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Orario y el balance 2.301

Después de despedirse de Semiramis y Scheherezade, Viggo viajo a la casa de la familia Bishamon ubicada al lado izquierdo de los terrenos de la mansión de Viggo. Más se demoraba bajando las escaleras y saliendo de la mansión que caminando por la vereda hasta llegar a la puerta de la casa. Viggo entro a la casa de la familia Bishamon, un lugar amplio y cómodo donde vivían Bishamon, Siegrfried, su hermana Teresa y Hitomi. Esta última era la administradora de las finanzas de la familia, además de hacer varios trabajos para Semiramis cuando le quedaba tiempo. Casi todo su trabajo estaba enfocado en llevar las cuentas.

La casa por dentro era de un color blanco, con muebles con un barniz oscuro y lámparas de araña en el techo. El suelo era de parqué de un color claro, brillante y lustroso. Viggo llego a la mitad del pasillo principal, no parece que estuviera Siegfried o Teresa. Seguramente Ana y Sakura los tomaron temprano en la mañana y los llevaron al calabozo.

Viggo subió por unas escaleras de madera al segundo piso, un lugar que en lugar de tener murallas de concreto y puertas de madera, tenía puertas de corredera y pinturas de ukiyoe en las paredes. Todo por elección de Bishamon. Viggo camino diez pasos, llego a la puerta de corredera con cuadritos de papel y se fijó en la biga del lado derecho pintada de un barniz oscuro. Le dio dos golpes y espero a que alguien contestara.

La puerta de corredera se abrió a los pocos segundos y una niña de unos seis años abrió. Ella tenía el cabello oscuro, ojos rasgados y vestía un kimono gris. Ella se sentó en seiza la izquierda de Viggo, se postro delante de él tocando el suelo con sus manos y frente —adelante, Viggo-sama— dijo la niña, todo en un acto ceremonial y muy respetuoso. Viggo levantó las cejas, pero lo dejo ser, Tsubaki también tenía sus maneras heredadas de su madre, alguien de la misma tierra que esta niña.

—Gracias Taki— dijo Viggo, se quitó las botas, las dejo a un lado del pasillo y entro a la habitación con tatami por suelo. Bishamon estaba recostada en un futón en el centro de la habitación. Del lado derecho había un tocador con un pequeño taburete y un gran espejo de medio cuerpo para que Bishamon se arreglara. Del lado izquierdo de la habitación estaba la mampara del lejano oriente con un cerezo pintado sobre cuadritos de papel blanco. Viggo camino a paso lento, Bishamon se trató de levantar del futón, pero su prominente vientre se lo impidió. Gemelos, pensó Viggo. Internamente soltó un suspiro y se preparó para lo peor pensando en que podrían ser dos bribones como él de revoltosos. Sin embargo, mantuvo una expresión amable para no preocupar a Bishamon.

Viggo se detuvo delante del futon de Bishamon y se sentó en seiza, algo incomodo, pero que poco a poco le estaba agarrando el truco.

—¿Cómo estás?— preguntó Viggo mirando a Bishamon a los ojos con iris de color purpura mientras su largo cabello rubio estaba ordenado en una trenza que pasaba por su cuello y descansaba sobre su pecho.

—Hoy me he sentido un poco mal, pero Taki me ayudo a llevar mi malestar— dijo Bishamon con un mirada cansada

Viggo llevo su mano derecha y tomo la izquierda de Bishamon, le acaricio los dedos mientras la miraba a los ojos y ella respondió de la misma manera

—¿Qué preocupación trae hoy a danna-sama?— pregunto Bishamon

Viggo sonrió, pudo mentir, pero no lo hizo —primero quería ver como estabas y lo segundo era entregarle a Hitomi las piedras purpura que recolectamos el otro día— respondió

—¿Entonces viene a ver a Hitomi?—

—No, no tergiverses mis palabras— respondió Viggo, se agacho y le dio un pequeño beso en los labios.

Bishamon se ruborizo, no estaba acostumbrada a estas costumbres tan frívolas de besar al ser amado de manera tan casual, pero tampoco es que le molestaran. Por lo general los hombres y dioses del Lejano Oriente son muy reservados y serios, pero Viggo era un mundo aparte de esas personas.

