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Cap 4

Ignus, aún enojado y desconcertado por la situación, observaba cómo la dinámica familiar se desenvolvía a su alrededor. Aris, con una sonrisa juguetona, continuaba provocándolo, mientras Seek y Eris intentaban mantener la situación bajo control.

Seek, con firmeza, dijo a Aris:

—Mira a Ignus con respeto, Aris. No es momento para tus bromas.

Aris, aún con una chispa de travesura en los ojos, asintió pero no pudo ocultar del todo su expresión juguetona. Eris, con una risa suave, se dirigió a Ignus:

—No te preocupes, Ignus. Las travesuras de Aris son algo a lo que ya estamos acostumbrados.

Ignus, aunque aún molesto, trató de mantener su compostura ante esta nueva perspectiva de la vida dragón. El ambiente en la cueva estaba cargado con una mezcla de relaciones familiares y tensiones inesperadas.

Seek, notando la incomodidad de Ignus, se acercó y le dijo en tono tranquilizador:

—Esta es nuestra familia, Ignus. Todos aquí tienen algo que enseñar y aprender. Has venido a un lugar donde la sabiduría y el respeto son fundamentales.

Ignus, entre el asombro y la irritación, asintió. La presencia de Aris y sus provocaciones añadían un elemento inesperado a su experiencia en el territorio dragón. Mientras tanto, Seek, Eris y Aris continuaron sus interacciones familiares, como si Ignus fuera ahora parte de este entramado de vínculos y responsabilidades.A pesar de los esfuerzos de Seek por mantener la paz, la atmósfera en la cueva se cargaba con tensiones. Mientras Seek observaba con un dejo de aburrimiento, Eris continuaba con sus bromas hacia Ignus, y Aris, visiblemente nerviosa, intentaba seguir el juego.

Eris, con una sonrisa traviesa, comentó:

—Ignus, parece que Aris ya ha encontrado a alguien que despierta su interés. ¿No es así, pequeña?

Aris, ahora más nerviosa, balbuceó alguna respuesta incoherente mientras buscaba una salida a la situación. Ignus, al límite de su paciencia, frunció el ceño y exclamó:

—¡Basta! ¿Qué es todo este juego? No vine aquí para ser objeto de burlas y provocaciones.

Eris, sin perder su tono juguetón, respondió:

—Tranquilo, Ignus. Solo estamos bromeando. Pero si no puedes manejar un poco de diversión, ¿cómo esperas sobrevivir en este mundo?

Seek, notando la creciente tensión, intervino:

—Eris, Aris, es suficiente. Ignus está aquí para aprender y comprender. No es momento para juegos.

Eris, aunque aparentemente complaciente, dejó claro con una mirada a Aris que la diversión aún no había terminado. Aris, inquieta, se retiró discretamente hacia un rincón de la cueva.

Seek, sintiendo la necesidad de cazar para traer alimento al territorio dragón, se despidió temporalmente de la cueva. Mientras se alejaba en busca de presas, Eris aprovechó la oportunidad para mediar entre Aris y Ignus.

Eris, con una sonrisa juguetona, se acercó a Aris y le dijo en tono conspirador:

—Mi niña, qué tal si pasas un tiempo con Ignus mientras Seek está fuera. Será una buena oportunidad para conocerse mejor.

Aris, sorprendida por la propuesta de su madre, se puso nerviosa y balbuceó algunas palabras incoherentes. Ignus, que había estado observando la escena con cautela, se sintió incómodo ante la idea de ser el centro de atención.

—No sé qué estás tramando, Eris, pero no necesito que nadie pase tiempo conmigo. Puedo cuidar de mí mismo —respondió Ignus con cierto desdén.

Eris, ignorando la resistencia de Ignus, continuó incitando a Aris:

—Vamos, mi niña, Ignus no muerde. Será divertido pasar tiempo juntos. ¿Qué opinas, Ignus?

Ignus, aún molesto por la situación, gruñó en respuesta, pero la insistencia de Eris estaba creando una situación incómoda. Aris, aunque nerviosa, asintió tímidamente.

—Está bien, mamá. Pasaré tiempo con Ignus.

