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Mundo Shinobi - Mundo impuro - 388

Kain estaba sentado en seiza en medio del dojo donde el clan Yotsuki tenía sus reuniones. Era un enorme edificio para admitir a los miembros representantes de cada rama del clan más numeroso del continente. Frente a Kain estaba Kokoro Yotsuki y Kentaro Yotsuki (el joven, rubio y moreno, hijo de Jin, el tercer raikage). A sus lados estaban los ancianos del clan Yotsuki, delgados, con cuerpos raquíticos y llenos de arrugas.

Gracias a la crisis que sucedió hace un par de horas con los clanes pequeños, los ancianos recobraron su vitalidad y estaban más enérgicos que nunca.

Kain se acarició la mejilla derecha, miró a Kokoro y Kentaro. Después miró a la izquierda y dijo —el shinobi que portaba el gusano parásito esta inconsciente y es el único. El resto de los anfitriones de gusanos parasito huyeron el noroeste mientras los shinobis de los clanes pequeños huyeron al norte, a la región nevada. Del grupo que fue al norte no tienen mucho de qué preocuparse, no existen seguidores del dios Jashin. Como solución momentánea, propongo desarrollar un sello de protección que ataca a todos los usuarios de parásitos que puedan tratar de infiltrarse en la villa. Como es un ser vivo, el sello afectará solo a los parásitos, pero se reflejará en el usuario—

—¿Cómo atrapamos a los usuarios de gusano parasito?— preguntó el anciano a la derecha de Kokoro

Kain negó con la cabeza y respondió —te sugiero que no lo hagas, respeto tu espíritu shinobi, venerable, pero solo le estarás dando alimento a sus parásitos. Ya vieron como termino el tercer raikage y dudo que en todo Kumogakure haya alguien que pueda enfrentar a Jin y dejarlo en mal estado—

El anciano de cabello corto, piel morena y cubierto de arrugas, asintió con seriedad.

—¿Qué vas a hacer tú, Aniki?— preguntó Kentaro, hijo del raikage. Llevaba el cabello rubio y corto, en punta y alborotado. Tenía la piel morena y era bastante alto para sus once años.

Kain sonrió al ver al hijo de Jin llamarlo "aniki" —por supuesto, yo estaré buscando a los usuarios de parasito— dijo

—En ese caso, te ayudare—

—No— respondió Kain

Kentaro frunció el ceño hasta marcar una línea entre sus cejas y lo miró enojado.

—Tú padre es fuerte, puede que ochenta o hasta cien veces más fuerte que tú. Tener a otro shinobi acompañándome será correr un mayor peligro—

—¿Por qué tú puedes y yo no?— preguntó Kentaro

—Porque soy un adulto, porque tengo recursos, porque me puedo cuidar por mi cuenta, porque ya participé en la guerra, comande fuerzas, pelee contra dos kages, los mate y soy conocido del damio de la nación del Rayo, de la nación del Fuego, amigo del Raikage, Tsushikage, Misukage y hokage ¿Necesito dar más respuestas? Aaaah, sí, la semana pasada golpee a tu padre tan mal que tuvo que guardar reposo ¿Suficiente?—

Kentaro frunció aún más el ceño.

Al mismo tiempo, muchos ancianos del clan Yotsuki tosieron como indicándole a Kain que debía contenerse de decir ese tipo de cosas.

Kain soltó una risita y les dijo —lo siento, pero conozco a los niños con el carácter de Kentaro. Si no soy lo suficientemente convincente, él me seguirá e insistirá en perseguirme hasta que yo seda. Cosa que no va a pasar y Kentaro terminará tan golpeado que se unirá a su padre en el reposo—

—Cállate, idiota, te podría golpear con una mano— grito Kentaro

Sin embargo, Kokoro le dio una poderosa palmada en la cabeza y Kentaro se agarró la cabeza. Este último miró hacia arriba, vio a Kokoro, pero ella frunció el ceño y Kentaro entendió que debía guardar silencio o sería peor.

—Kain-sama— dijo uno de los ancianos —¿Cuándo podrá tener listo la técnica de sellado para protegernos de los usuarios de gusano parásito?—

Kain sacó de la manga derecha de su haori un pergamino, lo dejo en el suelo y le dijo —no es necesario esperar, aquí está. De nada—

El anciano soltó una risita y asintió. Después de todo, Kain podía ser un niño para el anciano, pero era discípulo de Mito Uzumaki, maestra de sellos del clan Uzumaki e hija del difunto patriarca.

