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CASUALIDAD O CAUSALIDAD

                                 (***)

Complemente perdida, tengo la mirada fija en mi cuaderno, con un bloqueo en la mente. Sin ningún tipo de idea o borrador. Se siente como si hubiera perdido la imaginación por completo, como si mi mente perdiera la capacidad de crear y plasmar conceptos en una hoja o pantalla. Llevo al rededor de quince minutos leyendo y buscando defectos en un mismo párrafo. No he hecho el más mínimo esfuerzo por escribir algo nuevo. Simplemente repaso cosas que ya están escritas hace meses.

Cerré la libreta, puse sus respectivas tapas a las lapiceras que debería haber utilizado y salí de mi habitación. Tal vez comer algo podría  refrescar la circulación de mi cerebro así que tomé un tazón con pizza que había en la heladera.

No debería estar malgastando mi tiempo, no debería permitir este tipo de bloqueos, esto no debería pasarme con algo que amo y me apasiona, no ahora; no puedo permitirmelo.

Inconscientemente recordé como Kol me ayudaba  en los momentos como este:

"—Deberíamos ir al café y tal vez así se te pase el bloqueo ese que tienes.—Una sonrisa sentida plasmaba el rostro de Kol mientras paseaba su dedo indice sobre el mármol de la mesada.

—Sólo quieres ir y comer tostados, chiquito. No me quieras ver la cara de estúpida.—Asia entrecerraba sus ojos mientras tomaba algunas cosas para salir. Accediento a la petición de su cómplice.

—Que observadora, aunque también quiero ayudarte, sabes que lo haré.— Guiñando un ojo hacia la joven, comenzó a caminar directo a la entrada de la casa."

Era verdad, la mayor parte del tiempo podía superar el bloqueo entre risas e ideas que Kol decía al azar. Di dos, tal vez tres mordiscos a mi porción de pizza antes de buscar lo necesario para salir de la casa. Iría al café, buscaría alguna forma de obtener una idea.

No voy a  volver sin algún borrador en mi cuaderno.

Algunos minutos después, estaba subiendo al segundo piso de la cafetería, ya había hecho mi pedido en la entrada. Aunque venía por inspiración, no podía simplemente ocupar un lugar en el establecimiento  y no pedir nada.

Mi camino hacia mi mesa fue súbitamente pusado por la presencia de otra persona en ella. Un chico de cabello gris y ropa ancha se encontraba posando su trasero en una de las dos sillas, aparentemente muy cómodo en un lugar que por ley (y una gran nota que indicaba que estaba reservada), no le correspondía. En mente tenía dos opciones: la priemra, era volver a bajar y comentarle esto al personal para que lo retiraran de mi mesa y la segunda, era hablarlo directamente con él. Invitarlo a buscar otra mesa de la forma más amable posible.

Opté por la segunda opción. No iba a volver a bajar, mi holgazanería no iba a permitirmelo. En este, como en el resto de universos y otras vidas, posiblemente sería  igual de perezosa.

Estoy segura.

A paso firme, comencé mi trayecto hacia la mesa, buscando las palabras correctas para hacer que el desconocido fuera a posar sus nalgas en otra mesa.

Alguna que no esté ocupada.

—Disculpa— Moví ligeramente uno de sus hombros para conseguir su atención.— Creo que estás sentado en la mesa equivocada. Tengo una reservación... En esta mesa... Para hoy.

Rápidamente el desconocido se puso de pie, parándose frente a mí con una pequeña y tímida sonrisa.

—Lo siento, debo haberme confundido.

—Sí, seguro fue eso.

Puedo jugarles que creía ser la persona más despistada del país, pero al parecer no lo soy. El desconocido, aún estaba frente a mí con esa sonrisa. Aparentemente sin ánimos de juntar sus cosas y mudarse momentáneamente a otra de las mesas libres. De alguna forma me reconforta el saber que después de todo, no soy tan mala para las indirectas.

Algo incómoda e impaciente, continué  diciendo:

—Entonces...

