webnovel

Mundo Shinobi - Clones verdaderos - 546

Madara había salido de la prisión subterránea/campo de entrenamiento y por primera vez desde que reencarno, pudo respirar aire puro. No era el único, Tobirama también lo acompañaba. Ellos estaban en el archipiélago de lo que antes era la nación de Los Remolinos. El cielo estaba nublado y corría un viento fresco como recordatorio de que estaban más cerca de la nación de la Escarcha que de la nación del Agua. Este conjunto de islas funcionaba como una barrera que impedía que llegaran las frías temperaturas a la isla principal. Aumentando la humedad y produciendo vegetación selvática.

<<¿Cómo va todo?>> preguntó Kain a la mente de Madara

Madara miró a su izquierda y vio un diamante brillante a la altura de su cabeza. Era la unidad Akari que se preocupaba de mantener la cadena sujeta a su cuello.

—Todo bien— respondió Madara —te preocupas demasiado—

<<Lo sé, pero la familia es muy importante. No sé qué les diría a mis hijos si algo le pasara su abuelo>>

Madara mostro una sonrisa burlona y le dijo —claro, casi me haces llorar—

<<me avisas para enviarte una caja de pañuelos>>

—Inicio de la misión— dijo Madara con una sonrisa confiada en los labios —buscar y destruir—

<<Adelante >>

Madara levantó su puño derecho y sujeto la muñeca con la mano izquierda. Soltó su mano y se lanzó a correr por la selva a gran velocidad mientras activaba su sharingan hasta el tercer tomoe. No fue difícil encontrar a su enemigo, ya los había visto en la simulación de Kain, así que los pudo reconocer.

Era una criatura oscura con cuatro patas, se movía como una araña y lo único que tenía en su cabeza era una enorme boca dentada. No tenía ojos ni oídos, no los necesitaba. Se alimentaba de la esencia vital que existía en los seres vivos, así ocupaba una especie de radar para localizar a sus presas.

—Voy a probar su fuerza— dijo Madara

<<Está bien, adelante. Sabía que dirías eso>> respondió Kain

Madara tomo una profunda respiración y sintió todo su cuerpo. Kain los había hecho renacer a él y Tobirama una vez más, pero con cuerpos jóvenes, como si ellos hubieran vuelto a sus veinte años. Por su parte, Madara llevaba el cabello corto y comparado con su anterior, él estaba irreconocible. Se veía joven y atractivo como la mayoría de los Uchihas, lejos de su aspecto demacrado de su anterior vida de combates. Era el efecto de reencarnar, dijo Kain. Las anteriores experiencias se iban cargando en el cerebro, pero no se sentían tan pesadas ni emocionales como en la anterior vida. Todo se sentía como suceso importante que le pasó a alguien cercano, pero no a la persona en sí misma. Eso hacia posible procesar las cosas de otra manera, más calmada y menos emocional, pudiendo ver así los puntos ciegos de razonamientos impulsivos y malas decisiones.

Madara desactivo su sharingan hasta que sus ojos volvieron a ser oscuros como aceitunas y se sintió mucho más a gusto de esta manera. Él saltó al encuentro de la criatura, pero antes de alcanzarla, se detuvo y vio como una de las filosas patas caía por delante de él apuñalando la tierra. Madara sintió un escalofrío, eso fue rápido, muy rápido. Sin embargo, eso no lo superaría y siguió avanzando. Él se detuvo debajo de la criatura llamada lahmu y lanzó un puñetazo al cuerpo. La criatura se elevó un par de centímetros del suelo, pero Madara no se detuvo y lo continúo atacando. La superficie negra era dura como un caparazón, lo que hacía las cosas más difíciles para Madara. La criatura chillo al ser golpeada de forma unilateral y no poder defenderse. Eso atrajo a otros lahmu. Las criaturas rompían los árboles y destrozaban las rocas con sus cuerpos tan firmes como el acero. En total eran tres y se acercaron rápidamente al lahmu que atacaba Madara.

