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A Diez Girasoles De Ti

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Las palabras no me salen al hablar de esto, porque cada vez que lo pienso, más la amo y menos quiero recordar. El dolor de amarla siempre está arraigado a mi corazón, mientras una me besa es cuando la otra me violenta y cuando más lo pienso, más la lloro. A diez girasoles de amarla en el espacio entre nosotras y las cosas que pasaron, la amo y la lloro, aún la lloro como si fuera a volver o si crecieran cosas a causa de mis aguas sanadoras, aún la pienso pero no como la primera vez que la vi, todo dio vuelta y sigue haciéndolo, aún la tengo arraigada a mí piel y ella lo sabe. Mi oscura piel la tiene marcada, mi negra piel la esconde y cuando me lavo, intento lavarme su nombre pero no puedo. Entre más libros de poesía lea, más la recordaré. Escribo poemas con el deseo de sacarla pero no sale, sigue pegada a mi negra piel, a los rulos de mi cabello y a la locura de mi corazón, la amo y la lloro, pero ella no volverá.

Chapter 1Paleta

Corríamos por el medio de aquellas personas, mientras sonreiamos, eso era lo que nosotras dos hacíamos a los diez años mientras aún podíamos excusarnos en que éramos niñas y eso estaba bien, no debíamos excusarnos vagamente en nada más, no como lo haríamos en el futuro para no romper nuestros corazones.

Ella era una niña con un papá, una mamá y una hermana mayor, de las que iban los domingos a misa y luego pasaban todo el domingo en un centro comercial, todo demasiado lindo. Yo, en cambio, vivía con mi abuela que fue prostituta y tengo unos padres, que por lo poco que se, fueron demasiado conchudos y me dejaron apenas salí por las piernas de mi madre, aunque no me quejo porque mi abue es esposa del dueño de una librería y es probablemente atea.

Ella era demasiado diferente a mí y yo era demasiado necia para ser su amiga, pero Ángela y yo éramos buenas y libres cuando estábamos juntas. Así que no importaba si yo era atea y ella creía en Dios, incluso si ella era linda y yo un vómito de duende, estando juntas eso jamás importó.

— Martina— me llamó la pequeña Ángela cuando me quedé viendo el vestido en aquella vitrina.

Ella y yo nos conocimos en el colegio, en el 2010 y el primer día de clases, ella era nueva y yo una idiota que no sabe socializar, así que eso estaba bien, porque ella es muy parlanchina y me compro para toda la vida con una paleta de limón, vivíamos muy cerca y su mamá compraba libros para niños a Pacho, el marido de la abuela. Luego de unos meses siendo uña y mugre, nos volvimos mejores amigas y su mamá me conoció, una señora dulce casada con la reencarnación de Satanás y con una hija mayor obsesionada con un actor coreanos de un drama que parecía un croissant con su peinado, aunque nunca le gustó que le dijéramos así (aún odia que lo hagamos, pese a que el tipo evolucionó en estilo y belleza)

Así pasaron varios años, demasiados, hasta que nos desarrollamos y ahora tenemos cuerpos maduros pero seguimos siendo las tontas que se ríen si dicen aceituna o pastel de pollo.

Ahora estábamos en el penúltimo año del colegio, somos medianamente conocidas por prestar los lápices (y porque insulte a un profesor). Además de eso, la gente me tiene un poco de miedo y no lo entiendo, pero así es la cosa.

— Deja de hacer esa cara— me regaña Ángela con dos sandwiches en sus manos, así que la ayudo y recibo el mío— Por eso nadie se acerca a ti.

— ¿Y eso a mí qué?— digo luego de morder la delicia en mis manos— Me da pereza la gente.

— También te burlas de la gente— me recuerda mi querida y chismosa amiga— Especialmente, de los chicos.

— Son demasiado volátiles— me excuso y es que es la verdad, son divertidos— No les dan algo y golpean paredes.

— No todos—

— Claro, nunca he visto a Paco hacer babosadas—

— Paco es posiblemente gay— susurra Ángela, como si fuera un secreto.