—Sí, lo siento. Podemos compartir la mesa si quieres, veo que vienes sola y puedo ser invisible si así lo deseas. No molesto mucho.—Movió sus cosas hacia la silla contraria a la gran ventana a la vez que me invitaba a sentarme frente a él con su mano.

Eso fue... Extraño.

Reí ante la situación y me senté frente al aún desconocido. Mi personalidad no me permitía ser descortez. Algunos segundos después, una chica me trajo mi orden.

Se supone que, al venir tan seguido durante tantos años aquí, ya debería conocer y memorizar a todo aquel que trabaja aquí. Pero la realidad es que los empleados rotan constantemente, para así brindarle la posiblidad de un trabajo seguro a todo aquel que lo necesite. En su mayoría son estudiantes que buscan algo de medio tiempo.

Al único que conozco es a Río, un joven algunos años mayor que yo, que necesita de dos trabajos para poder vivir decentemente en esta ciudad.

Es una gran persona.

—Entonces, ¿Cómo te llamas?.— El desconocido me sacó de mis pensamientos fortuitos e inconscientes.

—Sí, no nos presentamos.— Me acomodé en mi silla para una mejor impresión bajo la atenta y profunda mirada del desconocido.— Mi nombre es Asia, un gusto.

Levanté mi mano para estrecharla con mi incógnito acompañante.

—Asia, que nombre tan original. Como el continente, hermoso, abundante en conocimientos y cosas por descubrir. Yo soy  Corban Fray. El gusto es mío.— Finalmente estrechó ambas manos. Finalizando su profundo análisis sobre mi nombre.

Aparentemente muy filosófico.

Con un agradecimiento, di por finalizada la conversación con Corban. Tenía un propósito que cumplir aquí, así que saqué mi libreta, lapicera y un resaltador para comenzar a crear.

Por los primeros quince minutos sentí la mirada de mi acompañante sobre mí todo el tiempo. No era algo incómodo pero tampoco ayudaba a mi propósito. Aunque pensé en preguntarle si necesitaba algo, me contuve. Si hubiera necesitado algo ya me lo hubiera dicho.

Tal vez unas casi seis horas después, tenía varias, muchas ideas, fragmentos y continuaciones, así como mi taza y plato vacío. Comencé a guardar mis cosas en mi mochila cuando decidí que era suficiente por hoy. En el proceso levanté la mirada y ahí seguía Corban, tenía la vista fija en su teléfono cuando notó que lo observaba. Olvidé su presencia por completo, creí que tal vez se había ido.

—Parece que terminaste, no quise molestarte en tu trabajo, espero no haber ocasionado algún inconveniente.

—No... Claro que no, lo siento. Creí que te habías ido.

—Me tomé dos cafés y luego, se me pasó el tiempo.— Una sonrisa de lado se posó en su rostro mientras se ponía de pie y dejaba unos billetes bajo el plato.— ¿Necesitas un aventón?, puedo llevarte si queires, tengo mi auto afuera.

—Oh, no, no. No te preocupes, la parada de autobuses está en la esquina, puedes acompañarme hasta ahí si te sirve de algo.

Frunció levemente el ceño y caminó hasta quedar frente a mí nuevamente, con un pequeña sonrisa.— De ninguna manera. Hay muchos peligros allá afuera, permíteme llevarte hasta tu casa... O a donde quiera que vayas. No me molesta hacerlo, te lo aseguro.

—Bueno, tal vez el autobús se tarde así que puedo tomar tu oferta siempre y cuando me jures que no eres un pervertido o algo por el estilo... Aunque eso no serviría de nada  si es que resultas ser uno.— Estaba resignada a ir con él, por lo que comencé a bajar las escaleras con Corban detrás mío.

Escuché su risa desde su posición.

—No creo que sirva mucho pero, puedo decirte que no soy un pervertido. Dime, ¿acaso parezco uno?.

—En realidad no... O bueno, no lo sé. Hay mucha variedad de depravados. Créeme, me he topado con varios a lo largo de mi adolescencia.

—Puedes estar segura de que llegarás a salvo y en una pieza a tu casa, Asia.

—Te tomo la palabra.

🌱¡BIENVENIDOS!

Recuerden que cualquier error será corregido al finalizar la historia. 💖

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