—Gengetsu— dijo Kain, camino por el pasillo del hospital mientras los shinobis que custodiaban la sala donde se enseñaba ninjutsu médico, miraban a la salida y lo veían junto al mizukage.
Kain se acercó a Fuguki, quien estaba tirado en el piso después de haber agrietado la pared al chocar —parece que Kirigakure está llena de idiotas— dijo —parece que es contagioso— y miró a Gengetsu mientras le daba una sonrisa burlona.
Kain extendió su mano y agarro por el cuello a Fuguki, le dio un fuerte apretón y Fuguki despertó soltando una arcada, él llevó sus manos a la garganta, sostuvo la mano de Kain como si la quisiera apartar, pero a pesar de su gran tamaño, no pudo apartar la mano de Kain. Este último, lo sostuvo más fuerte y lo levantó. Fuguki era tan grande que sus rodillas tocaban el suelo a pesar de que Kain lo alzaba en el aire.
Kain presiono otro poco el cuello de Fuguki y el tipo soltó una bocanada de sangre.
—Kain, idiota— dijo Gengetsu de brazos cruzados —deja tranquilo a Fuguki, yo me ocupare de él. No lo vayas a matar—
—No te preocupes, esta todo controlado. En realidad, está en el límite, si apretó un poco más aplastare su garganta. Sería divertido verlo morir asfixiado—
—No sería divertido, suéltalo— dijo Gengetsu
—Bueno, como tú quieras— dijo Kain con una sonrisa en los labios y soltó a Fuguki. El tipo cayó al suelo y tosió constantemente mientras recuperaba el aliento.
Kain camino hacia la sala en donde enseñaban ninjutsu médico, los shinobis de Kiri estaba acorralando a Mana. Kain frunció el ceño y una burbuja de gravedad apareció sobre cada uno de ellos. Todos cayeron a tierra y no se pudieron levantar. Kain miró a Mana, ella estaba recubierta por el manto de chakra purpura. Kain camino hacia Mana y a medida que él se acercaba, el manto de chakra empezó a parpadear hasta que se desvaneció. Eso no dejo muy contento a Kain. El sistema touki requería una gran cantidad de chakra y todavía no diseñaba un circuito para que pudiera almacenar esencia vital. Lo que producía esta breve activación del sistema de seguridad. Bueno, en el futuro lo haré mejor, pensó.
Kain tomo las manos de Mana, suaves, pequeñas y delgadas. Él las acaricio con sus pulgares mientras miraba a Mana a los ojos. El iris rojo estaba un poco contraído en consonancia con su aura apagada en las extremidades y encendida en su pecho, ella parecía estar preocupada por la repentina aparición de una de las espadas de Kirigakure.
—¿Todo bien?— preguntó Kain
Mana asintió suavemente.
Kain mostró una pequeña sonrisa, acercó el dorso de las manos de Mana a sus labios y las beso. Él bajo las manos de Mana y la quedó mirando a los ojos —¿Crees que puedas continuar con la clase?— preguntó
—Yo— dijo Mana con la voz temblorosa —no lo creo. No por ahora—
—Entiendo ¿Viste cómo funcionó el dispositivo?— preguntó Kain ladeando la cara con una sonrisa amigable en los labios.
Mana asintió con una sonrisa tímida —sí, funciono muy bien— dijo ella gesticulando una sonrisa nerviosa mientras derramaba una lágrima. Ella se mordió el labio inferior —estoy bien—
—Eso me alegra— respondió Kain —¿Te gustaría ir a otro lado para relajarte?—
—No— dijo Mana, negó con la cabeza y se limpió las lágrimas con las manos —yo soy tu esposa, tengo que estar contigo—
—Si te sientes mal podemos ir a otro lado, no hay necesidad de presionarte—
—No me presiono, yo puedo—
—En ese caso, todo bien, vamos a dar una vuelta con Gengetsu—
Por otro lado, Gengetsu estaba alegando con Fuguki, todos podían escuchar sus gritos.
—Eso pasa porque traes extraños a la villa— grito Fuguki —¿Ahora cómo vas a compensar esto?—
—¿Compensar? ¿Compensar? ¿Eres estúpido?— grito de vuelta Gengetsu mientras lo apuntaba a la cara con el dedo índice —te salve el culo, si Kain hubiera querido te hubiera arrancado la cabeza. Tienes que dar las gracias—
—¿Eliges a tu amigo por encima de la villa?—
—Elijo al dios shinobi reconocido por las cinco grandes naciones y por los cinco Kages. Ahora, dime ¿Quién eres tú?—
Fuguki se quedó callado, comparado con ser dios shinobis, él no era nada.