Ellos alzaron sus patas para atacar a Madara, pero este último detuvo su ataque y saltó hacia atrás pasando por debajo de uno de los lahmu. Después él dio otro saltó para ampliar la distancia entre ellos y él. Como dijo Kain, no le hizo nada al primer lahmu.

—katon— grito Madara —goukakyu no jutsu— y soplo una enorme bola de fuego que voló hacia las criaturas. Todos ellos fueron engullidos por el fuego y lanzados a la distancia.

Madara observo cuidadosamente y se cruzó de brazos, orgulloso de su propio hijo. Le había salido un muchacho muy inteligente, mucho más que ese idiota de Tobirama. Esto último era lo más gratificante, ya que con eso Madara podía molestar a Tobirama. Kain ya había escaneado las islas y había escaneado a las criaturas, formando así simulaciones de combates para él, Tobirama y esa mujer Nanami.

Igual que en la simulación, las heridas por contusión o elementales solo podían aturdir a los lahmu, pero no matarlos. Para eso tenías que decapitarlos y la forma más eficiente para eso, era una espada.

Madara llevó su mano a la espalda y tomo el mango de una katana. Él la desenfundo y canalizo chakra a la hoja. Energía dorada recorrió la hoja como si tuviera atrapado los rayos del sol. Madara se movió a gran velocidad, se sumergió en el mar de fuego que dejo su katon y encontró a los lahmu. Él blandió la espada con gran velocidad y los cortó a todos en tan solo un instante.

Madara se dio la vuelta y miró los cadáveres cortados a la mitad. Todos emanaban una sangre negra, pero igual que en la simulación, el cuerpo se empezó a desmoronar hasta volverse arena y todo lo que quedó fue un pequeño gusano negro. Aquella pequeña cosa, era el núcleo de estas criaturas.

Madara se acercó y apuño a todos los gusanos. Estos se volvieron rígidos y se recubrieron con una crisálida.

—Son duros de matar— dijo Madara, ya que el lahmu, a pesar de destruir su carcasa y apuñalar de muerte a su cuerpo principal, todavía no había muerto.

<<no te preocupes, sigue con tu trabajo y deja el resto a la unidad de apoyo>> trasmitió Kain a la mente de Madara

—¿Estás seguro? ¿No son estás cosas muy peligrosas?— preguntó Madara

<<Cuando tienen un propósito y son convocadas por alguna fuerza superior. En ese momento se vuelven lo último que vera la humanidad. Sin embargo, estos llegaron aquí como parásitos de algo mayor. Continúa limpiando isla, Tobirama Nanami también hacen los suyo>>

—Kain, hijo ¿Estás seguro de esto? Yo recuerdo esa cosa. Ningún biju en el mundo se le puede equiparar— dijo Madara

<<Sé lo que hago, oto-sama. Sigue adelante>>

—Entendido— respondió Madara y dejo de canalizar chakra a la espada. La hoja volvió a la normalidad y él la enfundo. Él se lanzó a correr buscando con su percepción a los enemigos y continuo hablando —Kain ¿Cómo está tu okaa-sama?—

<<Está bien>>

—¿Y su hija?—

<<Mikoto-chan está grande, tienes las mejillas regordetas>>

Madara mostró una pequeña sonrisa —eso está bien, muy bien— dijo y siguió corriendo con todas sus fuerzas.

Por otro lado, en otra isla, Tobirama estaba en la cima de una colina. Él estaba sentado en posición de loto sobre una roca mientras tenía una libreta en su mano izquierda y un lápiz en su mano derecha. Sobre su regazo había un largo catalejo. Él termino de escribir y tomo el catalejo para observar a los lahmu. Aquellas criaturas estaban quietas en la selva y solo se movían cuando un organismo vivo los rondaba, ya sea una serpiente o un león. Todo entraba en su dieta, pero si no había nada que cazar, permanecían quietos todo el día como si carecieran de propósito.

—Tenías razón— dijo Tobirama, también estaba joven, su expresión igual de fría, pero su actitud menos dura de lo que era en su anterior vida. Él seguía siendo un académico, pero todos los sentimientos que tanto almaceno, se sentían decenas de veces más livianos. No obstante, eso no quería decir que él se volviera amigo de Kain.

