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240) Chicas Malas

Regresé a mi habitación después de pasear con Helena. Era algo tarde, pero no demasiado. Sabía que aún debía cumplir mi promesa con mi hermana, y por lo que dijo, seguramente vendría a supervisarme.

Deshice todos los clones como me pidió. He estado reflexionando, y quizá tenga razón; podría darme un descanso de vez en cuando. Aunque, claro, esta será la única vez que lo haga aquí. Si me tomo un descanso, será en el [Feudo]; allí es más seguro.

Me acosté en mi cama e intenté dormir de forma natural, pero fue más difícil de lo que imaginaba. Hacía mucho tiempo que no lo hacía, y resultaba extraño no usar mis habilidades para conciliar el sueño. Sin otra opción, utilicé [Dormir], como todas las noches, y caí inconsciente como un tronco, con la alarma mental programada para despertarme temprano.

...

En las mazmorras, cerca de la entrada de la sala común de Slytherin, una niña pelirroja esperaba, oculta y vigilante. Aunque no había nadie para verla, algo que ella misma había asegurado, no lograba tranquilizarse del todo. Esperó y esperó, hasta que sintió un ligero toque en su hombro. Al girarse, no vio a nadie, pero eso era exactamente lo que esperaba.

Caminó hacia la entrada de la sala común y susurró la contraseña:

"Colmillo de Runespoor."

La pared se abrió lentamente, revelando la entrada. Ginny pasó con cuidado, inspeccionando el interior con cautela, como si temiera que alguien estuviera al acecho. Se dirigió hacia los dormitorios, pero pronto se desvió por un pasillo poco concurrido, uno que llevaba a una habitación particular: su objetivo.

Al llegar a la puerta, donde ya no había ojos que pudieran espiarla, Luna retiró la capa de invisibilidad que cubría su cabeza, revelando su rostro.

Ambas niñas comenzaron a susurrar conjuros sobre sí mismas, anulando el sonido de sus pasos, su respiración, su olor y cualquier señal que pudiera delatar su presencia. Habían practicado mucho estos hechizos y, aunque no eran perfectas, su habilidad era suficiente para llevar a cabo la misión.

Cuando se sintieron listas, aunque nerviosas, lanzaron un hechizo sobre la puerta, abriéndola en completo silencio. La habitación estaba a oscuras, pero no era problema para ellas. Sacaron de sus bolsillos un pequeño monocular alquímico: un aparato rudimentario, pero útil, que les permitía vislumbrar en la penumbra, aunque no muy claramente. Con él, divisaron a su objetivo.

Red dormía profundamente en la cama. Observaron su respiración y sus movimientos durante algunos minutos, asegurándose de que realmente estuviera dormido. Al confirmarlo, ambas se acercaron lentamente, como felinas acechando a su presa. Sus corazones latían con fuerza, y por un momento temieron que el ruido de sus latidos pudieran arruinarlo todo.

Finalmente, al estar lo suficientemente cerca, sincronizaron sus varitas como si lo hubieran practicado durante años. Dos luces rojas, conjuros silenciosos, surgieron de ellas e impactaron a Red, dejándolo completamente inconsciente. No eran hechizos particularmente poderosos; niñas de su edad no podían ejercer mucha fuerza mágica sin invocar verbalmente, pero solo necesitaban unos minutos.

Sin perder tiempo, ambas treparon sobre la cama. Sacaron pequeños frascos de sus bolsillos y, con precisión quirúrgica, vertieron gota a gota su contenido en la boca entreabierta del chico. Esperaron unos segundos con el corazón en un puño hasta confirmar que el Filtro de Muertos en Vida había surtido efecto.

Se bajaron de la cama y encendieron las luces, dejando escapar suspiros de alivio y agotamiento. La tensión del momento las había dejado exhaustas. Se quitaron la carga que llevaban encima y se estiraron, observando a su objetivo ahora inconsciente y vulnerable.

"Lo logramos..." murmuró Ginny, aliviada, aunque la angustia empezaba a invadirla.

"Sí..." respondió Luna, observando cómo Ginny sacaba otra poción de su bolsa y se acercaba de nuevo a Red.

La niña pelirroja miró a su hermano con una mezcla de enojo y culpa, pero solo por un instante. Luego, con manos temblorosas, comenzó a verter el contenido de la poción en su boca, lenta y cuidadosamente, para evitar que se ahogara.