—Además, tú no tienes nada que hacer aquí ¿A qué viniste?— preguntó Gengetsu
Fuguki miró hacia otro lado y después le dio la espalda. Él comenzó a caminar sin decir nada.
—Oye idiota— grito Gengetsu —soy tu mizukage, dime ¿A qué viniste?—
Sin embargo, Fuguki se limitó a caminar hasta que de repente se detuvo y miró hacia atrás —no te creas tanto Gengetsu, solo fuiste elegido mizukage porque tu clan te respaldo, pero eso no quiere decir que seas digno del título. Tengo mi espada, si quieres luchar, lucharemos hasta la muerte—
—¿En serio?— preguntó Gengetsu con una sonrisa divertida —ven aquí si eso es lo que quieres—
—Mizukage-sama, este es el hospital— dijo uno de los shinobis
—Cállate, tarado, eso lo sé—
El shinobi agacho la cabeza como si le tuviera miedo, pero por dentro sonrió, ya que logro distraer a Gengetsu y darle tiempo a Fuguki para huir.
Gengetsu camino hacia la sala donde enseñaban ninjutsu médico. Él sonrió, estos idiotas pensaban que él no sabía de sus conexiones. No los mataba porque eso significaría provocar una guerra interna y Kirigakure no se lo podía permitir. No obstante, Kain pronto se haría cargo de ellos de manera que no provoque problemas internos. Todos los kages habían llamado a esto "regulación". Para bien o para mal, habían shinobis que no se podían adaptar a la nueva era. No era un tema de principios u honor, simplemente el deseo de seguir viviendo de la misma manera que lo hacían en los estados combatientes.
Gengetsu entró a la sala y en lo primero que se fijo fue en Ruriko, la mujer del clan Yuki con el cabello canoso a los costados. Se veían tan joven como su hija a pesar de tener cuarenta años. Al mismo tiempo, Ruriko miró a Gengetsu, mostro un leve rubor, pero recobro la compostura de inmediato y realizo una profunda reverencia para su mizukage. A su lado, su hija llamada Yayoi estaba mirando a Kain y Mana. Ella se ruborizo, pero Ruriko tiro de la manga de su kimono y Yayoi reacciono. Entonces ella miró a Gengetsu y en un gesto torpe, ella hizo una reverencia, pero fue tan profunda que se golpeó la cara con el pescado encima de la mesa. Fue un golpe contundente que llamo la atención de todo el mundo.
Yayoi se agarró la cara, vio que Kain la estaba mirando, lo cual la puso más nerviosa y ella hizo una reverencia para todo el mundo para que la disculparan.
Ruriko entendió demasiado bien el comportamiento de su hija y levantó las cejas en un gesto indefenso. Ella miró hacia adelante y vio a un muchacho alto y bien parecido de cabello blanco y ojos azules. Él le sostenía las manos a la mujer negra del cabello blanco. Seguramente debió ser su marido, pensó. Un mal gusto, pensó ella. La mujer negra tenía los senos y el trasero tan grande que rozaba la vulgaridad. Sin embargo, como mujer de un gran clan y educada de la mejor manera, no demostró sus verdaderos pensamientos de ninguna manera posible.
Si tan solo todo fuera tan simple. Kain vio su aura, estaba oscura en los brazos y las piernas, encendido en el estómago la tráquea y la cabeza, pero sobre todo brillante en la región de la boca. Como si activara el sentido del gusto. Kain mostró una pequeña sonrisa astuta y supo lo que haría a continuación.
Kain se quedó con Mana y esta última dio la indicación de que por hoy no habría más clases de ninjutsu médico. Así que todos los esclavos se retiraron.
Gengetsu se acercó a las mujeres del clan Yuki y hablo a solas con Ruriko, la mujer que tenía el cabello cano a los costados de la cabeza.
Ruriko lo miraba con solemnidad, casi al borde del asco y la decepción. Gengetsu le hablaba en voz baja y le suplicaba que lo escuchara, pero ella se mantenía firme y orgullosa.