Eris, satisfecha con su intervención, se retiró Con Seek fuera en busca de comida y Eris dejando a Aris y Ignus juntos, un silencio incómodo llenó la cueva. Ignus, aún molesto por la situación, miró a Aris con cierta hostilidad, mientras que Aris, nerviosa, evitaba el contacto visual.

Ignus, intentando romper la tensión, finalmente habló:

—No entiendo por qué tu madre insiste en todo esto. No necesito compañía.

Aris, titubeante, respondió:

—Lo siento. Mi madre tiene formas extrañas de divertirse. No quiero causarte problemas.

Ignus, entre suspiros, trató de suavizar su expresión:

—No es tu culpa. Solo... no estoy acostumbrado a toda esta dinámica de dragones reales.

Aris, aliviada por la comprensión de Ignus, se atrevió a mirarlo y le dijo tímidamente:

—Tampoco estoy acostumbrada a esto. Mi madre puede ser... un poco juguetona.

La conversación, aunque incómoda, abrió una pequeña ventana de entendimiento entre Ignus y Aris. Mientras Seek cazaba fuera de la cueva, los dos dragones, cada uno lidiando con sus propias inseguridades, se encontraban en una situación inesperada.

Aris, buscando algo que rompiera el hielo, preguntó:

—¿Quieres explorar un poco el territorio dragón mientras mi padre está fuera?

Ignus, sorprendido por la oferta, asintió con cautela. Juntos, comenzaron a explorar los pasillos y Ignus y Aris, explorando el territorio dragón mientras Seek se encontraba fuera, se aventuraron por los intrincados pasillos y cámaras de la cueva. La tensión inicial comenzó a disiparse ligeramente, ya que compartían la experiencia de enfrentarse a lo desconocido.

Aris, tratando de romper el silencio, comentó tímidamente:

—Mi padre siempre insiste en enseñarme sobre el equilibrio y la responsabilidad que llevamos como dragones reales. Supongo que es parte de nuestro destino.

Ignus, reflexivo, respondió:

—Sí, parece que todos esperan algo de nosotros por nuestra herencia. Pero, ¿no crees que deberíamos decidir nuestro propio destino?

Aris asintió con una expresión de complicidad, revelando una conexión inesperada entre sus perspectivas. Mientras continuaban explorando, la cueva revelaba sus misterios y secretos, y entre risas nerviosas y conversaciones, Ignus y Aris comenzaron a comprenderse mutuamente.

Sin embargo, su exploración fue interrumpida por el regreso inminente de Seek, cuyo aura majestuosa se hacía sentir incluso antes de su llegada. Aris, al percatarse, miró a Ignus con una mezcla de nerviosismo y disculpa.

Seek, al entrar en la cueva con su carga de caza, observó a los dos jóvenes dragones con un gesto interrogante. Ignus y Aris, conscientes de su regreso, se pusieron en guardia, anticipando una reacción del Rey Dragón.

Seek, con su mirada penetrante, evaluó la situación antes de romper el silencio:

—Espero que hayan aprovechado bien su tiempo juntos. Hay mucho que aprender en este territorio dragón, y cada experiencia nos acerca a comprender nuestro verdadero potencial.

Ignus y Aris, ante la mirada del Rey Dragón, se prepararon para las lecciones y desafíos que se avecinaban. El territorio dragón seguía siendo un lugar lleno de sorpresas y enseñanzas, donde los lazos entre dragones se forjaban entre sombras y luces, revelando la complejidad de sus propias historias y destinos.Ignus y Aris, explorando el territorio dragón mientras Seek se encontraba fuera, se aventuraron por los intrincados pasillos y cámaras de la cueva. La tensión inicial comenzó a disiparse ligeramente, ya que compartían la experiencia de enfrentarse a lo desconocido.

Aris, tratando de romper el silencio, comentó tímidamente:

—Mi padre siempre insiste en enseñarme sobre el equilibrio y la responsabilidad que llevamos como dragones reales. Supongo que es parte de nuestro destino.

Ignus, reflexivo, respondió:

—Sí, parece que todos esperan algo de nosotros por nuestra herencia. Pero, ¿no crees que deberíamos decidir nuestro propio destino?

