfermera me guió a mi cuarto. Se tenía la posibilidad de comunicarnos. El aspecto de las paredes grises me produjo un pálpito muy desagradable. Ello por el aroma de la locura. Así menciono ella, como lo definen. Aroma de locura. Entre oscuras sensaciones me percaté de una figura entre la luz de la ventana y la oscuridad del pasillo. Era como ver lo blanco y negro. Allí una mujer de mi edad, o un año menor contemplaba el sitio. Era similar a la que había visto y de la cual comenté al médico psiquiátrico. No le presté atención. Algunos ayudantes pasaban por donde ella, no le expresaban nada al

respecto, teniendo en cuenta que aquel sitio estaba prohibido. Eso lo recuerdo de la primera vez que ingresé.

- ¡¡¡NO ..SE PERMITEE ESTAR AQUIII!! – Me gritó aquel hombre robusto de unos sesenta años. Jefe de sector. Esa vez fue cuando quise irme. O muchos lo deseaban.

Sin embargo entre todas las implicancias aquella mujer sorteó a ese monstruo y todos sus secuaces. Nada le impedía dejar de admirar el espacio entre el exterior e interior de la cual una línea divide la libertad de la opresión. No le quité la mirada ni un segundo, pero un empujón me trasladó a mi cuarto en cuanto unos gritos de desdichados se oían.

- Entra – Dijo con una voz férrea. Su rostro pétreo significaba un abuso a los modales. Entre allí, y me mantuve en un cuarto tal y como lo conocía, con una cama, una mesa y un baño. Era lo mejor, a diferencia de otros que los amontonan como paquetes y bultos. Cerraron la puerta y allí seguía esa dama oscura. Un ojo color matiz rojo, y el otro tapado con su cabello con una venda. Ella se dio la vuelta para mirar aquí. Eso me dio un susto. Y me arrojé hacia atrás del impacto, yendo a parar al suelo. Ladee la cabeza por el sentimiento de temor. ¿Qué fue eso? – Me pregunté. Me incorporé nuevamente, y fui hacia la ventana pequeña de la puerta del cuarto. Dudé en asomarme. Tomé un respiro, y varios segundos que fueron necesarios. Respiré otra vez y me coloqué a poder avistar. La ventana, las paredes, todo estaba en su lugar menos la chica. Se habrá ido me dije. Volví con otro respiro. Esta vez de alivio, y cerré en un parpadeo mis ojos. Al abrirlos del otro lado de la ventana una mirada terrible me atrapó. Un rostro sin expresiones, sin vida me contemplaba ahora. Fue un instante tan brusco y aterrador que grité.

- ¡¡Ahhh!!! - Y me lancé hacia atrás cayendo nuevamente del susto en el frio suelo de mármol. Con mi mano me tomé la cabeza por el dolor del moretón. Quise incorporarme y las piernas estaban temerosas. Levanté la vista y ya no había nada. Fue apenas unos segundos en lo que sentí un frio en mi espalda y la impresión de la desesperación.

El celular sonó con un mensaje de un conocido.

- Recupérate pronto.

- Así será – Respondí y me fui a recostar siguiendo la indicación de tomar unas pastillas. Si todo sale bien en un par de semanas saldré. Luego ella me narró porque estuvo aquí. – Eso dicen siempre, para relajar a las personas, sin embargo, no es así de ninguna forma.

Respondí con atención aquel saludo en texto. Me mantuve aquí en el cuarto hasta la hora de la cena. La puerta se abrió, y una enfermera se presentaba.

- ¿Cómo te ha ido en tu primer día Octavio?

- Puede decirse que bien.

- Deberías descansar un poco más. El primer día siempre es agotador mentalmente.

Asentí si respuesta. Detrás de aquella mujer de nombre Amia, una imagen pasó rápidamente. Reconocía de hace unas horas el cabello oscuro con una nariz pequeña. Mire por sobre Amia, en cuanto ella me comunicaba algunas directivas. Es como si la enfermera fuera un foco externo de mi captación hacia mi punto principal.

