Una Frágil Alianza (Parte 4)

Estaban tan ocupados en sus respectivas tareas y se lanzaban miradas maliciosas que casi no se dieron cuenta de que no era una sino dos personas las que atravesaban el corredor dimensional.

Casi.

—¿Qué demonios? —Kigan retrocedió horrorizado.

Había una joven cerca de Milea y, con su mente aún atormentada por los recuerdos del pasado, la figura de la desconocida invitada se confundía con la de su difunta sobrina.

—Tus medidas de seguridad son insuficientes, pero al menos tu intuición es asombrosa —La Emperatriz miró al Fénix-Balor con un respeto desubicado— No esperaba que reconocieras el Sol Rojo tan rápido.

—¿Por qué lo has traído aquí? —Al escuchar ese nombre, los ojos de Xenagrosh se convirtieron en dos rendijas ardientes de mana de Caos y Decadencia.

—Para ayudarte, claro está —La Emperatriz respondió— Mientras el Día Brillante estaba prisionero y la Noche Negra se divertía, el Sol Rojo gobernaba en la Corte del Crepúsculo.