—¿Cómo es que sentía que la chica le resultaba de alguna manera familiar?
En el lado opuesto
—Jeremy Lawrence no sabía que su hermana Joanna estaba sentada en una mesa detrás de él, observándolo.
Su rostro se oscureció un poco, frunció los labios y miró a la jovencita coqueta que estaba sentada durante un momento, mostrando impaciencia en sus ojos y cejas. —Regina, ¿no dijiste que venían otros compañeros de clase también? ¿Dónde están?
Al encontrarse con sus ojos ligeramente molestos, la chica sentada sonrió débilmente, su voz tan dulce como un oropéndola:
—Jeremy, no seas tan despistado. No hay otros compañeros de clase aquí, solo tú y yo.
—¿Qué? —Jeremy se sorprendió, su ira se intensificó—. Tú dijiste…
—Te mentí —La chica rió coquetamente de nuevo, su voz suave y pegajosa—. Si no hubiera dicho eso, ¿habrías venido?
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