— Eso no lo hace menos hombre— digo para luego suspirar, ella me mira con arrepentimiento y yo solo le doy una mirada comprensiva— Además, aún no sabemos si es gay o no, no nos ha dicho nada.

— Lo lamento— se disculpa Ángela.

Mi querida amiga anda muy adoctrinada en su religión y suele hacer comentarios un poco fuera de lugar, a veces deseo que mire más allá de lo que le enseñan en su religión.

— Ella es rara— susurra Ángela y señala a la chica nueva, entró desde el primer día pero no se acopla bien y es extremadamente hermética con todos.

— Puede ser rara, pero es interesante— susurró yo también.

En ese momento, somos interrumpidas por Paco, un niño flaco y pequeño de cara bonita. se hace entre nosotras y nos saluda, Paco se queda mirando por un buen tiempo a Ángela y eso me hace sospechar un poco de qué a este tipo le guste la cristiana del colegio, que raro.

— ¿De quién hablan?— cuestiona Paco, ya sabe que somos chismosas.

— De Paula— susurra Ángela, aunque lo hace en un tono muy alto, porque Paula nos mira y se dirige a nosotros.

La verga que nos va a llevar.

— Hola, queridos compañeros— nos saluda Paula, veo que Paco y Ángela se quieren orinar en sus sitios— Podrían, encarecidamente, dejar de hablar de las personas.

— Disculpa— susurra Ángela mirando sus pies.

— Tengo que admitir que tú sarcasmo me gusta— le hablo a Paula y ella me sonríe, mientras Ángela entra en visible pánico— Y tienes una sonrisa hermosa— la halago porque es verdad y mentirosa no soy— Pero no podemos, el chisme es divertido.

— Deja de serlo cuando se trata de ti— me reprende Paula y eso me hace sentir una extraña curiosidad hacia ella.

— No lo hacen en mal plan— intenta defendernos Paco pero no se da cuenta de lo curioso de la situación, nadie se da cuenta.

— Calla— le digo a Paco— Solo eres rara e interesante para nosotros.

— No, Martina— dice Paula y me sorprendo al saber que ella sabe mi nombre— Soy rara para todos y no es lindo sentirse raro— y luego se va.

Me quedé mirando cómo se va mientras Ángela y Paco hablan de lo raro que fue eso. No fue raro, está al límite de insultar a todos y eso será interesante.

Luego de eso, volvemos al salón de clases y me duermo. Me regañan y casi gritando, me mandan al frente para no seguir durmiendo, mientras mi pupitre está al lado del escritorio del profesor, puedo notar cosas interesantes; como lo linda que se ve Ángela concentrada y lo aburrida que se ve Paula, me quedó mirando cada una de las estupideces que hacen mis compañeros hasta que puedo irme a mi casa.

Mientras salgo de este infierno, empujando a algunas personas, Paula se hace al lado mío y al salir, me tomó de la mano y me aparta del montón de gente.

— Siempre tuve la duda de porque nunca tuviste novio— dice ella con una sonrisa— Y ahora tengo la sospecha de que se debe a que no estás muy interesada en los chicos.

— ¿Qué?— pregunto algo desorientada.

— Te gusta la cristiana— dice ella, demasiado directo para mi mente.

Puede ser real, al carajo, es real.

Me di cuenta de esto hace algunos meses y eso es curioso, porque yo estaba segura de que eso jamás pasaría y terminó pasando.

— Callate— es lo primero que se me ocurre decirle luego de poner mi mano sobre sus labios.

— No diré nada, pequeña lesbiana— susurra quitando mi mano de sus labios— No es lindo que chismoseen sobre ti ¿Qué pasaría si esto se revelará?— me quedo muda ante sus palabras— No es algo que yo haría, decir esto. Ahora detente, no hables más de mi.

— ¿Vas a explotar?— cuestionó y ella me regala una bonita sonrisa de boca cerrada.

— Si— acepta— Y no quiero involucrarte, me caes bien.

Ella se va y luego yo me voy para mi casa, necesito analizar todo esto con una buena taza de café y tostadas.

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