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Propuesta peligrosa

Por la mañana, me despierta Pen. Pellizcando mis pezones. Mordiéndome la oreja.

–Dormilón– me acusa, aunque todavía no ha salido el sol –. Tengo una sorpresa para ti.

Se aparta. Me señala hacia arriba con una sonrisa. Allí está Fen Huan. Atada. Excitada. Mirándonos.

El gancho que compró está colgado del techo. De él, salen cuerdas que van hacia Fen Huan. Está atada de pies y manos. Las manos hacia atrás. Cogidas a sus tobillos. Las piernas dobladas por las rodillas. Obligadas a estar separadas.

Pen me besa. Me coge del brazo para levantarme, también excitada. Parece que quiere jugar con su cautiva. Que está en la posición perfecta. Su boca y su vagina a la altura de mi miembro.

–Es bastante conveniente– alabo, haciéndola girar un par de veces.

–Je, je. Me ha costado un rato, y eso que tenía las instrucciones del libro. Me ha quedado bastante bien– se vanagloria.

No sé si quiero saber qué clase de libro. Veo en la mesa uno abierto. Debe de ser ese. Penetro la boca de Fen Huan. Su lengua empieza a trabajar. Servicial. Mientras la agarro fuertemente del pelo rosa. Forzándola a que se lo meta hasta el fondo.

–Te has superado– alabo a Pen.

Ella me besa. Luego coge una pala de madera. Impacta en las nalgas de Fen Huan.

–Maldita perra. ¿Ya estás mojada? ¡Necesitas una lección!– la amenaza.

No deja de sacudirla e insultarla. Mientras ella mueve su lengua. Yo su cabeza para entrar y salir de su boca. Abusando de ella. Como le gusta. Me acabo corriendo en su garganta.

Cuando salgo, Pen la empuja. Haciéndole dar la vuelta. Sus nalgas tienen un fuerte color rojo.

–¡Aaaaaaahhh!– gime cuando penetro su húmeda vagina.

–Zorra. ¡Deja de gemir!– le exige Pen.

Le da una fuerte bofetada. Luego otra. Y otra. Entremedio, sacude su espalda con el látigo. Mientras yo disfruto de su interior. Se aprieta un poco a cada golpe. Muevo su cuerpo colgante. Resulta excitante y curioso.

Pen coge una de las velas que había encendido. Le tira la cera sobre su espalda. Huan no puede evitar gemir de dolor y placer. No son velas normales. Se calientan más. Y conservan más tiempo el calor. Así que la cera es más dolorosa.

Cuando ha llenado su espalda, la coge del cabello. Le hace que le chupe la vagina. Su clítoris. Mientras le da algún latigazo que otro.

Pen gime. Excitada. Mientras yo no dejo de penetrar a Fen Huan. Alterno su vagina y su culo. La golpeo de vez en cuando con la pala que me ha pasado Pen. Puedo ver sus pechos moverse de forma extraña. Unas cuerdas los atan alrededor. Fuertemente. Hasta enrojecerlos.

–Déjame darle la vuelta– me pide Pen.

Salgo de ella. Observo con curiosidad.

–Oh. ¿Eso se puede hacer? Me has impresionado– reconozco.

Antes estaba bocabajo. Ahora bocarriba. La hacemos girar para tener sus agujeros a mi disposición. Pen vuelve a exigirle que la lama. Mientras llena también la parte de arriba de cera. Sus pechos. Su estómago. Llena su ombligo.

Yo la vuelvo a penetrar. Dándole placer y dolor. Solo hay que cambiar el qi. No sé qué le excita más.

Acelero. Aumentando la fricción con la punta de mi miembro. Dejándome llevar. Llenando su vagina. Ella se tensa en un fuerte orgasmo. Mezcla de placer y dolor.

Inmediatamente, salgo y penetro su ano. Vuelvo a acelerar. Sin darle tiempo a descansar. Cubierta de cera ardiente. Siendo golpeada con la pala y el látigo. Forzada a complacer a su Ama con la boca. A mí con su culo. Corriéndose una y otra vez. El último extremadamente fuerte.

–Mira a esta debilucha. Ya no puede más– la denigra Pen.

Aunque en su rostro hay una sonrisa más bien tierna hacia su esclava. Contrasta con lo que le hemos hecho.

–Ama y... Aaahh… Amo son los mejores… Aah– nos alaba Fen Huan débilmente.

La dejamos colgando. Sirviendo a su Ama por delante. Quien es penetrada por detrás.

Pen gime excitada. Agarrada fuertemente a los pechos de Fen Huan. Incrustando sus uñas. Aunque no consigue hacerla sangrar. Mientras la penetro intensamente. Sujeto sus pechos. Estrujándolos. Cambiándolos continuamente de forma.

