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Arco 2.5

"..."

"Humano...¿vas a dejarlos morir?"

Lumie apareció encima del escritorio. Sacudió su esponjoso pelaje, se estiró a lo largo y se acomodó como si estuviera en su propio hogar. Estaba tranquilo y despreocupado como de costumbre. Después de todo, no era visible para nadie excepto para Jen.

"¿De otro modo qué? ¿Esperas que los deje entrar y de paso invite a pasar a la niña de rojo?" Jen bufó. Se burló de la pregunta del sistema. "Son personajes. Están destinados a morir una y otra vez. De nada sirve que los salve, si eventualmente no sobrevivirán después del reinicio"

Lumie asintió. Enfocó sus azulados ojos de águila sobre el cuerpo de Jen, el cual estaba siendo abrazado por Tip. Lo miró con seriedad, frialdad y un atisbo de molestia.

"Simples personajes...como tu ¿no?"

Toda la ternura que estaba cubriendo a Jen, desapareció. Miró fijamente al sistema, y por un instante, no pudo aguantar los deseos de agarrarlo y estrujarlo.

"Tienes razón", siguió diciendo Lumie. "¿Por qué salvarlos si son simples personajes? Su destino es sufrir por toda la eternidad. Había olvidado...que a tí eso no te importa, salvo el hombre que tienes entre tus brazos. Pero por más que la mona se vista de seda, mona queda. No actúes como si no hubieses sido un personaje antes"

Jen incrustó sus uñas entre la ropa de Tip, quien no pareció inmutarse. Siguió dejando caer dulces besos sobre su pecho, ignorando su falta de atención. Toda la pasión que estaba sintiendo Jen, se desvaneció ante la aparición de Lumie. Fue como si le hubiese arrojado un balde de agua fría.

Jen había subestimado a esa bola de pelos. En el primer mundo, había estado tranquilo y sin sacar a relucir su mal carácter. Le había dado la impresión de que su relación no era tan mala como cuando se conocieron.

Ja. Jen se burló. Había olvidado que el sistema, por más que había escapado de la garra de los dioses, seguía siendo su creación. No podía evitar ser una abominación.

"Sistema, ¿estás desafiando mi paciencia? No olvides de que mundo vengo ni quien solía ser. Si me enojo, no creo poder contenerme"

¿Enojarse? Lumie quería reír ante sus palabras. Él era quien estaba realmente molesto en estos momentos. Durante décadas, observó como Jen envejecía, componía y pasaba monótonamente sus días junto a esta persona. En el mundo de la música, había sido testigo de cómo su negra aura de fantasma, se había desvanecido. Parecía una persona diferente y en la que se podía confiar; con la que quería acercarse. Pero ¿qué estaba sucediendo ahora? Abandonó a las personas que antes salvó. ¿Por qué? No lo entendía y eso lo ponía furioso.

El pelo de Lumie se erizó. Su pequeño cuerpo estaba tenso y listo para atacar en cualquier segundo.

"No me amenaces humano. Que estemos aquí ahora, es todo gracias a mi. Por no decir que, si deseas ayudar a tu hombre, me necesitas. No eres nada sin mi a tu lado"

"¡No lo metas en esto!"

"Pues no me amenaces, porque yo no soy quien tiene las de perder aquí"

Jen presionó los dientes. Su aura era cada vez más aterradora, sin un mínimo rastro de lujuria y cariño. Esto desconcertó a Tip, quien se separó de su cuerpo y lo observó sorprendido.

"¿Jen?"

Tip acarició su mejilla. Su tez no estaba rubicunda como hubiese esperado. Sus caricias no lo habían encendido. Algo había atrapado la mente de Jen, provocando que pusiera una expresión tensa e incorrecta.

Tip podía ver algo en lo profundo de sus ojos. Había ira, pero también, un pequeño rastro de duda.