—Vine a verte— insistió Viggo a medida que enderezaba su espalda —después viene lo demás—

—Gracias— respondió Bishamon con una amplia sonrisa

—¿Cómo están esos dos?— preguntó Viggo

—Bueno, un poco inquietos y pateando cada cierto tiempo. Como es por dos, los movimientos son continuos—

—¿Puedo?—

Bishamon se ruborizo, miró a Taki quien estaba al lado de la puerta de corredera y la niña de seis años entendió de inmediato. Ella salió de la habitación y los dejo solos. Bishamon miró a Viggo y asintió. Viggo acerco su mano a la frazada y destapo a Bishamon. Entonces la figura redonda y prominente fue más clara bajo un kimono gris. Viggo soltó las amarras del kimono y lo abrió. La piel clara y suave de Bishamon quedó a la vista. Viggo acercó su rostro al pronunciado vientre y le dio un beso. Después apoyo el lado derecho de su rostro, cerró los ojos y sintió el movimiento de los dos pequeños en el interior. Ellos patearon tres veces, por lo cual, el mensaje fue claro para Viggo. Él apartó la cara del vientre de Bishamon, le arreglo el kimono y la cubrió hasta las costillas con la frazada. Después se acostó al lado de Bishamon y conversaron de cosas sencillas, como el estado de Orario, como estaba el día y que era lo que habían hecho últimamente.

Después de dejar durmiendo a Bishamon, Viggo bajo al primer piso y fue a una habitación, al fondo de la casa. Era una biblioteca o lo más parecido a eso. En el centro había un amplio escritorio con una ventana en la pared para la mejor iluminación. Hitomi, la elfa pelirroja, estaba sentada con la cabeza gacha y escribiendo documentos. Todo el ambiente rezumaba silencio y dedicación.

—Hitomi— dijo Viggo cerrando la puerta

Hitomi dio un brinco en su asiento y lanzó al aire la pluma con la que escribía. Ella miró hacia adelante y vio a Viggo, alto, pelirrojo, vestido como noble, pero sus ojos emitían un brillo dorado. Ella lo quedó mirando durante un momento, pero después negó con su cabeza, se levantó y recogió el lápiz.

—Buenas tardes, señor Viggo— dijo Hitomi en un tono de voz serio, casi frio —¿En qué lo puedo ayudar?— ella volvió a su asiento detrás del escritorio y se sentó mirándolo con indiferencia.

Viggo se acercó al escritorio, se sentó al frente de ella y la quedó mirando con una sonrisa en los labios. Ella mantenía una expresión seria, pero Viggo podía ver que los ojos de Hitomi deambulaban entre sus ojos y los labios. Los ojos eran un tema claro, un iris dorado era algo inusual, incluso en Orario, pero los labios…A menos que Viggo tuviera alguna marca extraña, comida o algo que resaltara, ella no tenía ningún motivo para mirarlo ahí además que querer besarlo. Sin embargo, algo que no cambiaba era el resentimiento en su mirada. Era como decía Kiara, Hitomi estaba molesta con él por haberla "regalado a su hermano". Viggo pensó en su momento que estaba dándole la oportunidad a dos personas retraídas para que se conocieran, pero parece que Hitomi no lo veía así.

Viggo estiro su mano a la derecha, apuntando a la muralla e hizo una ademan. Al instante siguiente aparecieron dos enormes sacos con piedras purpura, que era lo recogido por Rosewisse, Ottar y él en el calabozo.

—Lo que recogimos en el calabozo— dijo Viggo

Hitomi alzo ambas cejas al ver los dos sacos llenos de gemas purpura, pero negó con la cabeza y miró a Viggo —muchas gracias por sus esfuerzos— dijo de manera profesional

—No te preocupes, cumplimos con nuestro trabajo. Si la familia sigue produciendo tan poca extracción de piedras purpura, Semiramis se quejará—

—Entiendo—

Viggo la quedó mirando a los ojos y Hitomi parece haberse sentido incomoda, porque agacho la mirada y vio en otra dirección. Viggo levantó las cejas en un gesto de sorpresa, no esperaba que ella sintiera tanta aversión por él. Parece que el daño era profundo en su corazón y ella se había desencantado. Por un momento Viggo pensó en abandonar su plan inicial, pero era demasiado temprano para rendirse tan fácilmente.

