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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 421

Kain miraba desde la mesa al guardaespaldas vivo. El tipo sostenía el fierro en su mano derecha con la forma de una ballesta, pero más redondo, tubular y menos aparatoso. La boquilla emitía humo blanco por lo caliente que fueron las explosiones internas.

Eiji estaba recostado sobre la mesa con la cabeza perforada y manchando de sangre el mantel blanco.

El otro guardaespaldas estaba tirado en el piso, también tenía una perforación en la cabeza y su sangre se estaba aposando alrededor de su cabeza como un halo de sangre.

Kain levantó su mano derecha y el suelo se agrieto y emergió un grupo de enredaderas que envolvieron al guardaespaldas. El arma cayó al suelo y el tipo quedó inmóvil.

A los pocos segundos llegaron los invitados al desfile de moda de Akane. Todos se horrorizaron y miraron en otra dirección. Llegaron los guardias y generaron un perímetro para que la gente no se acercara.

Akane, Rei-chan y Reika se acercaron, pero Akane no aguanto las náuseas y se alejó. Rei-chan estaba horrorizada y Reika miraba a Kain, preocupada por él.

Kain levantó la mano derecha en señal de saludo.

En ese momento eran las diez de la mañana, corría viento fresco y el cielo estaba semi nublado. Hacía un poco de calor, pero el viento lo neutralizaba.

Reika supero a los guardias y se acercó a Kain. Los guardias le llamaron la atención, pero ella no los escucho. Kain se puso de pie y vio a Reika caminar hacia él y abrazarlo entre lágrimas.

—Vamos, no pasa nada, solo era un juguete ruidoso— susurro Kain

Reika asintió varias veces, asintió y le dio un beso. Kain se lo recibió, pero se aseguró de hacerlo breve. Reika se apartó de Kain y se miraron a la cara.

—Ve y llama a la policía para que vengan a ver este desorden. Yo me quedaré aquí hasta que lleguen— dijo Kain

Reika asintió, se dio la vuelta y camino lo más rápido que le permitió el kimono blanco con bordes rojos mientras su larga coleta de cabello purpura se agitaba de lado a lado.

Kain se sentó en su silla, miró a Eiji recostado sobre la mesa. La mancha de sangre se formaba circular, como un halo alrededor de su cabeza.

—Suéltame bastarlo, esto lo hiciste tú— grito el guardaespaldas de Eiji —maldito shinobi, me hiciste algo—

—¿Estás seguro que quieres decir eso?— preguntó Kain con tranquilidad

El guardaespaldas sonrió de forma burlona, como si este hubiera sido el objetivo todo el tiempo. Si no podían asesinar a Kain, tenían que inculparlo, empeorar su reputación, la de su empresa, que todo el mundo lo conociera como un vil shinobi.

Kain soltó una risita, levantó su mano derecha y otro conjunto de enredaderas emergió del suelo. Subió como una serpiente por el cuerpo del guardaespaldas y le cubrió la boca tan fuerte que le rompió varios dientes. El guardaespaldas soltó un alarido, pero las enredaderas lo ahogaron. Le corrían lagrimas por los ojos mientras su rostro se volvía rojo por el intenso dolor.

Kain soltó una risita malvada, divertido por lo estúpido que podían ser estos civiles. Seguramente el dueño de este tipo no podía aceptar que los shinobis no estuvieran a su disposición cada vez que se le antojaba. Los tiempos estaban cambiando, era irrisorio que los débiles gobernaran a los fuertes, aunque el hecho de tener o no tener chakra debía cambiar. Solo sería un carta dentro de la mesa para generar división y extrapolar una posición. Kain ya lo estaba investigando, gracias a Madara pudo encontrar la combinación perfecta para darle chakra a una persona sin chakra, pero no era definitivo. Con la inyección, el suministro de chakra solo duraba diez horas. Para perfeccionar el proceso sería un experimento a largo plazo, pero de aquí a veinte años, todo el mundo tendría chakra. Aunque claro, siempre habría gente que tiene tan poco que casi no se nota.

Media hora después llegó la policía militar. El evento de moda era totalmente inviable después del asesinato.

La policía militar se componía en un 100% de Uchihas, así que la palabra de Kain fue la verdad absoluta, incluso si el guardaespaldas intento decir lo contrario. Aunque claro, con todos los dientes rotos, la mandíbula fracturada y la boca ensangrentada, su habla solo era un balbuceo ininteligible.

Al mismo tiempo, Kain escaneo el arma y reviso su base de datos. Era un tipo de arma llamada revolver. Al apretar un gatillo, un martillo en la parte posterior del cañón golpeaba la munición y eso provocaba una explosión interna dentro de un pequeño cartucho, impulsando el proyectil en la punta del cartucho no más grande que un pulgar. Un arma letal, para los civiles, pero no para los shinobis…por ahora. Nada decía que en un futuro no tuviera la suficiente potencia para matar a un shinobi. De ahí la importancia de que todos tengan chakra.