Tip sonrió. Podía sentir cierta indecisión por parte de Jen; algo que tal vez él no había notado todavía. Había cerrado la puerta del aula para tratar de protegerlos a ambos, pero en el fondo de su corazón, no estaba conforme con esa decisión.

"No soy una buena persona"

Tip captó la atención de Jen, con unas simples palabras. Sus ojos se enfocaron en su persona, tratando de comprender lo que quería decirle.

"No salvaría a alguien a menos que pudiera obtener un beneficio de ello, o que fuera lo suficientemente importante para mi. Tampoco arriesgaría la seguridad de la persona que más amo por nadie; ni siquiera por mi mismo. Incluso si debiera elegir entre la humanidad y esa persona, no dudaría en entregar miles de vidas a cambio de ella"

Los dedos de Tip recorrieron el rostro de Jen. Tocaron su mejilla, mandíbula, frente, nariz. Acariciaron cada parte de esa cara, cuya mirada estaba enfocada en nada más que en él.

"Lo único que me interesa es que esa persona sobreviva, y si eso me hace una mala persona, no me importa. Jen...no te juzgaré. Lo que sea que hagas, no hará que mi amor por ti se reduzca. Desde que te vi, te tomé entre mis brazos y hable contigo, supe que eras esa parte que tanto me hacía falta. Ahora que te tengo, no me importa si debo sacrificar a todas las personas en este plano para garantizar que escapes"

Jen se sentía incómodo. No sabía cómo responder a las palabras y los gestos de su hombre. Él pensaba exactamente lo mismo. La persona que amaba estaba por encima de todo, pero no sabía porqué había un atisbo de duda en su interior.

Su cabeza, no paraba de recordarle lo que había dicho: "son personajes. Están destinados a morir una y otra vez". Sus mismas palabras, estaban ahora apuñalando su corazón.

Ciertamente, eran solo personajes. Que murieran una y otra vez, era parte de la programación que les habían implantado los dioses; pero eso no quitaba que él lo supiera mejor que nadie.

Jen entendía mejor que cualquiera lo que era sufrir por toda la eternidad. Él había sido testigo de lo dolorosos que los grilletes que ataban a los personajes.

El personaje principal solo debía brillar, parado arriba de un pedestal, mientras que todos los demás eran obligados a padecer bajo sus caprichos. Eran mundos injustos, y él lo sabía perfectamente. Aunque ese no era motivo suficiente como para arriesgar la vida de Tip.

Pero aún así dolía...dolía mucho.

Lágrimas bajaron por las mejillas de Jen. Una punzada de dolor atravesó su corazón; sentía como si estuviesen desgarrándolo por dentro.

Era tanto el tormento, que le costaba respirar. Quería huir de ese sentimiento, desaparecer esas dudas y dolor que le pesaban por dentro.

Tip besó sus lágrimas. Su boca se llenó de un sabor amargo y salado al mismo tiempo, sintiendo pena y angustia por su bebé.

Lumie también observaba la escena con incomodidad. Su diminuto cuerpo de sistema se contraía por dentro, generándole ciertas dudas. ¿Por qué me siento tan mal?, pensaba.

Toda esa ira que había surgido hacia Jen, se desvaneció en el instante en que lo vio llorar. Su situación lo hizo sentir, de alguna forma, culpable. Como si sus reproches, no hubieran estado bien.

Él era un sistema. Había viajado por cientos de mundos y sido testigo del sufrimiento interminable de muchos personajes. Era común en mundos de terror y supervivencia, pero también en historias de romance y fantasía. Nunca faltaban los desdichados.

Jen había sido uno de ellos. Había vivido en carne propia ese dolor, debiendo enfrentar una y otra vez el destino de ser odiado, temido, perseguido y marginado.

Lumie bajó la vista arrepentido.

'No me importa si debo sacrificar a todas estas personas para que tú sobrevivas'. Las palabras de ese hombre, resonaban en su pequeño e inteligente cerebro de sistema.

