Álvaro miro a Eduardo, quien deliberadamente giro la cabeza para ignorar su mirada. Indudablemente lo había hecho a propósito. Para el niño, Álvaro era muy arrogante. Aunque era mas poderoso que su padrino, no lo admitía. Pero Álvaro no sabía nada de eso. Solo miro a su hijo y pensaba que todavía tenia un largo camino por recorrer antes de que su hijo pudiera aceptarlo.
Samara se había despertado hace mucho tiempo, estuvo escuchando la charla de los dos y se divertía mucho. Nunca había pensado que Álvaro sería tan inmaduro como para pelear con un niño, lo que la dejaba sorprendida.
Al ver que Álvaro estaba enfadado, Samara finalmente no pudo evitar estallar en carcajadas.
-Mama, ¿estas despierta?
Al escuchar la risa de Samara, Eduardo se dio la vuelta rápidamente y miro a Samara con preocupación.
-Si. -solo entonces Samara se dio cuenta de que, para cuidarla, Eduardo ponía la mano sobre la de ella todo el tiempo. - ¿Esta tu brazo entumecido? Hijo mío, ¿Por qué no quitas la mano? -Samara se levantó rápidamente y soltó la mano de Álvaro.
Cuando dejo la mano de la mujer, el sintió un poco de decepción. Cuando se dio cuenta de que ella ni lo había mirado desde que se despertó y había centrado toda su atención en Eduardo, Álvaro se sintió aún más descontento.
También era un paciente, ¿Por qué no se preocupaba por él? El hombre empezó a toser, con la esperanza de atraer la atención y la preocupación de Samara. Desafortunadamente, Eduardo lo entendió y dijo:
-Mama, ya no puedo mover mi brazo.
-Esta bien. Déjame frotarlo. -cuando Samara escucho la tos de Álvaro, quería mirar hacia atrás, pero al escuchar las palabras de Eduardo, inmediatamente puso toda su atención en el brazo de su hijo.
Para ella, Eduardo todavía era un niño. Acababa de experimentar algo tan terrible y con el fin de cuidarla, sus brazos se habían entumecido. Como madre, no podía ignorarlo. En cuanto a Álvaro, él era un adulto y también podía llamar a un médico, por lo que no debería tener ningún problema. Por eso, Samara dejo de pensar en el hombre.
- ¿Estas mejor? -Samara le pregunto levemente a Eduardo.
El pequeño asintió y dijo:
-Estoy mucho mejor, pero todavía me siento entumecido. Mama, frota mi brazo un poco más.
-Vale. -Samara sonrió y dijo en voz baja: -no seas tan tonto en el futuro. Si me quedo dormida, saca tu mano de mi cabeza. No voy a despertarme por eso.
-Lo se. -Eduardo rio felizmente y saco la lengua a Álvaro para ostentar el amor de su madre.
Álvaro se sintió deprimido. Fue despreciado por su hijo y, además, su esposa no se preocupaba nada por él.
- ¡Me duele! -Álvaro frunció el ceño, se cubrió el pecho y resoplo, mostrando una expresión de mucho dolor.
Samara se dio la vuelta rápidamente y entro en pánico cuando vio la cara pálida de Álvaro que estaba sudando.
- ¿Qué te pasa? ¿la herida se ha abierto otra vez? Iré a buscar un médico. ¡No te muevas! -Samara se puso muy nerviosa, se dio la vuelta y salió corriendo.
Su velocidad sorprendió mucho a Álvaro. Eduardo lo miro con desdén y dijo:
-Eres un adulto. ¿Por qué usas una medida tan torpe para competir conmigo? ¿no tienes vergüenza?
Álvaro dijo con indiferencia:
-No importa que medida haya tomado. Solo quiero mostrarte que tu madre se preocupa por mí.
-Sinvergüenza. -Eduardo cambio de opinión sobre Álvaro. Este hombre era tan inmaduro.
Sin embargo, Álvaro no estaba avergonzado. En cambio, estaba tan orgulloso y alegre que toco la herida de su pecho.
-Mereces el dolor. -dijo Eduardo sin ninguna simpatía. Después, salto de la cama y le dijo al guardaespaldas que estaba fuera: -Quiero salir a dar un paseo. Por favor, acompáñame. -Después de experimentar el secuestro, no se atrevió a salir solo. Sin embargo, Eduardo no quería quedarse con Álvaro. Entonces decidió salir para no verlo.
Álvaro creía que su hijo era cruel.
-Eduardo, ¿realmente no te importo? -Álvaro grito con ira.