Aris asintió con una expresión de complicidad, revelando una conexión inesperada entre sus perspectivas. Mientras continuaban explorando, la cueva revelaba sus misterios y secretos, y entre risas nerviosas y conversaciones, Ignus y Aris comenzaron a comprenderse mutuamente.

Sin embargo, su exploración fue interrumpida por el regreso inminente de Seek, cuyo aura majestuosa se hacía sentir incluso antes de su llegada. Aris, al percatarse, miró a Ignus con una mezcla de nerviosismo y disculpa.

Seek, al entrar en la cueva con su carga de caza, observó a los dos jóvenes dragones con un gesto interrogante. Ignus y Aris, conscientes de su regreso, se pusieron en guardia, anticipando una reacción del Rey Dragón.

Seek, con su mirada penetrante, evaluó la situación antes de romper el silencio:

—Espero que hayan aprovechado bien su tiempo juntos. Hay mucho que aprender en este territorio dragón, y cada experiencia nos acerca a comprender nuestro verdadero potencial.

Ignus y Aris, ante la mirada del Rey Dragón, se prepararon para las lecciones y desafíos que se avecinaban. El Seek, después de su breve retorno, se despidió nuevamente, dejando una instrucción clara a Eris antes de irse.

—No molestes a los mocosos mientras estoy fuera —le advirtió con seriedad.

Eris, con una sonrisa traviesa, respondió con un simple "claro". Una vez que Seek partió, Eris llamó a Ignus y Aris para compartir la caza que el Rey Dragón había traído. Ambos jóvenes dragones se reunieron, sintiendo la mezcla de expectación y tensión que la cueva llevaba consigo.

—¡Chicos, venid! —llamó Eris con entusiasmo—. Tenemos una buena comida gracias a Seek.

Ignus y Aris se acercaron, y juntos compartieron el alimento proporcionado por Seek. A medida que compartían la comida, la tensión de momentos anteriores parecía disolverse entre risas y conversaciones más relajadas.

Eris, con su característica expresión juguetona, comentó:

—Es importante que aprendáis a trabajar juntos y a apreciar las enseñanzas de este lugar. No siempre es fácil, pero la familia dragón se cuida entre sí.Ignus, sumido en sus pensamientos y memorias de antepasados, se retiró a un rincón de la cueva. Mientras se sumergía en las historias de Dreik y los humanos, percibió la capacidad de su antepasado para tomar forma humana. Descubrió la complejidad de la relación entre los humanos y cómo, a pesar de sus defectos, tenían el poder de unirse cuando se enfrentaban a una amenaza común.

En sus visiones, Ignus también se enteró de que los elfos temían a Dreik y de la adoración de los elfos oscuros hacia el poder de este dragón oscuro. La narrativa de cómo Dreik era visto como un salvador por algunos elfos oscuros añadió una capa adicional de misterio y complejidad a la historia.

Fascinado por la capacidad de tomar forma humana, Ignus despertó con una sensación de frialdad y reserva. La revelación de los humanos como seres destructivos entre ellos resonó en su conciencia. Se dio cuenta de que debía tener cuidado al interactuar con estos seres, ya que podrían unirse contra una amenaza común.

Eris, que observaba a Ignus desde lejos, notó el cambio en su actitud y expresión. La curiosidad y el interés de Ignus por este conocimiento desconocido no pasaron desapercibidos.

Aris, que se despertó junto a su madre, notó la atmósfera alterada y le preguntó a Eris qué había sucedido. Eris, con preocupación, respondió:

—Algo extraño ha pasado. Ignus parece haber descubierto algo importante en sus memorias.

Eris, con su característica travesura, llamó a su hija Aris para hablar en privado. Una vez a solas, Eris le dijo a Aris con una sonrisa juguetona:

—He notado que pasas bastante tiempo con Ignus. ¿Qué tramas, hija?

Aris, sintiéndose insegura, respondió:

—No estoy tramando nada, mamá. Solo estamos conociéndonos.

Eris, queriendo divertirse a expensas de su hija, le susurró con complicidad:

—¿Segura que no hay algo más? ¿Alguna chispa de amor en el aire?

Aris, sonrojada y nerviosa, negó con la cabeza rápidamente.

—¡No, mamá! No hay nada de eso.