Jen había sido un personaje; comprendía el sufrimiento de esas personas mejor que nadie. Quizás, por ese motivo, Lumie esperaba que actuara de otra manera y los salvara. Era un pensamiento injusto, teniendo en cuenta que no hacía nada más que mirar.

Lumie se autorreprochó. Había dejado de ser un sistema, pero seguía pensando de la misma forma que uno. Deseaba que su anfitrión cumpliera con sus estándares y deseos, sin tomar en consideración su estado. Era...igual que esos dioses.

Tip mordió el labio inferior de Jen. Lo besó profundamente, sujetando su cabeza y asegurándose que no pudiera escapar de sus garras. Jugó con su lengua, bailando sobre su paladar y provocando que líquido plateado descendiera por su mandíbula.

Lo soltó cuando notó que le costaba respirar. Observó sus mejillas sonrojadas, ojos empañados por lágrimas, y una boca que inhalaba aire desesperadamente. Era una vista hermosa.

Dejó caer un suave beso y enseguida se puso de pie. Agarró uno de los bancos más cercanos y destrabó la puerta.

Jen contempló la escena desconcertado y preocupado. No pudo evitar ir corriendo hacia él, para ser testigo de cómo abría la puerta y dejaba que Rey y Rosé ingresaran.

Tip salió al pasillo, tomando la silla como arma y escudo. Se paró delante de la niña de rojo, sin un atisbo de miedo. Su expresión era seria y firme.

"¡Tip!"

Jen se quedó en el marco de la puerta observando cómo se enfrentaba contra ese ser, el cual no se inmutaba y seguía avanzando hacia él. Su atención estaba fija en Tip, a quien ya había catalogado como su presa.

"Bebé, a mi no me importa cómo seas. Bueno, malo...son simples adjetivos que no harán que deje de amarte. Pero si eso a ti te molesta, entonces lo cortaré de raíz. No tienes que cambiar nada. Yo haré hasta lo imposible por que no tengas que elegir"

Tip se abalanzó hacia la niña de rojo. Intentó golpearla con la silla, apuntando específicamente hacia su cabeza.

El monstruo gruñó y lo apartó de un manotazo. Su pequeña mano arremetió con una fuerza inhumana, provocando que Tip saliera disparado y la silla cayera a su lado.

Su espalda impactó contra la pared, pero eso no logró detener su ataque. Volvió a sujetar la silla y apuntó contra el cuerpo de la niña. Era un ser resistente, pero no creía que fuera invencible.

Jen se aferraba a la puerta con firmeza. Su corazón latía salvajemente. Estaba en pánico, observando como Tip se enfrentaba contra ese ser. Quería ir tras él, ayudarlo, pero su pierna lo convertía en un estorbo.

"¡Oye! ¡Monstruo! ¡Ven aquí!"

Jen trató de atraer su atención, pero nada parecía funcionar. Era como si la niña solo tuviera ojos para Tip; como si no pudiera ver a nadie más.

¿Cómo si no pudiera ver a nadie más?

En ese momento, Jen recordó lo que había sucedido previamente. El hombre que atrajo ese ser hacia ellos y los hizo huir, permaneció dentro de la habitación y no fue descubierto.

Pensando con detenimiento, la niña de rojo nunca los había atacado estando dentro. Siempre estaban vagando por los pasillos, cuando ella los encontraba y atacaba. Tal vez...no podía cazarlos a menos que estuvieran fuera del aula.

Jen decidió comprobar su teoría. Buscó una silla y se la arrojó con todas sus fuerzas. El pesado elemento impactó contra el cuerpo del monstruo, quien ni siquiera perdió estabilidad.

La niña no volteó a verlo, sino que continúo caminando hacia Tip. Jen ahora estaba convencido.

"¡Tip! Entra al aula, la niña de rojo no te ve si estas adentro"

Tip no dudó en seguir las palabras de Jen. Inmediatamente abrió las puertas del aula frente a él e ingresó. Trabó la entrada y se refugió entre unos bancos, tratando de ganar distancia e ideando un plan por si esto no funcionaba.