Al final, Gengetsu la llevó con Kain y Mana —Kain, esta es la persona de la que te hable— dijo —se llama Ruriko Yuki—
Gengetsu miró a Ruriko, ella pestaño varias veces con una apariencia de disgusto, miró a Kain como si le fuera a decir algo, ella tomo aire, pero al final, las palabras no salieron de su boca.
Kain negó con la cabeza y le dijo —mucho gusto, Yuki-sama. Soy Kain Uchiha, amigo de Gengetsu. Él me dijo que ustedes eran viejos amigos, así que también puedo ser su amigo si usted me lo permite—
Ruriko abrió la boca, relajo su ceño y por fin sonrió. Ella recobro conciencia de sí misma y de quien era y realizo una profunda reverencia —mucho gusto, dios shinobi— dijo —esta tiene por nombre Ruriko Yuki—
—Ruriko-chan, que agradable nombre—
Ruriko no dijo nada, pero su rostro se puso rojo al ser llamada chan con su edad. Ella miró hacia otro lado y comenzó a jugar con su cabello. Ruriko miró a Kain con un claro rubor en las mejillas y le dijo —por favor, llámame, Yuki-san, nosotros no somos tan cercanos—
—Entiendo, lo recordare, Yuki-san—
—Okaa-sama— susurro Yayoi, hija de Ruriko.
Ruriko miró a su hija y parpadeo un par de veces como si no supiera porque la estaba llamando, pero para Yayoi era más que clara la traición de su madre a su difunto padre. Él no llevaba más de una semana muerto y ella estaba coqueteando con un extraño.
Kain tosió y les dijo —me gustaría conversar con usted de un tema importante—
Ruriko sintió como si le cayera un balde de agua fría y todo ese calor que sentía, se le paso y miró a Kain —lo entiendo— dijo —por favor, acompáñeme a mi casa. Ahí los atenderé a usted y su esposa como se merecen—
—Yo también voy— dijo Gengetsu
Sin embargo, Ruriko le dio una mirada significativa como poniendo una gran barrera entre los dos —no lo creo, mizukage-sama. Usted tiene cosas importantes que atender ¿O me equivoco?—
Gengetsu abrió la boca y trato de decir algo, pero al final, soltó un suspiro y le dijo —sí, así parece—
—En ese caso, nos vemos— respondió Ruriko apuntando con el brazo a la salida, miró a Kain y sonrió de forma cordial y elegante —por aquí, Kain-sama—
—Okaa-sama— dijo Yayoi y le tiro la manga a Ruriko.
Ruriko miró hacia atrás y vio a su hija mirarla con una intensidad obvia. Ella quería que la presentaran a Kain. Ruriko tomo una profunda respiración y pensó en su cabeza <<Oh, hija mía, si supieras. Si todo sale bien, este tipo será mi dueño, tuyo y de tu hermano>> Ruriko tomo otra profunda respiración y miró a Kain —Kain-sama, esta es mi hija mayor, se llama Yayoi— dijo mientras tendía su mano hacia el lado como si señalara a su hija de forma indirecta.
—Mucho gusto, Kain-sama— dijo Yayoi con una gran sonrisa, tenía una bonita mirada, los ojos oscuros como aceitunas con un brillo inocente. Era claro su rubor en las mejillas —todo el mundo habla de usted, me siento honrada de conocer al dios shinobi de la nueva era—
—Muchas gracias por tus palabras, Yayoi-chan ¿Te puedo llamar así?— preguntó Kain dándole una mirada burlona a Ruriko, ella se ruborizo y miró hacia otro lado.
Yayoi observó a Kain, frunció levemente la mirada, pero siguió sonriendo —sí, por supuesto— dijo
—Bien, Yayoi-chan ¿Nos puedes mostrar donde queda tu casa? Tu okaa-sama nos prometió una comida—
Yayoi abrió la boca, recordaba que no quedaba nada para comer, apenas un poco de arroz con el que se habían mantenido durante los últimos días. Ella sonrió nerviosa y respondió —claro, permítame—
Eso también trajo a la realidad a Ruriko. El clan Yuki no había tenido misiones de la villa durante los últimos años. Los demás clanes se habían encargado de acorralarlos y forzarlos a rendirse ante ellos. La lucha de su marido fue para que los pocos miembros de su clan no se convirtieran en esclavos. Que ironía, pensó ella. El mismo esfuerzo de su marido genero destrucción sin control y esto los llevó a ella, su hija e hijo a caer en la esclavitud. Ellos, el poderoso clan Yuki se había reducido a tres personas.