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Familia y Diosa 2.163

-Tú padre es un gran padre- dijo Rosewisse caminando por las calles de Orario mientras iba tomada de la mano de Viggo. Ambos se dirigían al calabozo para probar las nuevas armas.

-Mi padre ha sido padre muchas veces, empezando por los tres idiotas- dijo Viggo con una sonrisa mientras miraba las calles llenas de aventureros y todos quedaban mirando a Rosewisse y sus alas blancas -después fue mi padre, de Flora, Tatsumi y hasta de Ottar-

-¿Ottar, ese es el que anda de viaje con una diosa?- preguntó Rosewisse

-Sí, es mi hermano, con aquel que tuvimos ese malentendido-

-Debe ser genial tener tantos hermanos-

-Eso solo lo diría alguien que no tiene hermanos. A veces me gustaría ser hijo único, pero no te puedo mentir. A veces también es genial tener varios hermanos. Sobre todo, cuando se te ocurre una estupidez y tienes que distribuir la culpa-

-Eso suena como que Viggo hizo muchas travesuras cuando era niño-

-Sí, éramos cuatro pequeños llenos de curiosidad, queríamos ser aventureros como Jason y los otros. Fue una linda época-

-¿Realmente vamos a hacer esto?- preguntó Rosewisse -de cambiar puestos. A mí me interesa volverme fuerte físicamente, pero no tienes que hacerlo si no lo quieres-

-No, también es algo que me va a ayudar- respondió Viggo -estoy llegando al límite de lo que puedo hacer con mis habilidades físicas. Necesito explorar la magia y la fuerza del alma si quiero volverme más fuerte. Además, como dice papá, debo entender lo que hago-

-Sí, también creo que es importante. Además, si puedes ocupar ese instinto tuyo, podrías encontrar nuevas formas de mejorar la magia. No es tonto pensar que podrías encontrar una forma de volverla más rápida y poderosa-

-También lo creo- dijo Viggo y le dio un pequeño beso en la mejilla que ruborizo a Rosewisse

Los dos continuaron caminando y llamando la atención de los aventureros, pero la sola presencia de Viggo era un disuasor bastante eficiente. Una vez que llegaron calabozo avanzaron hasta el final de los primeros pisos hasta un abismo con escaleras apegadas a la pared en forma de caracol. Rosewisse abrazo a Viggo por detrás como lo habían hecho muchas veces y se lanzaron al vacío.

Rosewisse planeo controlando la caída mientras sostenía a Viggo y descendían por los pisos a una gran velocidad. Hasta que llegaron a la base del abismo y Rosewisse batió sus alas para disminuir la velocidad del descenso hasta que aterrizo suavemente, dejando primero a Viggo y ella cayendo a su lado.

-¿Ya no te da miedo?- preguntó Rosewisse con una sonrisa

-Un poco, creo que me estoy acostumbrando- dijo Viggo

Rosewisse y Viggo continuaron caminando por el calabozo hasta el piso quince, donde solo había un paraje rocoso con lobos que escupían fuego y pequeños conejos con hachas acordes a su tamaño. Por sí solos no eran un problema, pero cuando se reunían varios, era peligroso.

-Ooh, mira, vienen hacia acá- dijo Viggo con una sonrisa -¿Me haces los honores?-

-Claro, déjamelo a mi- dijo Rosewisse, extendió su brazo derecho hacia adelante y manifestó la varita que creo Kain en su mano derecha. Apuntó a un gran grupo de lobos y otros monstruos que venían en su dirección, canalizo mana y creo un círculo de magia con la runa de Sowelu en su interior. Rosewisse estaba segura de que había colocado una cantidad inferior de mana y que sobrevivirían algunos monstruos, pero cuando la magia se manifestó como una bola de fuego y salió volando, el calor fue terrible y cuando golpeo a los monstruos genero una terrible explosión. Como si Rosewisse hubiera ocupado el doble de mana que ocupaba normalmente.