<<Siempre la tengo, Tobirama>> trasmitió Kain a su mente

Tobirama miró la pequeña unidad con forma de diamante a su lado —deja de ser tan arrogante, idiota— dijo

<<solo confirmo lo que tú dices>> respondió Kain en un tono burlón

Tobirama soltó un bufido por la nariz y llevó su mano a la mochililla que llevaba en la espalda. Él sacó un sello de papel y guardo la libreta, lápiz y catalejo. Él se puso de pie y llevó su mano derecha a la cintura donde tenía una larga daga. Después llevó su mano izquierda a la espalda donde llevaba el kunai con forma de tridente. Él lanzó el kunai a la distancia y antes de que cayera a tierra, Tobirama desapareció de su posición en la colina y apareció en el cielo. Él cayó como un proyectil, canalizo chakra a la daga en su mano derecha y emitió rayos dorados. Él vio al lahmu bajo sus pies. La criatura giro su monstruosa cabeza con la enorme boca, pero antes de que pudiera hacer algo, Tobirama descendió lanzó un corte a la cabeza. Él lahmu fue decapitado, pero no vencido. Así que Tobirama, se lanzó por debajo del lahmu y con su daga lo corto a la mitad.

—Uno— dijo Tobirama, se puso de pie y extendió su mano izquierda hacia el lado. El kunai con forma de tridente cayó y Tobirama cerró su mano atrapándolo en el acto. Él se dio la vuelta y espero a que el lahmu se volviera arena. Una vez que emergió el gusano, Tobirama lo apuño y lo dejo en el suelo. No le preocupo, las unidades de apoyo Akari eran muy eficientes.

Tobirama lanzó de nuevo su kunai, voló a lo lejos y antes de que cayera a tierra, se teletransporto otra vez. Él encontró el segundo lahmu y lo mato de la misma manera. Eficiente, rápido, sin demora y sin errores. Perfecto. Él se movió por toda la isla a una velocidad sorprendente y en media hora termino de eliminar a todos los lahmus de su territorio.

Tobirama volvió a lanzar el kunai, pero esta vez a la montaña más alta de la isla. Él tuvo que repetir el mismo ejercicio varias veces antes de lograr alcanzar la cima y desde ahí, se quedó mirando el basto océano, la isla de los Uzumaki y el torbellino que se formaba sobre la isla. Era una visión impresionante, porque a pesar de que se formaba a mil metros de altura, seguía girando y no bajaba a la tierra. Tan antinatural, tan hermoso y perfecto. Tobirama se sentó en el suelo, sacó su libreta y su lápiz y volvió a escribir sus pensamientos.

En otra isla estaba la reina de las cadenas de adamantita, Mito/Nanami. Ella se movía lentamente, ya sea por la falta de practica o porque los lahmu daban mucho miedo. De la espalda de Nanami emergían varias cadenas con protuberancias a modo de espinas. Era como si tuviera ocho tentáculos. En su mano llevaba una katana, el arma que le permitiría eliminar de forma eficiente a esas cosas.

Ella corrió y vio en su rango de visión un par de siluetas rojas. Ella se dirigió a la más cercana. Una pequeña unidad Akari la seguía. Al encontrar a un lahmu, Nanami lanzó su cadenas y la criatura quedó amarrada sin posibilidades de moverse. Nanami se acercó a la criatura, sus patas eran filosas como espadas, su cuerpo negro tan duro como un caparazón y su cabeza sin ojos ni oídos, solo una enorme boca. La criatura soltó un chillido para llamar a los otros, pero Mito la cortó de arriba abajo de un solo tajo y soltó un suspiro, pero no la libero. Una vez que la criatura se volvió arena, ella apartó sus cadenas y miró el pequeño gusano que emergía del montón de arena. Ella lo apuñalo con la espada y vio que se rodeaba de una crisálida.

La unidad de apoyo Akari se movió, proyecto un haz de luz y el gusano de lahmu desapareció.

Bab berikutnya