"¿De verdad vamos a hacer esto?" preguntó Luna, en un último intento por detenerla. "Aún podemos arrepentirnos. Sí, todavía podemos..."

"Ya me decidí, Luna. Tengo que hacerlo. Él me obligó" respondió Ginny, mirando a su hermano con ojos llenos de lágrimas.

"¿Estás segura?" (Luna)

"Sí..." afirmó Ginny, con firmeza, como si nada en el mundo pudiera hacerla cambiar de opinión.

Mientras calculaba cuánto tiempo tendría que esperar para que la segunda poción hiciera efecto, Ginny se subió sobre el cuerpo de su hermano, sentándose a horcajadas sobre él. Lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, mientras una expresión de odio reprimido se reflejaba en su rostro.

"¿Por qué...? ¡¿Por qué me obligas a hacer esto?! Todo era perfecto. Todo iba bien... ¡¿Por qué tenías que ser un puta y arruinarlo?!" gritó Ginny, su voz quebrándose a medida que su enojo aumentaba. Luna, sin decir palabra, lanzó un hechizo para insonorizar la habitación, asegurándose de que nadie escuchara los gritos. "¿No éramos suficiente Luna y yo?" continuó Ginny, su voz cargada de desesperación. "¡¿Qué clase de hermano eres?! ¡No se suponía que fuera así!"

Con un movimiento rápido, Ginny abofeteó a su hermano, el sonido resonando en la habitación a pesar de los encantamientos. Su respiración era entrecortada, y su otra mano se apoyó firmemente en el cuello de Red, temblando de rabia.

"Pensé que todo era culpa de esa zorra que te engañó... Pensé que librarnos de ella sería suficiente para que las cosas volvieran a ser como antes. *¡Slap!* Pero no, resulta que eso solo era el comienzo. *¡Slap!* Tú, mi hermano, estás metido bajo las túnicas de más de una decena de brujas. *¡Slap!* ¡¿Cómo crees que me sentí al descubrirlo?! *¡Slap!* ¿No podías esperar unos años más?"

Ginny respiró profundamente, su pecho subiendo y bajando con fuerza, mientras su rabia se desbordaba en cada palabra.

"Incluso si no podías esperar... ¡¿Por qué fuiste tras otras mujeres cuando ya tienes todo lo que necesitas en casa?!" gritó, lanzando otra bofetada. *¡Slap!* "Luna estaba lista para darte todo si se lo pedías." *¡Slap!*

Luna, quien estaba terminando de sellar la puerta con encantamientos, se giró con una expresión de desconcierto al escuchar aquellas palabras, como si no pudiera recordar haber dicho algo semejante.

"Todo estaba bien..." Ginny soltó el cuello de su hermano, incapaz de seguir haciéndole daño. Su cuerpo temblaba mientras rompía en llanto, las lágrimas cayendo sobre el rostro inconsciente de Red. "¿Por qué no fue suficiente...?"

Se llevó las manos al rostro, intentando contener los sollozos que ahora se desbordaban.

"Espero que lo entiendas... Tú me obligaste a hacerlo. Ya que no puedo detenerte, ya que insistes en arruinarlo todo y en involucrarte con cada mala mujer que encuentras... lo único que puedo hacer es tomar medidas para evitar que tus estupideces destruyan con nuestro futuro." Se inclinó sobre su hermano, su voz quebrada por la angustia. "¡Yo no quería que fuera así!" gritó, su desesperación alcanzando el límite. "Pero tú me obligaste. Me aseguré de que te hagas responsable... de todo."

Ginny movió su trasero sobre la entrepierna de Red, notando que la poción estaba funcionando cuando algo duro se frotó contra sus partes sensibles. Era una poción extraña pero costosa, que podía permitir que hasta un muerto tuviera sus funciones sexuales activas.

Retrocedió, bajando los pantalones de su hermano, dejando libre su pene semierecto. Ginny no pudo evitar mirar aquel majestuoso miembro con una mezcla de asombro, miedo y furia. Las emociones se enredaban en su interior, creciendo con cada segundo que pasaba, cada latido acelerado de su corazón.

Se acercó lentamente, inclinando su rostro hacia adelante, y respiró hondo, dejando que el aroma invadiera su sistema nervioso. Una oleada de calor la envolvió, haciendo que su rostro se tiñera de un rojo intenso. Su corazón, que apenas había comenzado a calmarse, retomó su frenético ritmo, como un tambor de guerra.

