webnovel

La manada — Parte 2

La manada de Hombres Lobo era perseguida por un numeroso grupo de Cazadores en el profundo bosque, ya habían perdido a por lo menos dos integrantes de la manada y la mayoría ya estaba al borde de la muerte, incluyendo al Alfa; con heridas que ni siquiera sus propios cuerpos podían sanar al instante.

Ray y Douglas decidieron emanciparse del grupo de Cazadores, ignorando a sus superiores para tenderle una trampa a un Beta que decidió separarse de la manada por cuenta propia. Se confiaron por la estatura y tamaño de ese miembro, el cual corría con todas sus fuerzas a pesar de estar herido de pies a cabeza en su forma humana.

El Beta corrió varios metros y tras no escuchar que alguien lo seguía, dejó de correr y trepó la corteza de un gran árbol para ocultarse en las ramas de estos y descansar por unos minutos, hasta que su cuerpo pudiera sanar las heridas que tenía.

—¡Por allá! —le gritó Ray a Douglas.

Ambos chicos mostraban signos de cansancio, pero no iban a rendirse fácilmente. Querían demostrarles a los demás que ellos dos pueden arreglárselas sin la ayuda de un adulto.

Douglas se detuvo y cargó su ballesta colocando una flecha en esta, seguido de eso se echó a correr nuevamente hasta alcanzar a su primo y sin darse cuenta que había tirado su teléfono móvil y brújula de su bolsillo.

—¡El río está cerca, si llegase a cruzarlo lo perderemos!

Ray bajó la velocidad hasta detenerse e hizo que Douglas se detuviera después de alcanzarlo, se puso de rodillas y bajó la mochila que tenía en su espalda y sacó de esta un arco y flechas: su especialidad.

—Debemos separarnos.

—¿Qué? —le dio pavor al escuchar la palabra "separarnos".

Todo lo hacían juntos, eran un gran equipo.

—Está es nuestra última oportunidad, Douglas... No podemos desperdiciarla.

Antes de que pudiera responderle, Ray sacó de su bolsillo una pequeña flecha hecha por él mismo y que había fabricado con un trozo de madera, se la extendió a su primo y después se dieron un abrazo, ignorando el hecho de que aquel abrazo podría ser una despedida.

—Estarás bien —lo animó dándole palmadas en su espalda—. Sé que podemos hacerlo —deshicieron el abrazo.

Tomó una bocanada de aire y asintió.

—Si...

—Andando —dicho y hecho, se fueron por caminos diferentes.

Ray continuó su camino hacia el este y Douglas hacia el norte sin siquiera saberlo, estaba tan asustado que confundió las direcciones y se perdió en el bosque; trató de buscar su brújula y su móvil pero ninguno de estos se encontraba en su bolsillo.

Por otro lado, Ray al avanzar casi tres kilómetros de distancia terminó por encontrarse con el resto del grupo de Cazadores y perdió el rastro del Beta que estaba persiguiendo.

—¡Ray...! Me alegro de que nos hayas encontrado.

—¿Dónde está mi hijo? —preguntó el padre de Douglas.

—No lo sé. He intentado llamarle pero no responde.

—¿Qué? ¡Debemos volver! —respondió preocupado.

—Ray… guíanos al último lugar donde se vieron tu y Douglas.

El chico asintió, seguidamente retomaron el camino por donde Ray había llegado.

Solo había bosque alrededor de Douglas, los árboles y pinos eran idénticos y era difícil saber por dónde llegó. Su corazón comenzó a latir velozmente, el miedo lo invadió.

El crujido de las ramas hizo que girara hacia esa dirección, apuntando inmediatamente con la ballesta, estaba preparado para disparar en cualquier momento.

—¿Quién anda ahí? —dijo con nerviosismo.

Alguien lo observó desde arriba y pudo percibir el miedo de Douglas. Pero no solo él estaba asustado, también aquella persona trepada en el árbol lo estaba, trató de esforzarse para no hacer ningún ruido posible y evitar ser descubierto por el Cazador, pues creía que aun lo seguia buscando; era él, el Beta que se separó de la manada y que Ray y Douglas persiguieron y dieron por perdido.

Douglas giró en su propio eje apuntando con su arma y no miro más que oscuridad, árboles y arbustos; giró cuarenta y cinco grados en su propio eje en menos de un segundo hacia la derecha, al creer que escuchó algún ruido de ese lugar pero no había nadie, solo fue su imaginación; únicamente estaban él y el Beta que se encontraba oculto en las ramas de los árboles.