Kain salió del balcón y dejo a la policía militar hacer su trabajo. Camino hacia las mesas donde estaban las copas con champagne. Tomo una copa y camino al fondo, donde había una enorme puerta doble de color burdeos. En el interior se veía la pasarela, pero estaba casi vacío. Solo estaban Akane, Rei-chan y Reika sentadas, esperando por Kain.

Akane vio a Kain y frunció el ceño. Ella se puso de pie, lo señalo con el dedo índice y le dijo —nunca más en la vida te invito a un evento de moda, das mala suerte—

Kain soltó una risa ahogada que se transformó en una carcajada. Camino hasta Akane y la abrazó mientras se reía y la consolaba. Kain se apartó y miró Akane. Parecía realmente molesta.

—Lo siento, pero no fue mi culpa— dijo Kain con una enorme sonrisa —esto lo tenían preparado de antemano. Te sugiero que ya no hagas más eventos por la temporada y si vas a andar por la capital (considerando tu embarazo), sería bueno que te acompañen guardaespaldas. Habla con Sakumo, dile que yo lo autorice—

Akane miró a Kain, era veinte centímetros más baja que él, así tenía que levantar su rostro. Ella fruncia la nariz como queriéndose enojar, pero al final, soltó un suspiro y asintió.

—Bueno, volvamos a casa— dijo Kain, miró a Reika y continuo —después del almuerzo continuamos con nuestra cita. Antes tengo que ver a la niñera para el gran Hashirama—

Rei-chan miró a Kain y le preguntó —¿A qué hora iba a venir Noriko y su sobrina?—

—Dijo que a las doce del día. Si quieres, tú entrevista a la niñera y yo me ocupo de Noriko-san. Tengo que hacer los cálculos de cuanto le debemos para poder pagarle—

Rei-chan quedó mirando a Kain, lo amaba, amaba todo de él, pero le preocupaba que pusiera sus manos sobre la niñera. Por eso ella, Tsubaki y Aoi habían contratado mujeres mayores, por no decir ancianas, para que cuiden de los bebés. Sin embargo, era un despropósito y ella se estaba mintiendo a sí misma. Considerando lo enérgico que era Hashirama, necesitaba a alguien joven que lo cuidara. Una anciana carecía de la energía.

—Kain-sama— dijo Reika, Kain la miró y ella continuo —si está muy ocupado…—

—No, para nada. Ya cumplí con mi cuota de esta semana. Ahora es mi tiempo y lo quiero pasar contigo— dijo Kain

Reika lo quedó mirando a los ojos, pero por el rabillo del ojo vio como Akane y Rei-chan la quedaban mirando, así que no se atrevió a besar a Kain de forma descarada como otras veces.

Los cuatro fueron a la sala de administración del hotel, hablaron con el administrador y le informaron de la situación.

Akane se comunicó con las modelos y los diseñadores asociados.

Rei-chan se comunicó con los organizadores y delego las responsabilidades.

Kain y Reika los esperaron en el vestíbulo durante media hora.

Una vez que Akane y Rei-chan fueron al vestíbulo, se reunieron los cuatro. Caminaron al exterior donde los esperaban los automóviles.

Kain acompaño a Akane a su vehículo mientras Rei-chan y Reika caminaban a sus propios vehículos.

El chofer del vehículo de Akane le quiso abrir la puerta, pero Kain levantó su mano para detenerlo y él abrió la puerta. Akane lo miró con ternura y se detuvo en la puerta.

Kain sonreía con tranquilidad y le preguntó —¿Segura que no quieres venir con nosotros?—

—Por ahora no, tengo cosas que programar— respondió Akane con su bonito cabello oscuro enmarcando su rostro. Los ojos grandes y expresivos con el iris purpura —pero si le das permiso a Sakumo por unos días, te lo agradecería. Lo extraño mucho—

—Entiendo, déjamelo a mi— dijo Kain

Akane asintió, estiro su mano a la cabeza de Kain y le desordeno el cabello como si fuera un niño —muchas gracias, otouto— dijo

Kain sonrió y le giño un ojo.

Akane se subió al vehículo con una superficie oscura y lustrosa. Kain cerró la puerta y miró al chofer. Un tipo mayor con canas a los costados de la cabeza y vestido con un traje negro —todo suyo— dijo —por favor, cuídela—

—Sí, señor— dijo el chofer e hizo un pronunciada reverencia.

Kain se alejó del vehículo, se subió a la vereda y espero a que el vehículo partiera. Una vez que el vehículo arranco, Kain lo quedó mirando por unos segundos y después se dio la vuelta para ir a su propio vehículo. Vio los dos vehículos negros con una superficie lustrosa, en su interior lo esperaba Rei-chan y Reika. Los dos choferes de pie al lado de cada vehículo, listos para abrirle la puerta del vehículo que Kain escogiera.

Por otro lado, Kain pensaba en darle una opción a Sakumo para que al final del día pudiera viajar a la capital libremente a través del sistema de transferencia de Guardián. De esa manera, Sakumo podría cumplir su trabajo sin separarse por tanto tiempo con Akane. Lamentablemente, la mayoría de las empresas estaban en Keishi, capital de la nación del Fuego.

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