Eris, disfrutando de la situación, decidió llevar la broma un paso más allá.

—Solo recuerda, hija, que en el territorio dragón, las historias de amor pueden florecer cuando menos lo esperas.

Con una risa traviesa, Eris dejó a Aris desconcertada, Eris, satisfecha con su pequeña broma, dejó a Aris en un estado de confusión y nerviosismo. Mientras la hija quedaba desconcertada por las insinuaciones de su madre, Eris regresó a su actitud juguetona y se dirigió hacia donde se encontraba Ignus.

Ignus, sumido en sus pensamientos, notó la llegada de Eris con una expresión de diversión en su rostro. Eris, queriendo mantener la atmósfera ligera, se acercó a Ignus y le dijo con una risa contenida:

—Es curioso cómo el destino puede tejer historias inesperadas, ¿verdad, Ignus?

Ignus, aún afectado por las revelaciones de sus memorias, miró a Eris con una mezcla de sorpresa y desconfianza.

—No sé a qué te refieres —respondió Ignus, tratando de mantener su reserva.

Eris, sin perder la sonrisa, agregó:

—A veces, las conexiones entre dragones pueden tomar rumbos inesperados. Solo digo, ¡mantente atento a las sorpresas del territorio dragón!

Con estas palabras enigmáticas, Eris dejó a Ignus, cuya mente estaba llena de pensamientos sobre la complejidad de las relaciones dragón y las revelaciones recientes sobre los humanos, elfos y su antepasado Dreik.

Mientras tanto, Aris, aún nerviosa por la insinuación de su madre, observaba desde lejos, preguntándose qué depara el destino en esta travesía La cueva resonaba con un aire de misterio y complicidad mientras Ignus, Aris y Eris navegaban por las complejidades de las relaciones dragón. Ignus, afectado por las revelaciones de sus memorias, intentaba procesar el nuevo conocimiento sobre los humanos, los elfos y Dreik, su antepasado.

Aris, sintiendo la tensión en el aire, se acercó tímidamente a Ignus, queriendo comprender más sobre sus pensamientos.

—Ignus, ¿estás bien? Pareces...distante.

Ignus, con una mirada reflexiva, respondió:

—Las memorias de mis antepasados me han mostrado un mundo que apenas empiezo a entender. Humanos, elfos, Dreik... es todo tan complicado.

Aris, con empatía, le dijo:

—El territorio dragón puede ser abrumador. Pero no estás solo. Todos estamos aquí para aprender y enfrentar juntos los desafíos que nos presenta.

Mientras Aris y Ignus compartían un momento de conexión, Eris, desde la distancia, observaba con su sonrisa juguetona. Decidió intervenir de nuevo para mantener el tono ligero.

—¿Hablando de desafíos? Recuerden, el amor puede ser uno de los más intrigantes.

Ignus, confundido, frunció el ceño, mientras Aris se sonrojaba ante las palabras de su madre.

—Eris, ¿puedes dejar de jugar con nosotros? —dijo Ignus con cierta irritación.

Eris, riendo, respondió:

—Solo estoy divirtiéndome, querido Ignus. El territorio dragón es un lugar lleno de sorpresas, y debemos aprender a apreciarlas.

Aris, notando la actitud reservada de Ignus, se acercó con la ingenuidad que la caracterizaba. Aunque percibió cierta frialdad en él, no pareció afectarla profundamente, lo cual decepcionó a Ignus. Eris, observando la interacción, notó la incomodidad de Aris y decidió intervenir.

Aris se acercó a su madre y le contó sobre la actitud de Ignus. Eris, con su aguda percepción, comprendió la situación y decidió abordar el problema.

—Ignus, ven aquí —llamó Eris, y aunque Ignus se acercó de mala gana, Eris notó su renuencia.

—Veo que necesitamos aclarar algunas cosas —dijo Eris con seriedad—. Ignus, enséñales a Aris y a mí cómo tomar forma humana.

Ignus, a regañadientes, accedió y les mostró su propia transformación. Adoptó una apariencia con cabello rojo y dorado, piel blanca y ojos verdes jade. Aris, entusiasmada, le pidió a su madre que la enseñara a ella también.

