—Tía Loka no nos llamó aquí para intimidarnos o presumir, todo lo contrario. Se está poniendo en mis manos tanto como yo en las suyas. —Solus apretó su mano debajo de la mesa, conmovida por el gesto.
—¿Cómo te está gustando la comida, Elp- quiero decir Solus? —preguntó Silverwing.
—Está deliciosa, gracias. —Solus le dio a Lochra la primera sonrisa sincera desde el día que había atacado a Lith en su lecho de enfermo.— Eres una gran cocinera, Loka, pero me temo que mi gusto ha cambiado.
—Has estado comiendo la comida de Lith hasta ahora, así que es normal. —El Primer Mago se encogió de hombros.—¿Alguna nueva memoria?
—Tristemente, no. ¿Qué hay de postre? —El olor y el sabor de la comida parecían familiares, pero a excepción de algunos breves déjà vu, la mente de Solus estaba en blanco.
—Tu favorito. —Un chasquido de los dedos de Silverwing limpió los platos e hizo aparecer un gran trozo de pastel de esponja cubierto con crema batida y azúcar en polvo.
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