Eduardo dijo sin mirar atrás:
-No te preocupes, no vas a morir. Se dice que la gente mala vive mucho.
-Pequeño, ¿Qué dices? Ah -ahora era verdad que su herida se había abierto.
Se cubrió el pecho con la mano y puso ver la sangre otra vez. Álvaro sonrió amargamente. Estaba tan débil solo por una herida pequeña. No era así cuando era joven. Álvaro siguió reflexionando sobre si mismo. Samara ya había entrado con el médico y la enfermera.
-Doctor, esta sangrando. -Samara estaba nerviosa. Se preocupaba mucho por la herida del hombre. Ella acababa de recuperar su relación con Álvaro y quería que sus hijos pudieran obtener el amor paternal, por lo que no podía volver a perder a Álvaro.
Si el supiera lo que ella estaba pensando, se deprimiría más. Al ver sus ojos ansiosos y que no se había dado cuenta de que Eduardo había salido, Álvaro rio con satisfacción.
-Estoy bien, no te preocupes.
-De ahora en adelante, quédate en la cama todo el tiempo. No puedes moverte sin mi permiso. -Samara se preocupaba mucho por este hombre. La herida de su pecho era grave, además, su tipo sanguíneo era raro y cualquier accidente podía matarlo.
Al ver a Samara tan enfadada, Álvaro dijo rápidamente:
-Prometo que no me moveré. Incluso si tengo que ir al baño, te informare primero. Si no me dejas ir, me contendré.
El medico y las enfermeras no pudieron evitar reírse a carcajadas y la cara de Samara se puso roja al instante.
- ¿Qué tonterías dices? -Samara creía que él lo había hecho a propósito. Nunca había imaginado que un hombre frio e indiferente tuviera tantos cambios de carácter. Incluso decía estas tonterías delante de todo el mundo.
Sin embargo, Álvaro no se sintió avergonzado. Sonrió y miro a Samara fijamente. Incluso la mujer no podía soportar su mirada cariñosa.
-Doctor, ¿Cómo esta? -Samara esquivo su mirada.
El medico sonrió y dijo:
-Esta bien. Solo tiro de la herida y le hare otro vendaje.
-Gracias, doctor.
Después, Samara miro la cama de Eduardo y se dio cuenta de que el niño había desaparecido.
- ¡Eduardo! -inmediatamente se puso nerviosa e incluso quiso darse la vuelta y correr para buscarlo.
Álvaro la detuvo rápidamente.
-Eduardo ha salido a dar un paseo. Hay guardaespaldas que lo acompañan. No tienes que preocuparte. Josué traerá comida en un rato y Eduardo volverá.
Al escuchar las palabras de Álvaro, ella se calmó.
-Me asuste mucho.
-No te preocupes, no dejare que sufra más. -Álvaro sabia cuanto daño había causado la desaparición de Eduardo. Incluso el medico podía sentir su intensa emoción y decidió salir de esta habitación.
-Señor, esta todo listo. Solo ten cuidado de no hacer ejercicio. Si nos necesita, puede llamar. -el medico sonrió y se fue.
Samara de repente se dio cuenta de la mirada extraña del médico, entendió y se sonrojo:
- ¿Qué está diciendo? No vamos a hacer…
Al escucharlo, los presentes se rieron más.
-No te preocupes. Lo entendemos. -mientras hablaban, rápidamente salieron de la sala.
Samara tenía tanta vergüenza que se encendió.
-No hicimos nada. -su grito hizo reír a Álvaro. - ¡Todo es culpa tuya! -Samara lo miro con enfado y se mordió el labio inferior.
Había pasado mucho tiempo desde que Álvaro había visto a Samara así. De repente estaba ardiente y sintió como si una pequeña llama saliera de su parte inferior y se extendiera rápidamente por todo el cuerpo.
- ¡Ven aquí! -la voz de Álvaro era un poco ronca. Samara lo entendió rápidamente por su mirada cálida.
- ¡No! -ella se negó directamente e incluso inconscientemente dio un paso atrás. En ese momento, ella era como un conejo asustado. Mientras Álvaro hiciera un movimiento, ella se daría la vuelta y huiría.
Álvaro dijo en voz baja:
-Ven aquí, tengo algo que decirte. Es sobre Eduardo.
Al escuchar el nombre del niño, Samara se quedo aturdida por un momento y se acerco con dudas. Pero antes de que pudiera alanzarlo, Álvaro extendió su mano y tomo el brazo de la mujer para abrazarla.