—¿Vas a Frankfurt a buscar a Joanna Lawrence? —esta frase parecía haber enfurecido a Lady Octavia. Su voz se elevó de repente y, enfadada, dijo:
— ¿Por qué sigues buscándola? Ella ha acaparado titulares con otros hombres. ¿Ya no confías en ella?
—Ashton, ¿has perdido la cabeza? ¿Por qué sigues obsesionado con una mujer tan inconstante? ¡Vuelve aquí ahora mismo! Te prohíbo que vayas a buscarla.
La expresión de Ashton Heath se oscureció al instante:
—Mamá, ¿de qué estás hablando? Ella no es una mujer inconstante. Ya te he dicho que esos fueron solo malentendidos. Cuando vuelva, te explicaré todo. Yo conozco a mi esposa mejor.
Lady Octavia parecía a punto de estallar de ira:
—¿Malentendidos? Donde hay humo, hay fuego. ¿Cómo es que otros no tienen tantos malentendidos, pero ella sí tiene tantos? ¿No será porque es inestable y atrae a un hombre tras otro?
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