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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 407

—Tienes algunas cosas interesantes— dijo Madara sentado en su trono de madera, todavía tenía pegadas las mangueras a la espalda, pero se habían cortado a la altura del suelo. Así que Madara sacó conclusiones:

1° Esto no era un genjutsu

2° Su hijo tenía un amigo muy, pero muy peligroso.

3° Su hijo era idiota o tenía alguna trampa preparada. De lo contrario, Madara no entendía como estaba tan tranquilo. Era débil, más fuerte que la mayoría, pero débil, muy débil comparado con él o Hashirama.

Kain miró a Madara: tenía el cabello cano y alborotado como una melena. El cuerpo raquítico, avejentado y débil. Lo único vivo era su mirada, atenta. El ojo derecho era un mangekyo nuevo, producto de adherir a su cuerpo un ojo nuevo, pero el de la izquierda era raro. También era un mangekyo, pero tenía círculos alrededor del iris que se iban agradando hasta cubrir todo el ojo.

—¿Qué le paso a tu ojo izquierdo?— preguntó Kain

Madara se quedó callado, observado como lo miraba, pero no respondió.

Kain mostro una pequeña sonrisa y le dijo —como quieras, después de que te arregle la cara, tendrás que decirle a tu joven hijo todos tus secretos. Incluso los más estúpidos—

—No tengo secretos estúpidos— respondió Madara

—El simple hecho de dejar Konoha y hacer a todo el mundo tu enemigo es lo suficientemente estúpido. Como nadie sabe la razón, lo convierte en un secreto estúpido. Y más estúpido aun, es haber dejado a okaa-sama por una batalla estúpida—

Madara se quedó callado y por primera vez agacho la mirada sin palabras elocuentes con las cuales defenderse.

—Vaya ¿Quién lo iba a decir? El gran Madara Uchiha es un hombre tímido y antisocial, débil contra el amor. Casi siento compasión por ti—

Madara levantó su rostro y lo miró con dureza.

Kain sonrió y le dijo —eso está mejor, es más como tú— él llevó su mano derecha a la manga izquierda de su haori y sacó dos sellos de papel. Camino hasta el trono de madera y se detuvo a un metro de Madara —toma— dijo ofreciéndole un sello de papel —dentro está todo lo necesario: armadura, pergamino con armas y todo lo necesario. El tío Hashirama me enseño bien, así que te darás cuenta de que no falta nada, incluso está tu viejo gunbai. Ahora, con respecto a tu estado actual, pudo devolverte tu fuerza por dos horas, pero después de eso gritaras como un cerdo de tanto dolor—

Madara miró a Kain a los ojos, ojos azules, nadie en su clan tenía ojos azules. Tampoco el cabello blanco, pero su rostro era Uchiha, también sus ojos —¿Por qué haces esto?— preguntó

Kain sonrió y le dijo —mi juego es demasiado solido para que tu puedas ver a través de él. Hasta el momento no has hecho nada que no haya anticipado. Seguirá así. Así que deja de hacer preguntas y solo acepta el trato. La abuela me enseñó a ser un guerrero y te estoy dando el trato que te mereces. Eso es todo—

Madara tomo una profunda respiración pensando en las palabras de Kain y en lo bien que lo educo Hashirama y Naori —sería una lástima matarte ahora, tienes potencial— dijo

—¿Es un cumplido?— preguntó Kain con una sonrisa irónica —bueno, lo tomare como un cumplido. Tranquilo viejo, solo disfruta de esta oportunidad, puede que sea la última vez que goces de esta libertad—

—Mocoso arrogante— dijo Madara con molestia

Kain curvo la comisura derecha hacia arriba y le dijo —¿De quién lo habré heredado?—

Madara sonrió con suavidad y le dijo —inyéctame la medicina, de todos modos, no sé lo que me vaya a pasar. Esas mangueras me ayudaban a mantenerme vivo. Por otro lado, si quieres matarme, es el momento—

—Matarte tan débil sería aburrido— dijo Kain —pero ¿Está bien? La medicina solo servirá durante dos horas, después de eso perderá su efecto—

—Si es tan buena como vociferabas, una hora será más que suficiente para darte una lección y quitarte lo confiado—

—Claro— dijo Kain de forma irónica, metió la mano izquierda a la manga derecha de su haori y sacó una jeringa con aguja. El líquido en el interior era verde cristalino.