La dejo tumbada sobre Fen Huan. Les doy a las dos un beso en la mejilla antes de irme. Me ha dicho que no piensa descolgarla hasta mañana. Quería también jugar con los piercings. Ponerles algunos pesos. A ver cuánto aguantan. Fen Huan parecía encantada. Excitada. Además de satisfecha. Aunque un poco cansada.

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Voy a copiar manuales y entregar brazaletes. Todos los de mi cultivación tenemos uno. Faltan algunos por entregar, pero son a diferentes horas. Me pasaré cuando Yan Xiulan los termine.

Tras ello, me voy al campo de entrenamiento. Prefiero no ir si puedo evitarlo. Menos problemas. Pero tampoco voy a dejar de ir si lo necesito. Da igual que haya unos cuantos idiotas que me miren mal. Que me provoquen.

–Mira el esclavo. ¿Te atreves a entrenar conmigo?– me reta uno en la etapa tres.

–¿De verdad no tienes sentido del ridículo?– le respondo, sin pararme.

–¡Tú…!– se enfada.

Lo he dejado atrás. Ignorándolo. Tras insultarlo un poco. No me preocupa que se sienta ofendido. Ya de por sí buscaba provocarme. Retar a alguien dos etapas por debajo es deshonroso para él.

Quizás sus compañeros me miren mal. Pero el resto de murmullos no van a su favor. Puede que yo no les caiga simpático. Pero esa actitud se considera reprobable.

Ignoro las miradas. Busco un poste libre. Me pongo a golpearlo. Enlazando movimientos libremente. Como no puedo hacerlo dentro de la cabaña. Por eso he venido a entrenar aquí. Si fuera seguro, iría al bosque. Donde además podría estar con las chicas.

Me limito a dar tres golpes, limpiar el qi, e iniciar el cuarto. No hace falta ir más allá. No necesito demostrar de lo que soy capaz. Sé que hay algunos ojos en mí. Con curiosidad. Con desdén. Los de lady Lin entre ellos. Y sus seguidoras.

–¡Kong! ¡Hacía tiempo que no te veía! ¿Quieres intercambiar unos golpes con nosotros? Hemos mejorado desde la última vez– me saluda Dai Quon.

Es el estudiante de bastón de cabello naranja. Lo conocí cuando vine ver al instructor de bastón. Es simpático. Viene con unos pocos más. A tres de ellos, los vi también entonces.

–Claro– acepto.

Puede que hayan mejorado un poco. Claro que yo he mejorado mucho más. Los acabo desarmando a todos. No tiene mucho sentido entrenar con ellos. Todos nos damos cuenta.

–Jo, tío. ¿Cómo entrenas? Ja, ja. Cuando ganes el torneo, presumiré de que te conozco– se ríe.

–Vas a tener que esperar muchos años para que pueda aspirar siquiera a entrar en las finales– suspiro.

Exagera un poco. Me da algunas palmadas amistosas en la espalda. Luego se ponen a entrenar no muy lejos. A veces, me observan. Resulta un tanto abrumador. Aunque mucho menos que tener a las chicas atentas a cada detalle para criticarme. O reírse de mí. Me entrenan bajo presión. O eso aseguraron entre risas cuando me quejé.

Me despido de ellos al cabo de un rato. Ya he comprobado lo que tenía que comprobar. Y entrenado suficiente. Tengo que volver a follarme a unas esclavas. Quiero decir, a recuperar qi.

Salgo tranquilamente por una entrada alejada de lady Lin. No sé si quería buscar otra vez problemas. Prefiero alejarme de ella.

Veo en un reflejo que me mira. Enfurruñada. Pero no hace intención de perseguirme. Sigue su entrenamiento. Mejor así.

Cuando salgo, me encuentro con otro grupo. ¿Qué querrán estos? Está claro que no van con lady Lin. Reconozco a un par de ellos. Especialmente al cabecilla. Es de la facción del placer.

Están opuestos a la ilusoria. Y por supuesto, no están en la línea de lady Lin. Tampoco me caen bien. En el pasado, han sido de los peores con los esclavos. Más de una vez, han destrozado a esclavos nivel tres. Incluso dos. Los pocos que se han atrevido a subir. Para practicar sus técnicas.

Él en concreto sé que es responsable de la muerte de tres esclavas. Una de ellas me caía bien. Me había ayudado cuando yo era poco más de un niño. Lo odio. Pero no puedo mostrarlo.

Por si fuera poco, es pariente de Wu Gen. El maestre de placer. El que abusó de mí de niño. Y de muchos otros. Por tanto, también es pariente de Wu Ye. El que abusó de la madre de Bronceada. Maravillosa familia… Aunque todo eso no creo que lo sepa. Se llama Wu Kai. Su etapa es muy superior a la mía. ¿Qué querrá?