Retrocedió varios pasos hasta que su espalda chocó con la corteza del árbol, el mismo árbol donde se encontraba el Beta en la cima de este. Tocó la corteza con su mano y la apartó al sentir algo húmedo. Pudo distinguir que era sangre.

Disparó hacia arriba con la ballesta cuando observó unos ojos brillantes arriba en el árbol, desafortunadamente la flecha impactó en el pie del Beta haciéndolo caer del árbol y se golpeó contra el suelo gimiendo de dolor. Douglas al saber su error, tomó otra flecha para cargar la ballesta y apuntó hacia el Beta que aún seguía en el suelo sin poder levantarse.

—No lo hagas, Douglas —estiró su mano hacia él en señal de que se detuviera—. Por favor…

—¿Cómo sabes mi nombre? —siguió apuntando hacia su cabeza—. ¡Habla…!

Tragó saliva ante el miedo que sentía el Beta, el viento dio un soplido haciendo remover las hojas de los árboles. En ese preciso momento la luz de la luna iluminó su rostro.

—¿A-Allen...? —hizo un gesto de asombros con una combinación de horror.

El chico tenía el cuerpo dañado con heridas profundas, no tenía playera ni algún calzado, solo un short roto y manchado de su propia sangre.

—Por favor... no me mates —volvió a suplicar.

—¿Que no te mate...? —rió con ironía y bajó el arma—. Mírate, Allen. Tú no eres un humano, eres una criatura sobrenatural con poderes sobrenaturales… ¡Eres una bestia!

—¿Y crees que yo elegí ser esto? No, Douglas... Hay cosas que uno no puede elegir…

—¿Y asesinar humanos no es una elección?

—Yo no soy un asesino —hizo resplandecer sus ojos en la oscuridad.

El brillo dorado asustó a Douglas; él no sabe el significado de este color y no está interesado en saberlo, por lo que volvió apuntar su ballesta hacia Allen.

—Ustedes no hacen más que asesinar a personas inocentes. De verdad lo siento, Allen…

—Douglas… —cerró sus ojos con fuerza.

Antes de que pudiera jalar el gatillo, un Alfa transformado en su forma lobo cuyo pelaje es negro, saltó hacia Douglas e hizo que tirara la ballesta al suelo y disparara una flecha en el aire, poco despues el pobre chico soltó un fuerte grito desgarrador.

El Alfa logró morder el antebrazo de Douglas, lo suficiente para que el veneno penetrara sus venas e hiciera paso a la transformación.

—"Debemos irnos, Allen" —le dijo el Alfa.

—¿Por qué lo hiciste? —Allen retiró la flecha clavada en su pie.

—"¿Por qué lo hice? Estaba a punto de acabar con tu vida."

—Pero no tenías por qué haber hecho eso. Hay muchas maneras de...

—"Suficiente, Allen" —lo interrumpió—. "Nos iremos ahora."

Dio media vuelta mientras Allen se levantaba a duras penas.

—No —lo enfrentó.

—"Allen, no es un buen momento para bromas."

—No es ninguna broma —frunció el ceño—. No quiero seguir yendo a cualquier lado que decidas ir, no pienso seguir formando parte de tu manada.

El Alfa mostró sus colmillos afilados para intimidar a Allen, pero no logró hacer que cambiara de opinión por más asustado que se encontraba. No es un Hombre lobo cualquiera, poseía un don y lo hacía diferente a los demás; convirtiéndolo más fuerte que un Beta, pero siendo inferior a un Alfa.

Incluso su mismo Alfa no podía castigarlo debido a que posee un don muy poderoso y valioso.

—"Haz lo que quieras, Allen" —se fue de ese lugar corriendo con sus cuatro patas.

Al Alfa no le quedó otra opción que retirarse con la idea de que tarde o temprano Allen regresaría a la manada.

El chico pelinegro suspiró y tras escuchar los quejidos y gritos del Cazador corrió hacia él, el pobre chico se retorcía de dolor en el suelo, Allen tuvo que arrancar su ropa para tratar de salvarlo, pero no había nada que pudiera hacer ya… El veneno se extendió por casi todo su cuerpo y sus venas estaban saltadas.

—Lo siento, Douglas, ya es demasiado tarde.

—¿Por qu-qué me arde el cuerp-po? —le costaba trabajo poder hablar—. Es tan do-doloros...so.

—Te estás convirtiendo en un Hombre Lobo.

—No... Es-Eso no... pue-puede... ¡AAGHHH! ¡DUELE...!

Dio un grito aún más fuerte que los anteriores y su cuerpo comenzó a convulsionar por segundos. Después de eso le brotaron garras de sus dedos y sus ojos resplandecieron de un color brillante como el lapislázuli… un brillo azul.

Bab berikutnya