- Y no se puede salir, salvo cuando se determinen los recreos. Bla.bla..bla..

¡Octavio! ¿Me entiendes? ¿Octavio?

La chica fue a la ventana y dio la vuelta para verme fijamente con algo de desdeño.

- ¿Eh?... – Ladeé la cabeza un instante..¿Sí?

- ¿Estabas perdido? ¡Ja! ¡Ja! – Se ríe.

- No solo que esa chica allí, y señale con mi dedo índice me miraba La enfermera frunció el ceño extrañada sin voltearse y luego se lamentó.

- ¿Qué chica? ¿Una mujer?..¿MMM?..Es el cansancio...

- La que esta..allí..¿Eh? ..¿Desapareció?. Estaba frente a una ventana.

La enfermera volteó la mirada, y no logró ver nada, entre la luz y la oscuridad.

- ¡¿MMMM?!..¡Octavio!...No hay nadie allí. No se permite salir de los pasillos. Puede que sea tu imaginación.

- Pero, estoy seguro. Hoy a la tarde también la encontré.

- ¡¿Mmmm?!...no puede ser..La hubiéramos detenido y llevado a su cuarto

¿Cómo es?

- Tiene pelo corto hasta los hombros despeinado. Viste con un oscuro traje.

¿Mmm?...Y lo particular es que solo vi uno de sus ojos el otro lo tapa su cabello con un flequillo extenso; amplio.

La enfermera pensó bien.

- No logro ubicarla para nada. Incluso en éste piso, no hay mujeres

- ¡Ya veo! – Me dije extrañado.

- Cena bien y toma la medicación ¡Quizás viste algo inusual! Algo acorde a tu estado.

Agaché la mirada, pensando en ello. La cena estaba en la mesa con las pastillas

- ¡Adiós..!– Se fue de inmediato y se cerró la puerta con un chirrido de óxido. Solo estábamos el ruido del aire propenso y yo, con un foco, suerte de lámpara que alumbraba con un resplandor blanquecino. No fueron más que minutos para que el ambiente se tornase calmo. Y al concluir deje todo como estaba y me fui a descansar. Al acostarme sentí por última vez a la niña que había visto en el día de hoy...¿O tal vez era mi imaginación...?

Un rostro se asoma por la ventana y lo ve allí a Octavio que cierra sus ojos y se configura en los oníricos momentos del sueño. La figura lo contempla detenidamente y luego de unos instantes emprende su retiro.

Al otro día realicé prudentemente las pruebas correspondientes para determinar mi estado. No era crítico, solo debían determinar los factores del shock. Por la tarde me dieron el permiso al parque. Allí, otros como yo, iban y venían. Me senté en una banca a fin de apreciar el paisaje. Había una gran fuente y varios arbustos la rodeaban. Una considerable cantidad de pájaros en su canto bañándose. Supuse que debía ser un lugar recreativo y de suma tranquilidad. Uno de esos locos se acercó, e hizo unos garabatos mímicos y prosiguió su trayecto. Le resté importancia, no obstante volví la mirada a la fuente. Ella estaba en su lugar; inamovible, y vi de nuevo a la dama. Ella, Observándose en el reflejo del agua. Entonces fui a donde su ubicaba. Caminé solo unos metros para que otro transeúnte se me topase y me entorpeciera el paso.

- ¿Dónde vas..vas..vas? ¿Dónde?

- Lo siento, tengo... Y me detuvo.

- ¿Dónde?

Suspiré. Y señalé con del dedo extendido de mi mano, allí. La fuente. Para mi sorpresa, la chica no estaba.

El orate asintió. Era como un peaje llegar a la fontana de manantial.

- ¿Se esfumó? Solo fueron segundos. Creí verla caminando hacia unos grandes arbustos, y fui tras la mujer misteriosa.

