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CAPÍTULO 135- Daniel, el creador.

CAPÍTULO 135- Daniel, el creador.

(Pov- Zei.)

Daniel, el creador de los espíritus mágicos "Divinos".

Según el libro, él era un guerrero sin magia, que logró llegar a la cima y convertirse en el mejor aventurero.

Los Dioses malvados intentaron controlarlo para que él los liberara y poder cumplir el sueño que tenían, ser los dueños de todos los mundos existentes.

Daniel se dio cuenta de que intentaban manipularlo, es por eso que decidió actuar rápido, pues sabía que era cuestión de tiempo para que ellos se liberen de la maldición que los tenía encerrados en una roca.

Lamentablemente, los Dioses malvados se liberaron gracias a Daniel, pues él tenía un vínculo con los Dioses. Gracias a ese vínculo, los Dioses absorbían la "Energía Suprema" que necesitaban para salir. La "Energía Suprema" es la energía que todos los seres vivos generan para mantener con vida el universo.

Los Dioses malvados se liberaron y lo primero que hicieron, fue buscar la roca de la vida. Es una roca que absorbe la "Energía Suprema" del mundo para enviarla a Godfer, el hogar de los Dioses.

Daniel los enfrentó.

Después de una larga pelea, casi fue derrotado, así que utilizó su última opción. Tomó la roca de la vida y se la comió, absorbiendo una enorme cantidad de "Energía Suprema".

Gracias a eso, logró derrotarlos, pero, lamentablemente, como la roca de la vida tenía un vínculo con Godfer y todos los mundos existentes, si esa roca desaparecía, todos los mundos existentes también desaparecerían.

La roca se estaba desintegrando en el cuerpo de Daniel.

Mersa, la compañera de Daniel, le dijo que había una manera de evitar eso, y era creando una roca nueva, pero necesitaría la ayuda de los Dioses malvados, que apenas seguían vivos.

Eran 4 Dioses malvados, y todos ellos se negaron a ayudar.

Daniel sabía que no había mucho tiempo, es por eso que usó el poder de la "Energía Suprema", para tomar las almas de los Dioses y convertirlos en espíritus familiares, para que lo ayuden, quieran o no.

Los recuerdos de los Dioses fueron borrados y se convirtieron en espíritus.

Pero, aún con todo ese poder, faltaba un poco más.

Mersa decidió sacrificarse para obtener la energía mágica que necesitaban.

Ella se convirtió en un espíritu y Daniel logró crear una nueva roca de la vida.

Cuando la "Energía Suprema" que tenía en su cuerpo se agotó, murió. Murió 10 minutos después de crear la roca.

Lo que él no sabía, era que había creado a los nuevos espíritus mágicos "Divinos". Eran espíritus que habían existido hace cientos de miles de años y ya nadie recordaba su existencia. Cada espíritu tenía una habilidad única y un gran poder mágico.

Actualmente, el espíritu más poderoso es Cano.

Mersa, la compañera de Daniel, se convirtió en Cano.

—… Ya veo… Ese chico era increíble.

—Yo era un Dios y ese chico me convirtió en esto… Siendo sincero, desearía matarlo.

—No puedes matar lo que ya está muerto.

—Eso no es cierto. Puedo matar a su reencarnación. Hay dos pistas que me pueden ayudar a encontrarlo. Pista número 1: A veces, las reencarnaciones se parecen mucho a sus vidas pasadas. Si encontramos a un chico parecido a Daniel, es muy probable que sea él. Número 2: Las reencarnaciones, casi siempre, tienen el mismo nombre que tenían antes de morir. Solo debemos buscar a chicos que se llamen Daniel y se parezcan a él. Sencillo.

Eso suena difícil… Hazlo con tu siguiente poseedor, yo no quiero perder el tiempo con una venganza sin sentido.

—Oye, oye. ¿Qué lees?

Charlein se sentó al lado de mí.

Quería tener un momento de paz en la biblioteca de la escuela, pero sería grosero de mi parte no hablar con ella.

—Es un libro que compré en internet.

—¿Qué lenguaje es ese? ¿Árabe?

—No… No lo sé. Lo compré porque me pareció interesante. Parece antiguo y su escritura es rara.

—Y tiene dibujos raros.

Cerré el libro.

—… ¿Te gustaría ir a comer algo conmigo? Hay una cafetería nueva y dicen que sus postres son deliciosos. ¿Quieres ir conmigo?

—¡C-claro, claro! ¡Vamos!

Lo que tengo que hacer para cambiar de tema. No quiero que haga muchas preguntas.

Ah… La comida de este mundo es deliciosa y barata.

—Está delicioso.

La cafetería es linda y tranquila… Me encanta este ambiente.

—Oye, ¿quieres probar el mío?

Me ofreció una cucharada de su pastel de chocolate.

—Gracias.

Metí la cuchara en mi boca y me comí el pedazo de pastel.

—Sabe bien.

—… Oye, oye… Zei… ¿Tienes novia?

Tenía una prometida, pero me mandó a la mierda por ser un inútil.

Esa chica solo quería casarse conmigo por el poder que tenía mi familia… Ahora que recuerdo, yo la rechacé a ella.

