—¿Ya te han dado de alta? Estaba preparándote el desayuno —preguntó Sabrina emocionada—. Su tono coincidía con el de Lizzy.
Ésta última rió y respondió:
—No, todavía no me han dado de alta, pero ¿puedes pasarle el teléfono a Robin, por favor?
Aunque no sonó deprimida, la petición hizo sentir incómoda a Sabrina, recordando lo que pasó hace unos días cuando hizo la misma petición.
—No de nuevo Lizzy, por favor, dime primero —exigió Sabrina, preocupación en su tono.
Lizzy rió y suplicó:
—Por favor, pasa a Robin el teléfono.
A regañadientes, Sabrina le pasó el teléfono a Robin y él exclamó al teléfono.
—¿Estás despierto? Vamos a ir. Espero que estés listo para comer porque Sabrina estaba especialmente preparando el desayuno por sí misma para tu esposa. Ahora estamos contentos de añadir más —dijo Robin, levantándose de sus pies mientras Sabrina emocionada se fue a terminar el desayuno.
Al otro lado de la línea, Daniel no sonó decepcionado y habló débilmente:
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