Eris, complaciendo la solicitud de Aris, transformó su aspecto en su forma humana. Con pelo largo, piel blanca y ojos azules, emanaba una elegancia que reflejaba su verdadera naturaleza como reina dragón.

Aris, emocionada, intentó replicar la transformación. Ignus, observando, se sorprendió por la facilidad con la que Aris aprendió. Eris, orgullosa de su hija, sonrió y dijo:

—¡Bien hecho, Aris! Parece que tienes un talento natural para esto.

Ignus, aunque reticente, se sintió un tanto impresionado por la habilidad de Aris. La cueva se llenó de risas y Seek, con su presencia majestuosa, observó detenidamente a Eris, Aris y a Ignus en sus formas humanas. La atmósfera se cargó de expectación mientras los tres dragones aguardaban la reacción del Rey Dragón.

—Interesante elección de formas —comentó Seek, evaluando a cada uno de ellos—. Parece que han estado explorando las peculiaridades del territorio dragón en mi ausencia.

Eris, con su característica confianza, respondió:

—Solo nos divertíamos un poco, Seek. Ignus nos mostró cómo tomar forma humana, y Aris y yo quisimos probarlo también.

Seek, con un gesto de aprobación, dijo:

—La exploración y el conocimiento son aspectos esenciales en nuestra vida dragón. Sin embargo, recuerden que cada forma tiene su propósito y responsabilidad.

Ignus, aún con su actitud reservada, asintió ante las palabras de Seek. La interacción entre los dragones reales continuaba revelando capas más profundas de sus personalidades y relaciones.

Con la llegada de Seek, la noche avanzó con discusiones sobre los eventos recientes y las enseñanzas que cada experiencia aportaba. Eris, Aris e Ignus compartieron historias, revelaciones y expectativas mientras el territorio dragón seguía siendo un lugar lleno de misterios y desafíos.

La luz de las llamas danzantes iluminaba la cueva, donde los dragones reales, en sus diversas formas, exploraban la complejidad de sus propias identidades y conexiones. La noche avanzaba, y con ella, se desplegaban nuevas oportunidades y desafíos en el fascinante territorio dragón.Seek, con su presencia majestuosa, observó detenidamente a Eris, Aris y a Ignus en sus formas humanas. La atmósfera se cargó de expectación mientras los tres dragones aguardaban la reacción del Rey Dragón.

—Interesante elección de formas —comentó Seek, evaluando a cada uno de ellos—. Parece que han estado explorando las peculiaridades del territorio dragón en mi ausencia.

Eris, con su característica confianza, respondió:

—Solo nos divertíamos un poco, Seek. Ignus nos mostró cómo tomar forma humana, y Aris y yo quisimos probarlo también.

Seek, con un gesto de aprobación, dijo:

—La exploración y el conocimiento son aspectos esenciales en nuestra vida dragón. Sin embargo, recuerden que cada forma tiene su propósito y responsabilidad.

Ignus, aún con su actitud reservada, asintió ante las palabras de Seek. La interacción entre los dragones reales continuaba revelando capas más profundas de sus personalidades y relaciones.

Con la llegada de Seek, la noche avanzó con discusiones sobre los eventos recientes y las enseñanzas que cada experiencia aportaba. Eris, Aris e Ignus compartieron historias, revelaciones y expectativas mientras el territorio dragón seguía siendo un lugar lleno de misterios y desafíos.

Ignus, inmerso en los recuerdos de Dreik, presenció la tragedia que envolvía a su antepasado. La pérdida de la dragona amada de Dreik a manos de los dioses dejó una marca indeleble en su corazón y contribuyó a la creciente oscuridad que lo envolvía.

De repente, Ignus despertó de su ensimismamiento al escuchar gemidos en la cueva. Al voltear, vio a Aris dormida, pero su mente, influenciada por los recuerdos de Dreik, le llevó a imaginar la conexión íntima entre Eris y Seek.

Ignus, atrapado entre los remanentes de los recuerdos de Dreik y la realidad que le rodeaba, se sintió abrumado por las emociones. La dualidad entre la tragedia de Dreik y las experiencias actuales de los dragones reales se entrelazaba en su mente, creando un nudo de conflicto y confusión.

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