Miedo... Nervios... Cada fibra de su ser gritaba que debía detenerse, pero algo en su interior, un impulso oscuro e ineludible, le decía que no tenía otra opción. La expresión tímida y avergonzada de una niña se desvaneció, sustituida por una mirada de odio y determinación. No había marcha atrás.

Ginny se paró sobre la cama y también se quitó la parte inferior de su ropa, dejando al descubierto su coño. Se arrodilló una vez mas, haciendo que las partes intimas de dos hermanos estuvieran a centímetros de distancia.

"¡Ginny! Aún podemos evitar esto..." Luna intentó una vez más convencer a su amiga.

"No, Luna, tengo que hacerlo... por nosotras." La voz de Ginny tembló levemente mientras dirigía su mirada al rostro de su hermano.

"Entonces no te olvides del hechizo anticonceptivo." Luna, dudando, murmuró.

Ginny asintió lentamente, sacando su varita con manos temblorosas. Pero al apuntarla hacia sí misma, se detuvo. Su mirada quedó fija en la punta de la varita durante unos segundos, permaneciendo inmóvil, dudando...

Finalmente, con un suspiro tembloroso, lanzó el hechizo sobre su vientre. La luz de la magia se desvaneció, y Ginny dejó caer la varita al suelo. Sin mirarla, se dispuso a cumplir su cometido, la resolución grabada en su rostro como una máscara impenetrable.

Sujetó el pene de su hermano, que se endurecía mas con cada toque, y lo posiciono para quedar dirigido hacia su entrada. Respiro fuertemente, tratando de tomar valor, y decidió acabar con esto de una vez, bajando sus caderas de golpe.

"¡AAAAHHH!" El grito de Ginny llenó la habitación mientras sentía que su interior era desgarrado.

"¡Ginny!" Luna gritó con preocupación, avanzando hacia ella con urgencia.

"Estoy bien..." respondió Ginny entre sollozos, pero era una mentira evidente. Las lágrimas rodaban por sus mejillas, traicionando el dolor que intentaba ocultar. Cada célula de su cuerpo vibraba con dolor, pero sabía que había elegido este camino, y no había vuelta atrás.

No era una niña cualquiera. Ginny siempre había sido fuerte. Incluso mientras sentía que su cuerpo estaba al borde de partirse en dos, reunió fuerzas para soportar el tormento. Intentó contener las lágrimas, pero fue inútil. A pesar de su vergüenza por mostrar tal debilidad, se aferró a su determinación. Nada la detendría.

Levantó sus caderas lentamente, sintiendo el ardor de su carne herida y dejando ver la sangre que ahora cubría el pene que le había quitado su pureza. 

"Ahora no vas a escapar" dijo Ginny entre jadeos, con dificultad, pero con una sonrisa de victoria en sus labi

Sus caderas descendieron una vez más, y el dolor punzante la atravesó de nuevo. Cerró los ojos, apretando los dientes, pero no se detuvo. Había tomado impulso, y nada podía hacerla retroceder.

Moviéndose hacia arriba y hacia abajo, Ginny dejó escapar una mezcla de gemidos y alaridos, cada sonido cargado de esfuerzo y sufrimiento. Sus manos se aferraron con fuerza a la ropa de su hermano, buscando estabilidad, buscando algo a lo que aferrarse mientras su cuerpo seguía adelante, impulsado por una voluntad inquebrantable.

Por suerte, no tuvo que seguir así mucho mas, pues la poción que le dio a su hermano hizo que las cosas terminaran rápidamente. Sintiendo los espasmos en la vara caliente que perforaba su interior, bajó sus caderas con fuerza y trató, por lo que parece, de unir su cuerpo con el de su hermano. Carga tras carga de semen, en una gran cantidad debido a la poción, se depositó en su útero sin mucha dificultad. 

"Listo..." dijo Ginny con la voz entrecortada, jadeando y con el rostro empapado de sudor. Su cuerpo temblaba, sus piernas estaban a punto de fallarle, pero se mantuvo firme, negándose a desplomarse.

Con ayuda de Luna, logró bajar del cuerpo de su hermano y se dejó caer al suelo, agotada. Desde ahí, observó cómo su compañera miraba fijamente a Red, o más bien, a su pene cubierto de sangre y fluidos. El miedo era evidente en los ojos de Luna.

"No tienes que hacerlo si no quieres, Luna. Conmigo es suficiente." Ginny habló en voz baja, intentando tranquilizarla. Sabía que su amiga tenía miedo, y lo comprendía. Lo que habían hecho no era bueno, ni justificable, y aunque Luna había pedido formar parte de todo esto desde el principio, Ginny no estaba dispuesta a obligarla a continuar.