-Tú padre, es algo…- dijo Rosewisse sorprendida

-Mi padre, bueno, él no se sabe medir cuando hace sus regalos. El abuelo se quejó de lo mismo. Yo solo tenía diez años y padre me regalo una espada que sería digna del rey de los dioses. Así lo dijo el abuelo. Seguramente la katana que te regalo padre debe ser aterradora, igual que sus otras invenciones-

-Tus espadas, prueba las espadas que te prohibió ocupar tu padre- dijo Rosewisse, llena de curiosidad

-Vayamos a un lugar apartado. No quisiera que hubiera personas cerca mío y se vieran afectadas-

-¿Y yo?- preguntó Rosewisse con el ceño fruncido -no te importa si me hiero-

Viggo le dio un pequeño beso en los labios y le dijo -tu eres fuerte, estoy seguro de que estarás bien-

Viggo continúo caminando hacia donde deberían quedar las piedras de los monstruos, con nada más que un paraje desértico y rocoso por delante. Rosewisse se llevó la mano izquierda a los labios, se acarició la superficie donde todavía sentía el cosquilleo del beso de Viggo y sonrió. Después corrió detrás de Viggo y le grito -espérame, no me dejes atrás-

Rosewisse y Viggo llegaron a un callejón sin salida de tierra árida y murallas de piedra blanca. El espacio tenía veinte metros de ancho por cincuenta de largo. Rosewisse se detuvo a la mitad del callejón y Viggo camino hasta el fondo.

-Vamos, utiliza tus espadas- grito Rosewisse con una gran sonrisa

Viggo la quedó mirando, amando ese cabello de plata, esos ojos azules y esa sonrisa dulce. Viggo saco su bolsa de cuero atada a su cintura, sacó la tela sucia y vieja en que estaban envueltas las espadas del caos. También tenía curiosidad, había aprendido lo básico de la magia del caos y podía entender hasta cierta medida el terrible calor y quemaduras que producía. Viggo dejo las espadas en la tela sobre el suelo, las destapo y lo primero que hizo fue tomar la punta de las cadenas y enrollarlas en sus antebrazos. El metal se sentía frio y titilaba con cada roce de los eslabones de la cadena. Una vez que enrollo las dos cadenas a sus antebrazos, tomo las espadas y las examino de cerca. Lo que más le llamaba la atención era el cráneo del guardamano con largos colmillos. Viggo tomo una profunda respiración y canalizo su fuerza del alma a las espadas. Al instante siguiente las cadenas se encendieron como si estuvieran expuestas al fuego de la fragua, la hoja de las espadas se cubrió de un fuego abrazador y los ojos del cráneo del guardamano brillo con un rojo ígneo. Viggo no se quemó, entendía este sentimiento y lo había estudiado con su padre. Era el caos, no como concepto, sino como elemento creador de la vida. El caos era magma, pero no el magma que hay en un volcán o bajo las primeras capas de tierra del mundo. Era el magma que habitaba en el centro de la tierra. Aquel que hacía arder al magma desde interior de la tierra hasta salir por los volcanes. No era un calor normal, no era un fuego sencillo y común. Era el fuego del corazón de la tierra.

Viggo soltó la espada en su mano derecha y comenzó a hacer girarla a través de la cadena. La espada con su filo cortaba el aire y con su calor lo quemaba. Viggo fue canalizando fuerza del alma a la espada a través de la cadena, alargando las dimensiones de la cadena hasta que de repente tomo la cadena y golpe el suelo con una espada. El choque produjo una explosión dejando una terrible quemadura en el suelo. Viggo tiro de la cadena, la espada voló a su mano y la cadena se acortó de forma natural. Entonces Viggo soltó ambas espadas y las hizo girar como lo hizo la vez anterior. Fue extendiendo la cadena hasta que la punta comenzó a rozar el piso y de repente, las estrello contra el piso. La explosión conjunta de ambas espadas dejo un cráter de un metro de diámetro y diez centímetros de profundidad. Viggo tiro de las cadenas y las espadas volvieron a sus manos.

-Ok, esto será como utilizar un látigo y hacer malabarismo- dijo Viggo con una sonrisa. Después de todo, tendría que alargar y acortar las cadenas para sacar el máximo rendimiento a las espadas.