—Tengo un negocio, quiero que lo dirijas— dijo Viggo de forma directa

Hitomi miró hacia adelante y vio a Viggo con las manos apoyadas en el escritorio. Ella se fijó en sus ojos y pudo ver el iris dorado con rayos de energía dorada recorriendo el ojo. El espectáculo del otro día no pasó desapercibido y aunque nadie sabía quién había lanzado ese pilar de energía al cielo, Hitomi estaba segura de que era este tipo. Demasiado confiando, demasiado descuidado, demasiado molesto. Sobre todo, esa sonrisa descarada. Era la parte más molesta de Viggo, pensó Hitomi y tenía serios pensamientos de querer borrársela de un puñetazo en los dientes.

—¿Por qué yo, señor?— preguntó Hitomi en un tono serio

—Porque veo que tienes mucha facilidad para los números y las ideas, pero veo una gran debilidad en la parte social o referido a este rubro, en el aspecto comercial—

—¿Eso no es un punto negativo?— preguntó Hitomi apoyando las manos en el escritorio y entrelazando los dedos —es suficiente para dejarme fuera de este negocio—

—No exactamente, creo que todos tenemos un potencial y que luchando contra lo que tememos, podemos descubrir dicho potencial. Ya sea en el campo de batalla, en la vida cotidiana o en los negocios. Todo el mundo tiene un potencial y me gustaría explorar hasta donde podemos llegar—

—Yo no creo estar calificada—

—No se trata de estar calificada o no, se trata de aventurarse a un nuevo desafío ¿Te sientes cómoda entre estas cuatro paredes? ¿Quieres permanecer oculta del mundo para el resto de tu vida?—

Hitomi frunció el ceño y le dijo —con todo respeto, ese no es su problema. Por favor, vaya y ofrézcale a otro sus desafíos, no me interesan—

—¿Segura?— preguntó Viggo con una gran sonrisa. Hitomi frunció el ceño pensando que ahí estaba de nuevo lo que más le molestaba de este tipo. Apretó su puño, pero se controló para no lanzarle un puñetazo. Ella soltó un suspiro y Viggo continuo —te dejare completa potestad sobre las finanzas y te dejare decidir dónde invertir el dinero. Eso quiere decir que mientras manejes los fondos con la cabeza, cualquier utilidad que se genere podrás invertirla en el proyecto que quieras. Serás tu propia jefa—

—Sueña demasiado maravilloso ¿Qué hay de usted? ¿No quiere el dinero?—

—En cierto sentido no— respondió Viggo mirando a Hitomi a los ojos mientras mantenía una sonrisa amigable —lo que quiero es mantener varios proyectos. Para empezar, una academia, varias bibliotecas, hospitales y escuelas, todo con el fin de desarrollar la ciudad de Orario y llevar a la civilización al siguiente nivel. Creo que Orario se ha sumergido demasiado tiempo en los métodos antiguos y necesita cambiar—

Hitomi boto todos sus prejuicios y como una persona amante del conocimiento, entendió que este proyecto estaba más allá de los simples deseos de hacer dinero. Ella separo sus manos, mostro la palma de sus manos y dijo —por favor, dígame más—

Viggo soltó una risita al haber entendido muy bien el carácter de Hitomi y saber por dónde motivarla. Era cierto, las personas demasiado intelectuales tenían un problema sociabilizando, pero eran espíritus benevolentes con la humanidad, incluso si con el tiempo se volvían huraños.

—Bueno, para empezar, he fabricado un químico que permite mejorar un treinta por ciento la flexibilidad del material y aumentar en igual proporción la fortaleza ¿Eso que quiere decir? que podemos hacer mejores armaduras—

Hitomi miró hacia un lado y después lo volvió a mirar —¿Ya decidió un precio?— pregunto

—Claro, un millón de valis la onza o trescientos cincuenta millones de valis el kilogramo. Es un producto especial que solo los mejores aventureros se lo pueden permitir—

—¿Cuántos kilogramos tiene en este momento?—

—Veinte kilogramos, es algo que solo yo puedo crear, así que es un bien escaso. Por ahora lo podemos vender a mi madre y que ella le haga propaganda a través de sus armaduras. Eso nos dará un ingreso de setecientos millones de valis—

—Es muy poco capital para empezar un negocio que pueda financiar los proyectos que usted espera emprender—

—Ahí te equivocas— dijo Viggo

—¡¿Eh?!—

—No es un proyecto al corto plazo, requerirá tiempo, ser autosustentable y crecer a nivel continental—

Los ojos de Hitomi se abrieron amplios del asombro. Esto ya estaba escalando a un nivel que ya no lo podía visualizar.

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