"No..." dijo Luna cerrando los ojos, apretando los puños.

La niña de ojos saltones se acercó a Red, tomando su pene ensangrentado y cubierto por sus propios jugos y los de Ginny. Para asombro de su amiga, en ese mismo instante, Luna bajó su cabeza y metió ese pene hasta el fondo de su garganta, encerrando los labios en la base y luego subiendo lentamente con lágrimas corriendo de sus ojos.

*glup*

Para cuando la polla de Red estuvo fuera de la boca de la niña, ya estaba completamente limpia, sin rastros del sexo sangriento anterior.

"Amigas para siempre, eso fue lo que prometimos" dijo Luna con una determinación renovada en su mirada.

Sin dudar, subió sobre Red tal como lo había hecho Ginny antes. Sin necesidad de despojarse de su ropa, Luna simplemente acomodó su vestido blanco, carente de ropa interior, y dejó que sus caderas descendieran con cuidado, con un movimiento deliberado y más contenido que el de Ginny.

Los ojos de Luna se llenaron de lágrimas al sentir como su inocente coño era abierto poco a poco. El dolor era fuerte, pero eso no la detuvo, simplemente extendió su mano hacia el rostro del niño inconsciente y lo acaricio, sin mostrar un odio o frustración como Ginny.

Luna comenzó a moverse con lentitud, estableciendo un ritmo constante que le permitía mantener su respiración bajo control y reducir al mínimo las lágrimas que amenazaban con desbordarse. Sus gemidos resonaban con un tono distinto, casi como un cántico tenue. A pesar de la delicadeza de sus movimientos y la fragilidad de sus caderas más delgadas, logró cumplir con su cometido.

En poco tiempo, aunque quizás unos segundos mas tarde que Ginny, Luna sintió como esa vara que perforaba su interior, dejaba escapar un cálido líquido que parecía marcarla tanto física como espiritualmente. Sintió como su pequeño interior era llenado por completo antes de levantarse y dejar la cama, con las piernas débiles.

"Listo..." dijo Luna, su voz apenas un susurro, reflejando el mismo agotamiento que Ginny. Sus ojos estaban débiles, cansados, pero todavía mantenían su brillo.

"No, aún no..." respondió Ginny con un nudo en la garganta, observando a su amiga en ese estado. La culpa la invadió como una ola helada; nunca debió arrastrar a Luna a esto. Se sintió indigna de alguien tan noble y leal, alguien que era más que una amiga, una verdadera hermana para ella. "Aún falta algo."

Ginny se acercó cojeando y sin dudarlo, metió el pene de Red en su boca al tal y como Luna había hecho antes. Se ahogó un poco en el proceso, pero logró limpiarlo todo de una sola vez y tragar los restos de sangre y fluidos a pesar del asco, mirando a Luna con intensidad.

"Amigas para siempre..." susurró Luna, entrelazando su mirada con la de Ginny.

"Amigas para siempre." Repitió acercándose a su amiga.

Ambas niñas compartieron un beso teñido con la sangre en sus labios, sellando lo que parecía un pacto inquebrantable entre ellas. Ambas habían cometido este crimen, pero en lugar de complicar la relación, solo lo hizo mas fuerte.

Juntas, giraron sus miradas hacia Red una vez más. Había tristeza en sus ojos, pero también un cúmulo de emociones contradictorias: amor, ira, y una resignación amarga.

"Espero que no se enoje cuando se entere..." murmuró Luna con un tono apenas audible.

"Pasarán años antes de que lo sepa, y si todo sale bien, nunca necesitará enterarse." La voz de Ginny se endureció, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de desprecio y amor al mirar a su hermano. Su mandíbula se tensó al añadir "Es su castigo por ser una furcia que no respeta la santidad del hogar."

Con un último vistazo al cuerpo de Red, ambas niñas comenzaron a limpiar el lugar, intentando borrar cualquier rastro del crimen. Cuando todo estuvo en orden, se apoyaron mutuamente, sus pasos torpes pero sincronizados. Cubiertas bajo la capa de invisibilidad, se dirigieron a la Sala de los Menesteres. Allí pasarían la noche, intentando recuperarse de lo que acababan de hacer, en esta noche de Halloween, noche que marca sus vidas y jamás olvidaran.

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3er Capítulo Adicional

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