-Viggo ¿Puedes guardar eso?- grito Rosewisse -se está volviendo insoportable-

Viggo miró a Rosewisse, ella estaba a más de veinte metros, pero la expresión de su rostro realmente parecía la de alguien incomoda con el calor. Viggo concentro su fuerza del alma en las espadas del caos y las guardo dentro de su alma. Después busco la sensación fría del hacha Leviatán en su interior y el hacha apareció en su mano derecha. Viggo, canalizo fuerza del alma, la cabeza del hacha se llenó de una gruesa y fría capa de hielo. Viggo tomo el hacha con ambas manos, soltó un grito de guerra y golpeo el suelo con un poderoso golpe. Dejo un cráter, pero el frio del hacha se dispersó en todas las direcciones como una onda de aire gélido que dejo todo cubierto con escarcha en diez metros a la redonda.

-Viggo idiota- grito Rosewisse desde donde estaba, movió sus alas y cubrió su cuerpo para protegerse del frio -ahora está demasiado helado-

Viggo levantó su rostro, miró a Rosewisse y sonrió, pero al instante siguiente su visión se tornó borrosa y cayó de rodillas al suelo. Soltó el hacha de forma inconsciente y llevó su mano a la cara. Parece que ocupo demasiada fuerza del alma o fue demasiado descuidado. Era como decía su padre, necesitaba aprender a saber lo que estaba haciendo, más que solo por un sentimiento o instinto.

Rosewisse corrió hasta donde estaba Viggo, se arrodillo detrás de él y le hablo, pero Viggo no parecía escucharla. Ella le levantó la cara y vio que tenía una mirada fatigada. Rosewisse soltó un suspiro, lo tomo en brazos y lo alejo del lugar de pruebas. Después lo recostó sobre una piedra rectangular y le acaricio el rostro. Viggo cayó inconsciente.

-Tonto Viggo- dijo Rosewisse preocupada por él -necesitas ser más cuidadoso- y le robo un pequeño beso de los labios. Ella lo quedó mirando durante un par de minutos y después extraño la katana que le había regalado Kain. Puede que él no fuera su padre, pero se sentía como un buen padre. Ella desenvaino la katana, dejo la funda apoyada al lado de la piedra en donde Viggo dormía y ella tomo la katana con ambas manos. Después la agito de lado a lado con un movimiento torpe, como si estuviera balanceando un palo. No le importo, porque no sabía, pero cualquiera que hubiera estudiado el uso de la katana la hubiera regañado.

Viggo despertó unos minutos después, escucho a Rosewisse soltar gritos de lucha y lanzando cortes al aire con su katana. Viggo creció con Tatsumi, Flora y Tsubaki, quienes aprendieron a ocupar la katana de su padre, así que le hizo un poco de gracia como ella la ocupaba. Sin embargo, no dijo nada y solo la miró. La visión de Rosewisse, seria, con su cabello de plata y su mirada concentrada en el movimiento de la espada era un sueño en sí mismo. Era una diosa guerrera.

Viggo se levantó de la piedra y se sentó. Rosewisse lo notó y camino hasta donde estaba él. Ella dejo la katana apoyada en la roca y le tomo el rostro para mirar cómo estaba. Sus ojos parecían menos cansados.

-Viggo idiota, me asustaste- dijo Rosewisse con molestia

-Lo siento, parece que todavía es muy pronto para excederme en el uso de las nuevas armas- respondió Viggo con una sonrisa cansada

Rosewisse lo abrazó, Viggo le devolvió el gesto y ambos se quedaron así durante un par de minutos. Rosewisse se alejó de Viggo, tomo la katana con la hoja azul y le dijo -es increíblemente hermosa ¿verdad?-

-Y peligrosa- añadió Viggo -papá te dijo que tuvieras cuidado con su filo-

-Y lo he tenido-

-No en ese estado, mira- dijo Viggo tendiendo su mano. Rosewisse frunció el ceño, pero le entrego la katana. Viggo se puso de pie, canalizo mana a la hoja y paso de ser azul a tener un color verde claro con pequeños puntos luminosos como si fueran estrellas.

-Hermosa- dijo Rosewisse en voz baja y asombrada -parece que hubiera atrapado las estrellas del cielo en su interior-

-Sí, pero eso es lo hermoso- respondió Viggo, se levantó, le dio la espalda a Rosewisse y miró la roca rectangular en la que estaba acostado. Después levantó la katana y realizo un corte vertical. La hoja paso por la piedra como si fuera mantequilla caliente y dejo un corte vertical. Rosewisse quedó sin palabras y esta vez pensó que Kain era un mal padre por darle a sus hijos regalos tan peligrosos.

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