—¿Es el mismo compuesto que ocupaste para mantener el ojo tan saludable?— preguntó Madara

—No, solo es parecido en color, pero eso todo. Ahora ven, muéstrame tu brazo—

Madara abrió su túnica negra, sacó su brazo derecho (delgado, huesudo y débil). Se lo mostro a Kain y este último acercó la jeringa. Kain presiono el embolo y el líquido comenzó a entrar en el cuerpo de Madara.

Madara se sintió mareado por un momento, cayó de espaldas sobre el trono hecho de la base de un tronco. Se quedó mirando el cielo azul, el sol incandescente. Incluso si su hijo lo había engañado, no era una mala forma de morir. Este cielo tan azul le recordaba su niñez, casi podía escuchar el rio en el que conoció a Hashirama. Una piedra, se rio en su mente, lanzar una piedra "el que llegue a la otra orilla gana" casi podía escuchar a Hashirama gritar del otro lado del rio. Llorón y ruidoso, pensó Madara. Sin embargo, ese no fue el fin y se despertó al minuto siguiente. Parpadeo un par de veces, llevó su mano derecha a su pecho y se tocó. La masa muscular había vuelto, se tocó el rostro, los brazos, se sentó con agilidad y miró su entorno. Seguía en ese extraño espacio abierto rodeado por altas murallas de hielo, con el cielo azul y un sol incandescente. Kain, estaba delante de él, mirándolo con seriedad, pero de vez en cuando, sus ojos se desviaban un poco a la derecha, como si estuviera mirando algo. Madara se levantó, miró hacia atrás, pero solo vio el amplio terreno árido, plano y sin nada a la vista.

—Bien— dijo Kain —ya que recuperaste tu forma, utiliza el pergamino y prepárate. Como dice Nawaki "arreglare tu actitud"—

Madara miró a su hijo, el muchacho alto, de cabello blanco peinado hacia atrás y ojos azules. Kain se dio la vuelta y camino en la dirección opuesta, como si fuera a preparar su cosas.

Madara tomo una profunda respiración, tomo el sello de papel que le dio Kain y camino en la dirección opuesta. Después de treinta metros, se detuvo, inyecto chakra en el sello y de él emergió un enorme pergamino de un metro de altura. Madara lo acostó en el suelo, le dio una ligera patada y lo hecho a rodar. El pergamino se extendió y Madara vio una gran cantidad de sellos. Conociendo a Hashirama, la mayoría debería tener armas, el resto vendajes y primeros auxilios, una armadura, sellos, shuriken y kunais.

Madara fue al sello más pequeño, casi al fondo del pergamino, inyecto chakra y emergió una armadura roja como la que ocupaba en aquellos años. Sonrió confiado, la dejo a un lado y comenzó a sacar todo lo que iba a necesitar, pero se detuvo cuando extrajo su viejo gunbai. Se puso de pie, lo miró por ambos lados y sonrió. Era el que ocupo contra Hashirama. Este último lo había recogido y guardado entre sus pertenencias. El gunbai todavía tenía las marcas de los choques con las armas de Hashirama.

Madara continúo revisando lo que tenía, se demoró media hora en prepararse. Al mismo tiempo, se sentía mejor a cada minuto que pasaba. Así que busco una espada con la hoja ancha y miró su reflejo en el metal. Su cabello había vuelto a ser negro, vivido y desordenado como un melena. Su rostro también había recobrado su vitalidad.

Una vez que Kain y Madara estuvieron listo, se reunieron en el centro del terreno. Era un kilómetro de diámetro con la forma de un círculo perfecto rodeado de murallas de hielo. El suelo era árido y plano, como si alguien lo hubiera diseñado para que se viera así.

—Esto…— dijo Madara, llevaba su armadura roja, una enorme espada en la mano izquierda y el gunbai en la mano derecha —¿No es un genjutsu?—

—El mundo es más grande de lo que crees, oto-sama— dijo Kain —hay mucha gente poderosa, a niveles que ni siquiera te lo puedes imaginar—

—¿Cómo el sabio de los seis caminos?—

—¿Quién es ese?—

Madara vio las expresiones de Kain, sus ojos azules parecían concentrados en él. Tranquilos y sinceros. Había cambiado su ropa y se vestía igual que él, con una armadura roja, ropa negra y un pergamino en su espalda. Sin embargo, no llevaba ningún arma en las manos.