–Hola. Tú eres Kong, ¿verdad? Fue impresionante tu pelea con Ga Gui. Le diste una buena lección, ja, ja– me saluda amigablemente.

¿En serio? ¿Cómo le va a impresionar con su cultivación? De hecho, sería raro que siquiera le importara.

–Sí, yo mismo. ¿En qué puedo ayudarte?– le devuelvo el saludo, intentando no parecer hostil. Aunque tampoco excesivamente amistoso.

–Nada, solo quería saludarte. He visto que tienes problemas con esa mojigata que se hace llamar lady Lin. La muy presuntuosa… Si necesitas ayuda, dímelo. Le daremos una lección si quiere hacerte algo. Toma, contacta conmigo si me necesitas. Enseña esto en la sección de placer. Ah, y si quieres entrar, dímelo cuando subas a la etapa tres. Tienes madera– ofrece.

Me da una pieza de madera. Tiene un símbolo grabado. Lo acepto. No puedo permitirme hacer más enemigos innecesariamente. Por ahora.

–Gracias. Lo tendré en cuenta– le aseguro.

Se despide y se va con su grupo. Los demás me miran de forma variada. Algunos me saludan brevemente. En otros, veo desdén disimulado. En cuanto al resto, simplemente no sé como leer su expresión.

Guardo el grabado. No tiene qi, así que no es peligroso. Por lo menos, por ahora. Parece que puede circularse. Aunque es probable que solo sea para identificar. No creo que lo use nunca. No me fío de él. Lo mataría si pudiera.

Sospecho que me quiere utilizar contra lady Lin. Quizás tenderle una trampa a ella o sus secuaces. Usándome como cebo. No tengo intención de meterme en ese tipo de problemas. Además, aunque lady Lin me tiene manía, tampoco ha hecho nada más que molestarme. Aunque reconozco que podría ser peligrosa. Por mí, se podrían matar entre ellos.

—————

Como esperaba, a Shi, Song y Liang les irrita la sola mención de Wu Kai. A las gemelas tampoco les gusta mucho. No tiene buena fama. Están de acuerdo en no querer saber nada de él. A no ser claro que haya la oportunidad de despellejarlo vivo. Nuestra cultivación no es suficiente.

Comemos todos juntos. Aunque a ellas no les hace falta en la Residencia. Incluye crepes, tortitas, carne con salsa o té. La carne le sale bastante bien a Ma Lang. El té va mejorando. Sobre todo con azúcar o miel. Sus pechos también están deliciosos con miel. Y los labios de todas ellas. Muy dulces.

Me dejan entrenando. Me paso bastante rato practicando dos movimientos enlazados. Disipando el qi entre medias. Realmente, no necesito ejecutar los tres para practicar. Lo que me hace falta es hacer ambos movimientos y el disipar coordinados. Sin fallo. Así que lo pruebo continuamente.

Es un entrenamiento un tanto peculiar. Un gran derroche de qi. Pero yo tengo con quien recargar. Estoy pensando en follarme a Hai cuando llama Shu. Con su largo pelo verde cayendo sobre sus hombros. Su precioso culo me está esperando.

La hago entrar. Me besa. Algo nerviosa. Me preocuparía si no supiera la razón.

–Casi no va a doler– le aseguro.

Pen me ha dado un piercing que le trajo Yan Xiulan. Incluso hemos practicado como hacer el agujero con Fen Huan.

Abre la boca. Le cojo el labio inferior hacia delante. Envuelvo el punto con qi. Aislándolo. Lo atravieso con una aguja.

–Ya está. Ahora lo pongo– le informo.

Sus manos me aprietan un poco menos. Realmente estaba asustada. Me cuesta un poco más colocar bien la joya. Luego me separo de ella.

–Prueba. Añade qi circulando de izquierda a derecha por arriba, y al revés por abajo. Lo recuperas haciéndolo en la otra dirección ¿Ha dolido?– le explicó.

–Casi nada– asiente entre tímida y excitada.

Sonríe ampliamente al cabo de unos segundos.

–Funciona. Muchas gracias otra vez, Kong– me informa ilusionada.

–¿Solo gracias?– me acerco insinuante.

Ella sonríe. Deja caer la ropa antes de acercarse. Mirándome con esos ojos verdes. Me besa. Me desnuda.

No me deja moverme. Me sirve con pasión. Primero besándome y acariciando el cuerpo. Luego montándome. Con dulzura al principio. Con más intensidad después. Dejándome estrujar sus abundantes nalgas. Contemplar sus pechos botando. Cuando no se inclina sobre mí y los aprieta contra mi cuerpo. Restregándose. O Besándome. No son muy grandes. Pero sí preciosos. Deliciosos.

Como siempre, como a todas, me cuesta dejarla ir. Verla marchar. Perder de vista su sonrisa.

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