ANTHONY
Al día siguiente desperté pero estaba solo en la cama. Me asombró aquello ya que creí que despertaría en los brazos de mi amado Gabriel, pero no fue así.
Me levanté y lo llamé pero solo el silencio me respondió, él no estaba aquí. Ni en el baño ni en ninguna parte. Me lavé y vestí para irme de aquí. Pero al querer abrir la puerta comprobé que estaba cerrada con llave.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza, fuí hacia las ventanas pero para mi pesar tenían rejas. Estaba encerrado en esa habitación.
Pero no entendía por qué Gabriel me dejó encerrado en su habitación sin siquiera dejarme una nota. ¿Qué estaba pasando? Pero lo que sea que pase, no me quedaría de brazos cruzados esperando a que él llegue.
Empecé a buscar algo para poder forzar la cerradura, busqué por toda la habitación hasta encontrar una daga. Me sorprendí ya que no imagimaba a Gabriel con algo así.
Pero inmediatamente recordé cuando Mefis me violó y golpeó en Recreación. Gabriel llegó y me ayudó, recordé el momento en que ví a Gabriel apuntar al lunático de mi ex novio con esa misma daga.
La sujeté con ambas manos cerrando los ojos y suspiré profundo. Luego los abrí y me dirigí a la puerta, donde usé la daga para forzar la cerradura. Tras unos momentos, la puerta se abrió y tras guardar la daga en mi bolsillo salí de la habitación.
Tenía que llegar a la puerta de calle e irme de aquí para nunca más volver. Pero a medio camino escuché la acalorada voz de Fausto y me desvié hacia esa dirección sin saber por qué.
Llegué a una puerta semiabierta, me acerqué sin hacer ruido y ví. Estaba Fausto y Gabriel, mi amado tenía la mirada dura y vacía. Respiraba entrecortado mirando la nada.
— Hijo, te estás hablandando. Y todo por culpa de Anthony Archer — dijo Fausto con dureza — Tendré que tomar medidas al respecto — Al oír aquello Gabriel miró a Fausto con odio intenso, al punto que su padre sonrió con crueldad oscura — Así está mucho mejor....Gabriel.
— Deja a Anthony en paz o te aseguro que lo lamentarás....Fausto
— Hijo no es bueno que me amenaces
— Hijo ajam claro, como no. Sobre todo porque actúas como un verdadero padre.
— No soy precisamente bondad
— Solo....deja a Anthony en paz ¿estamos?
— Estamos, pero no debes hablandarte. Recuerda que no te está permitido hacerlo.
Gabriel reflejó un intenso dolor en su rostro, dolor que fue ignorado por su padre.
— Retomando lo nuestro ¿cómo es eso de que no acudirás a la fiesta de tu novio oficial? Es su cumpleaños.
— Padre, ese vejestorio nunca fue ni será mi novio. Metetelo en la cabeza de una buena vez. Tiene cincuenta años.
— Cincuenta y uno para ser exacto — dijo burlitamente Fausto — Pero sabes que es indispensable su cooperación para mis negocios. Y su precio eres tú.
— No me interesa
— Quiere tenerte un par de días como regalo de su cumpleaños hijo.
— No voy a ir, no quiero que siga tocandome así. ¡Es repugante!
— Debe firmar los documentos hijo, luego serás libre. Habíamos hablado al respecto Gabriel.
— ¡¿Por qué no lo matas de una maldita vez padre, en vez de seguir prostituyendome con ese viejo degenerado?!
— Por eso te dije que te estás hablandando....hijo. Y todo se debe a Anthony.
—¡No!
— Es la verdad, antes de que él aparezca en tu vida no te importaba que el viejo Conde te lleve a su cama. Eras perfecto para el trabajo. Pero ahora que te enamoraste....
— Padre dijiste que cambiaste, que ya no eras un monstruo y sé que es así.
— Por supuesto hijo. No te pediría que hagas ésto si no fuese necesario....
— En ese caso entiendeme. Ya no puedo más.
— Finge, como lo hiciste siempre
— No....no puedo....ya no....papá por dios....
Gabriel se abrazó a sí mismo temblando mientras cerraba los ojos. Aquello hablandó a Fausto quien suspiró profundo.
— No demuestes debilidad hijo o serás vulnerable ante los demás. Recuerda que todos son enemigos.
— No, no todos. Anthony no es mi enemigo sino mi amado novio.
— Lo sé, ese dorado chico te encandiló pero también te debilitó. Y ese viejo aún no firmó los últimos documentos. Así que tendrás que hacerlo. O...
— ¿O qué?
— O me aseguraré de que no vuelvas a ver a Anthony Archer nunca más.
— ¡Maldito! ¡No podrás alejarme de Anthony! ¡Así como no pudiste separar a Orfen de Liam!
— Insisto Gabriel, pareciera que Orfen es tu padre y no yo.
— Maldito
— Ahora inventale a Anthony una excusa y luego irás a ver a ese viejo. Hazlo felíz por dos días y asegurate de que firme los papeles antes de que pase a mejor vida ¿entendido?
Gabriel lo miró sin vida alguna. No podía dar credito a lo que escuché y ví. La desesperación me invadió pero el mayordomo me sujetó por detrás y me obligó a entrar. Fausto y Gabriel me miraron asombrados.
— Lo encontré husmeando fuera señor
— Anthony — mi amado me miraba asombrado y nervioso — ¿Cómo saliste de la habitación?
El mayordomo me quitó la daga y se la entregó a Gabriel. Fausto reía como si estuviese viendo una película de humor, mientras preparaba una jeringa.
Me asusté y empecé a forcejear.
—¿Qué me hará? — miré a Gabriel desesperado — Mi amor....por favor....ayúdame.
— Debiste quedarte en la habitación mi vida — él me miraba desolado y yo empezaba a llorar amargamente.
Sentí el pinchazo en mi cuello e inmediatamente el cansancio me invadió. Pude oír a mi amado decirle a su padre.
— Será solo un día padre, no pienso quedarme más tiempo con ese pervertido.
— Haz que parezca un ataque cardíaco hijo. Sé que puedes hacerlo.
— A cambio lleva a Anthony a mi habitación y que no le pase nada ¿entiendes padre?
—Perfectamente. Anthony olvidará todo esto. Que te sirva de lección para la proxima vez.
Luego no sentí y ni ví nada más. La oscuridad se adueñó de mí al completo.