Madara apuntó a Kain con el gunbai y le dijo —te estás confiando demasiado—

—Y tu supones demasiado— respondió Kain

Madara y Kain se miraron a los ojos, eran casi de un mismo porte (1.80 mts de estatura). La gran diferencia era que Madara era un adulto en todo el sentido de la palabra y Kain solo tenía dieciséis años.

—¿Unas últimas palabras?— preguntó Kain, se cruzó de brazos y lo miró a los ojos

Madara sonrió y dijo —no hay cura para la estupidez—

—Y que lo digas—

Madara se lanzó contra Kain, ataco con el espadón dando un corte horizontal. Kain paso por debajo, pero Madara continúo golpeando con el gunbai. Como era ancho, Kain no pudo pasar por debajo del gunbai, así que se cubrió con el brazo y pierna izquierda, recibió el golpeo y fue enviado a volar. Cayó sobre sus pies, se deslizo un par de metros sobre la tierra y se detuvo.

Madara mantuvo su posición, levantó el gunbai y lo posicionó sobre su hombro derecho —si te confías tanto, esto no será divertido y te venceré en menos de un minuto—

Kain sonrió separando los labios y mostrando dos hileras de dientes blancos —te lo dije, mi juego es demasiado solido como para que puedas ver a través de él— dijo

Kain llevó las manos a los antebrazos.

Madara leyó su movimiento, clavo el gunbai y el espadón en la tierra, imito el gesto de Kain y de los sellos en sus antebrazos, sacó kunais.

Kain lanzó un kunai detrás de otro y Madara los contrarresto con los suyos. El tañido de los metales chocando era incesante y ensordecedor.

Madara movía sus ojos de aquí para allá, revisando el estado de su ojo derecha y sintiendo que era perfecto. Ni siquiera los ojos de su hermano Izuna fueron tan perfectos como estos. Era como si Kain los hubiera hecho especialmente para él. Madara sonrió y calculo la trayectoria de los kunais, lanzó un kunai, desvió un kunai de Kain y con ese, desvió otros dos en secuencia. Entonces tuvo movimientos de ventaja y lanzó dos kunais al rostro de Kain. Las hojas de metal volaron con precisión y le cortaron ambas mejillas a Kain.

Madara y Kain se detuvieron, mantuvieron los kunais en sus manos y se quedaron mirando. Madara sonreía de forma burlesca al haberle cortado a Kain las dos mejillas y Kain…también sonreía.

—Eres un muchacho insolente. Nunca debiste desafiar a tu padre con este nivel de habilidad, pero como eres mi hijo, te perdonare—

Kain soltó una risita y le dijo —tú supones demasiado—

De repente Madara sintió que una espada lo apuñalaba por la espalda, le atravesaba el corazón y la hoja emergía por su pecho. Fue solo un instante, un segundo, pero se sintió muy real. Sin embargo, al segundo siguiente, volvió a la normalidad y se dio cuenta que solo fue un genjutsu —Naori te enseño muy bien— dijo

Kain soltó una risita burlesca, soltó los kunais que tenía en las manos, se limpió la gota de sangre que caía por cada una de sus mejillas y comenzó a realizar sellos de mano.

Madara también lo imito, a pesar de que Kain no era su rival, esto era muy divertido. Incluso soltó una carcajada. Entonces, al final de la secuencia de sellos, Kain y él gritaron —Katon, goukakyu no jutsu—

El fuego de Madara fue amplio y de color amarillo mientras el de Kain fue condensado, potente y de color azul. Incluso si Madara inyecto más chakra en su ataque, su bola de fuego ni siquiera pudo aguantar un segundo y fue engullido por el fuego de Kain. Sin embargo, Madara solo estaba jugando, tomo su gunbai y golpeo de frente el fuego y lo desvaneció.

—Te dije— dijo Kain —supones demasiado, oto-sama—

Madara miró a Kain y soltó un bufido de desdén, pero entendió que Kain tenía uno que otro truco oculto.

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