Descubrí que se burlaba de mí a mis espaldas, así que decidí cancelar el matrimonio.

Solo acepté el matrimonio porque mis padres me obligaron, no me gustaba… La odiaba.

—No. Y tampoco me interesa tener novia. Todas las chicas que he conocido se burlan de mí, así que prefiero estar soltero.

—¿Por qué se burlarían de ti?

—Incluso Reim se burlaba de mí… Bueno, ahora ya no… Es raro… Se burlan de mí por…

Espera… Ahora soy más fuerte que mis padres… Ya no soy débil… Ya no soy ese chico débil que era derrotado fácilmente por un esqueleto.

… Si regreso a mi mundo, ¿se burlarían de mí?

—… Olvida lo que dije, no quiero hablar de eso.

Ella me acarició la mano… ¿Eh? ¿Esto tiene algún significado?

—Si tienes algún problema, habla conmigo. Soy tu amiga.

—Gracias.

… Qué raro… Estoy acostumbrado a que las mujeres se rían de mí… Esto es nuevo para mí.

—Mmm… ¿Qué está pasando aquí?

Volteo a mi derecha… Oh, es Reim.

—Hola, Reim.

—¿D-desde cuándo están saliendo?

—¡N-no estamos saliendo!

… Oh… Eso me dolió un poco. Lo negó muy rápido. Me hubiera gustado que se hubiera tardado un poco en negarlo.

—Solo estamos comiendo… ¿Los amigos no pueden comer?

Mi teléfono comenzó a sonar.

Genial, una de mis primeras llamadas.

Saqué mi teléfono y contesté.

—… ¿Hola?

—Zei, ¿quieres ganarte algo de dinero?

—… Depende. Es algo bueno o malo. Supongo que ya sabes a lo que me refiero.

—Muy bueno.

—Estaré en su casa en unos minutos. Adiós, Elizabeth.

Colgué y guardé mi teléfono.

—Debo retirarme.

Me levanté y me alejé de ellas.

—Tengo trabajo.

Salí de la cafetería.

Reim volteó a ver a Charlein.

—¿Me explicas lo que tratas de hacer?

—No seas celosa, Reim. Zei es soltero todavía. También tengo oportunidad de conquistarlo.

—Fufu. ¿Estás intentando competir conmigo?

—Fufu. Acepto el reto.

Entré a la oficina de Elizabeth.

—¿Sí? ¿Qué es lo que tengo que hacer?

—Tengo un problema con una organización criminal mexicana. Se metieron en mi territorio. Necesito que te encargues de ellos. Uno de mis empleados te dará las ubicaciones de sus bases.

—Está bien.

... Eso fue fácil.

Aparecí frente a Elizabeth, que está leyendo unos documentos en su oficina.

—Listo.

Mi ropa está manchada de sangre... Qué asco... Al menos aprendí nuevas palabras... "Monstruo pendejo"... Qué raro... El español es interesante... Creo que visitaré México.

—Gracias, Zei. ¿Quieres que laven tu ropa?

—Gracias.

Me quité la camisa y me limpié el sudor.

—Tenían armas poderosas.

—... Oye, Zei, ¿quieres ganar algo extra?

—¿Eh? No necesito el dinero, pero está bien. ¿Qué tengo que hacer?

Ella se acercó a mí y me acarició el pecho.

—Quiero algo de diversión.

—¿Diversión?

Fetoca salió de mi cuerpo.

—Encontraré un cuerpo temporal. Tienen una hora. Zei, necesitas algo de diversión.

—¿A qué te refieres?

Fetoca se dispersó.

—... ¿A qué te refieres con "diversión"?

Ella acarició mi entrepierna.

—Eres muy inocente.

...

...

...

No... Esto no.

"¡Sé que lo estás disfrutando!"

No...

"¡Si me muerdes el pene de nuevo, te irá peor!"

No... No quiero.

"¡Tu trasero es el mejor!"

No...

"¡Miren, ya está roto!"

No quiero hacerlo de nuevo.

"¡Deja de llorar! ¡Te acostumbrarás!"

No... ¡No!

La empujé y me alejé de ella.

—¡No lo haré nunca más...! No... Nunca... No...

Mis piernas comenzaron a temblar y caí al suelo.

—N-no... N-no me toquen...

Fetoca apareció frente a mí.

—Zei... Pensé que ya lo habías superado... Se supone que borré tus recuerdos.

—¡Sus voces! ¡Aún puedo escuchar sus voces!

—¿Q-qué está pasando?

—Lo mejor sería que no lo sepa.

Fetoca me acarició la cabeza.

—Tendré que usar métodos más fuertes... Elizabeth, ¿puede ayudarme?

—Claro.

—Zei...

Me limpió las lágrimas con sus manos.

—Tienes que ser fuerte. Harás lo que yo te diga, ¿entendido?

—S-sí.

... No quiero, pero debo obedecer a Fetoca.

—¿Estás listo, Zei?

Elizabeth está sentada sobre mi entrepierna y me está lamiendo el pecho... Ah... Quiero negarme, pero debo obedecer... Se supone que esto solo se hace con las personas que amas... No la amo, por eso no quiero hacer esto... Pero Fetoca me dijo que lo hiciera.

—... Sí, lo estoy.

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