Esto subrayaba la profunda importancia de la Diosa de Seis Alas para la familia Foreman.
En la entrada del noveno piso, los dos ancianos abrieron los ojos, dirigiendo su mirada hacia Karl Foreman, luego hacia Kohen Neal y los demás.
Tras una cuidadosa consideración, exclamaron —¡Miembros de la familia Neal!
—¡Abran la puerta y permitan la entrada de este joven!
Karl Foreman, dada su antigüedad, emitió la orden a los dos antepasados.
Los dos ancianos intercambiaron miradas, un destello de alegría cruzando sus rostros.
Tres siglos de esfuerzo incansable habían finalmente dado un camino para salvar a la Diosa de Seis Alas.
¿Por qué más permitirían la entrada de forasteros al dominio más sagrado de la familia?
No se atrevieron a obstruirlo.
Las preocupaciones sobre las diferencias de género ya no influían sobre estos antepasados, que habían sido testigos del paso de innumerables años.
Si Braydon Neal podía salvar a Eva Foreman, ¿qué importancia tenían tales distinciones?
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