—Así es, pero no estoy dispuesto a correr tanto riesgo por ti. Recuerda que todavía somos fugitivos y esas personas a las que planeas ofender no son gente común. ¿No estás pensando en las consecuencias a las que podrían llevar tus acciones? —La Señora Laura la cuestionó—. Si algo te llegara a pasar, ¿quién cuidaría de tu bebé?
—Felicia no quería entender ninguna de las palabras que la Señora Laura había pronunciado. Su mente estaba nublada con las malvadas cosas que tenía planeado para Erika y cualquier cosa que sugiriera lo contrario, no estaba dispuesta a escuchar ni un poco.
—De repente, golpeó la mesa con la mano con tanta fuerza que gruñó de rabia en sus ojos.
—¿Pregunté tu opinión sobre eso?! ¿Te pedí que cuidaras de mi bebé?! ¡Solo necesito que me ayudes como dijiste que lo harías antes! —estalló.
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