—Son ellos. Ellos causaron el accidente. ¿No es esta la mujer de la que habló el camionero? —Daniel estaba listo para estrangular a la mujer, que ya estaba inconsciente.
Robin estaba entumecido, sorprendido de que estuvieran lidiando con sus viejos enemigos, como había supuesto desde el principio.
—Es ella —acordó Robin, al mismo tiempo que la línea se conectaba y escuchó una voz débil al otro lado del teléfono, disculpándose con Daniel.
—Hola.
—¿Estás bien? —preguntó Robin al jefe de agentes de seguridad. Había sido despertado por el sonido de su teléfono debido a los medicamentos que le habían dado por sus heridas.
—Me lastimé, pero me siento mejor —dijo con voz débil. Robin había visto el número de agentes que resultaron heridos cuando aparecieron de la nada esos numerosos limusinas.
Eso no era parte del trato, por lo que ya estaba pensando en cómo compensarles por los sacrificios hechos.
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