Estaba seguro que la había visto. Y en mi búsqueda, ahí se encontraba cerca de un árbol de grandes ramificaciones. Y al lado una piedra como pedestal, con un tallado gravado. Me vio y percibí un escalofrió, luego continuó caminando hacia un pequeño edificio con una puerta gris. Estaba semi abierta y fui hacia ella. La chica había ingresado. Era un lugar muy oscuro y se podía oler un hedor muy desagradable. En ese entonces reconocería ese tufo despreciable. Una silueta estaba frente a una caja que tenía unos nombres grabados. Orina, Centimo, Francisca y otros. Supongo. No llegué a percibirlo detenidamente. Era un tanto oscuro el sitio y me adentré a esa silueta. Al acercarme se escuchaban voces en mi cabeza. Otra vez me dije.

- Octavio..te tengo..

- Octavio..tú me ves....

No presté atención y ladee la cabeza.

Y la caja estaba allí. La silueta había desaparecido y al acercarme, dentro de ella una foto de la chica y su hermana se encontraba. La observé. Y Detenidamente quise

tomarla. Era esa mujer que venía persiguiendo de la de la imagen con otra mayor. Las voces se intensificaron. Dentro del sitio, se descubrían muchas cajas y embalajes con sacos oscuros. El espacio era un mausoleo titánico.

- Hola..¡¡Hola!!..

- Sal de ahí..¡Sal!

- Déjenme – dije

- Deja eso.. - Oí de repente.

Mi cabeza comenzó a tener una punzada y me agaché en el suelo por el dolor. Una figura se acercó hacía mí, y luego me desmayé. Desperté en mi cama con una vena pinchada y una manguera que dirigía a un suero.

- ¿Parece que estas mejor? – Expresó mi enfermera – debes haber tenido una recaída por las pastillas. Suelen ser fuertes.

- ¡Perdón!... ¡No quise causar problemas..!

- ¡No es nada!

Cavilé un momento con una pausa el haberme aventurado.

- ¿Qué hacías allí?

- Fui tras una chica.

- ¿Una chica?

- ¡Sí.! Es la misma que describí en el día de ayer

- ¡¡Mmmm!!...¿No sé a qué te refieres?.. No hay mujeres aquí

- ¿Eh?..Pero..

- ¡¡No lo hay..!!- Impuso seriamente. Y por ello, no quise expresar más – Descansa – Me ordenó y se retiró.

- Gracias por todo.

Al pasar los días fui a ese árbol. La piedra parecía una lápida gastada y abandonada. Su nombre Orina. ¿Hay alguien enterrado aquí? No debo entrometerme, sin embargo ¿No sé por qué lo hago? Ya han pasado varios días, y no volví a ver la dama. Intenté preguntar nuevamente, pero nadie registra una persona de esas características, siquiera como visitante externo. Aquí en el mundo de los locos y orates, suelen verse fantasmas creados por la falta de cordura explican los médicos y personal del hospicio. No le des vueltas a los asuntos que no conciernen. Quiero pensar que si existen esos fantasmas, y los puedo escuchar pero no oír. Eso es lo que me da mayor temor. No poder ver quien está allí. Los días pasaron, y fui a cada sitio. No había hallazgo alguno.

Faltaba poco para concluir mi reclusión. Ya no aceptaba mentiras. Y dos semanas pasaron para el alta.

"El siguiente informe explica que el interno veintiocho Octavio Couspide, presenta síntomas leves, por lo que es recomendable, solamente medicarle determinadas pastillas. No obstante,

conforme las denuncias e informe manifestado, puede suceder que los ataques hallados por su persona se deban a un shock emocional. Sus respuestas cognitivas como físicas actúan en un 100 % de efectividad, por lo que se declara el alta médica inmediata de dicha internación en el Hospicio McKenci-Borda – Se recomienda conforme proceso de tiempo observaciones esporádicas en el caso de ser precisas. Podrá retomar su vida normal, como de costumbre. Actividad escolar y laboral en su caso".

Se puede decir que ahora soy libre..Aunque no me siento bien del todo. Me siento un hueco.

Y luego conocí a Mei...Luego el rompecabezas se fue armando poco a poco. -

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