Sin embargo, Jen estaba en lo cierto. La niña de rojo pareció perder la ubicación de Tip y quedó inmóvil.

Enseguida Jen cerró la puerta y observó lo que estaba sucediendo desde la ventana. La niña de rojo dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el otro lado del pasillo. Parecía estar buscando a su nueva presa, ya que las que tenía, se les había escapado de entre los dedos.

Viendo como se iba, Jen suspiró de alivio. Se dejó caer al suelo, tratando de calmar el miedo que lo había invadido. Sus manos temblaban, cada vez que recordaba el enfrentamiento de Tip. Afortunadamente no había pasado nada malo.

De repente, una mano lo sujetó del cuello. Lo despertó de entre sus pensamientos y levantó con fuerza. Jen solo sintió una presión en su garganta, mientras Rey lo sujetaba por la remera.

Sus ojos brillaban de furia. Ahora que el peligro había pasado, era tiempo de saldar unas cuantas cuentas.

"¡Cerraron la puerta y nos dejaron afuera! ¿Cómo se atreven a hacernos eso? Creí que éramos un equipo"

"Estás vivo ¿o no? Finalmente abrimos y los rescatamos, a costa de nuestra propia seguridad. Si Tip hubiese resultado herido, yo mismo los habría enviado al infierno para que le hagan compañía. Eso te lo aseguro"

"¡¿Qué dices?! ¿Encima tienes el descaro de amenazarnos, cuando nos trataron como si no significamos nada?"

Rey sujetó la remera de Jen con más firmeza. Presionó sus dientes, tratando de detener el cosquilleo que sentían sus manos. Tenía ganas de golpearlo y descargar el enfado que estaba atormentándolo.

Rosé colocó su mano sobre su hombro y trató de mediar la situación. Comentó calmadamente.

"Es suficiente Rey. Ellos nos ayudaron. Cualquier otra persona no habría abierto la puerta y simplemente nos habría dejado morir"

"¿Y tengo que agradecerles por eso? Nos dejaron afuera, pero después nos permitieron entrar. Uy, pero que personas tan buenas y amorosas"

Rey hablaba en tono burlesco. No sentía que debiera agradecerles a Jen y Tip, en vista de que su intención original no era salvarlos.

Jen se zafó del agarre de Rey. Golpeó su mano y se apartó unos cuantos pasos de él. Observó con detenimiento a las dos personas que había conocido en este plano, y con las que había conformado un equipo. Era un grupo unido por pura casualidad y necesidad. Nada los mantenía juntos salvo eso.

Jen dio media vuelta y se encaminó hacia la salida. Planeaba reunirse con Tip, quien estaba oculto en el aula frente a ellos.

"A partir de ahora, cada quien irá por su cuenta. Es imposible para nosotros seguir siendo un equipo después de todo lo que sucedió. Ustedes dos, deberán depender de sí mismos de ahora en adelante. Adiós"

Jen abrió la puerta con seguridad. La niña de rojo se había marchado, y por un tiempo, no volvería a aparecer frente a ellos.

"¡Espera!"

Rosé rebuscó entre uno de los bancos y encontró un cuaderno sin usar. Arrancó una hoja y escribió una hilera de números. La dobló con cuidado y se la entregó a Jen.

"Este es mi número de teléfono. Si llegamos a salir de este lugar con vida, me gustaría reunirme con ustedes. Tal vez podríamos ser amigos"

Jen se sorprendió. Rosé había adoptado un comportamiento bastante extraño, teniendo en cuenta que habían sido abandonados y dejados a merced del peligro. Una respuesta normal sería como la de Rey. Ella era...rara.

Pero Jen no tenía interés en indagar demasiado. Lo que pensara Rosé, no le importaba mucho.

Guardó la hoja de papel sin más y salió del aula, con destino hacia Tip. Lo que fuera a suceder con Rey y Rosé, de ahora en más, ya no sería un problema para él. El equipo se había disuelto oficialmente.

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