—Kain, muchas gracias por tu ayuda— dijo Kokoro —Kumogakure agradece tus grandes esfuerzos a pesar de todos los malentendidos—

—De nada, Kokoro-san— respondió Kain, se levantó y dijo —bueno, con esto estamos listos. Espero que se mantengan vigilantes y si encuentran algún usuario de gusano parasito, no sean tan tontos como para tratar de capturarlo. Puede parecer una gran idea, mucho poder y consumir chakra. Que genial ¿Verdad? Sin embargo, cuando se vuelven marionetas de un gusano, no suena tan genial. Los clanes que crían insectos espías deben saber a lo que me refiero—

Un anciano de baja estatura, cabello blanco y rostro pálido asintió con suavidad.

—Kain, lo siento, pero la sacerdotisa del sabio serpiente te quiere ver— dijo Kokoro

Kain la quedó mirando, eso no sonaba bien. La última sacerdotisa de un sabio que conoció Kain, le dio un hijo y ahora estaban criando a la reencarnación del primer sabio rey mono.

Kain miró en otra dirección, lo pensó un poco y después volvió a mirar a Kokoro —está bien, pero tengo poco tiempo. Todavía tengo que ver al patriarca del clan Hoshino— dijo

—No será más de una hora— respondió Kokoro. Kain asintió, Kokoro se puso de pie y miró a Kentaro —tú te vas a casa y estudias como debe hacerlo un niño. Sino lo haces, te enviare a perseguir gatos por toda la villa ¿Entendido?—

Kentaro agacho la mirada mientras fruncia el ceño, pero asintió de todos modos.

Kain miró a los ancianos, hizo una gran reverencia y enderezo su espalda. Miró a Kokoro, ella camino hacia él y los dos salieron del dojo donde hacían las reuniones del clan Yotsuki. Ahora todo Kumogakure, pertenecía a un solo clan. El más numeroso y grande de toda la nación del Rayo.

Afuera del dojo, Kain y Kokoro caminaron uno al lado del otro por un caminillo adoquinado.

—¿Dónde vive la sacerdotisa?— preguntó Kain

Kokoro lo miró y respondió —a media hora de los límites de la villa, en lo alto de una montaña—

—Vástago, muestra el mapa de la región a Kokoro Yotsuki— dijo Kain

Kokoro se detuvo y vio el mapa de la región. Ella abrió los ojos amplios y se llenó de asombro. Ella miró a Kain, pero parte del mapa cubría su rango de visión.

—Estoy confiando en ti, Kokoro— dijo Kain —ahora dime ¿Dónde queda ese lugar?—

Kokoro frunció el ceño, agacho la mirada y después asintió. Ella señalo el punto con su mano, pero no podía sentir que lo tocara.

—Vástago transfiérenos al lugar señalado por Kokoro Yotsuki—

—Procesando, solicitando permiso a Guardián— respondió Vástago.

Kokoro realizo una inspiración del puro susto y miró en todas las direcciones. Kain le tomo la mano y ella lo miró. Al instante fueron transferidos y pasaron del camino fuera del dojo de los Yotsuki a la cima de una montaña. El sol del medio día era incandescente, el viento corría fuerte y ondeaba los cabellos. La montaña se erguía imitando la silueta del cuello de una serpiente, con una larga escalinata hasta la cima con una región plana, similar a la cabeza de una serpiente.

Por su parte, Kain miró los alrededores, bajo los arbustos, entre las piedras y los árboles. Había serpientes por todos lados. Los pequeños ojos obsidiana se asomaban y levantaban sus cabezas como queriendo ver quien había llegado.

Kain soltó una risita, para él, las serpientes no se sentían diferentes del viejo Orochi o de Orochimaru. Era una sensación natural, familiar, ni siquiera tenía que mirar para saber dónde estaban ellas.

Kain miró a Kokoro y le dijo —Tú guía el camino—

—Sí— respondió Kokoro y camino por delante

Kain camino un paso por detrás de ella mientras subían las escaleras de piedra y el viento soplaba con fuerza. Kain acelero un poco y camino a la misma velocidad que Kokoro.

—Así que cuando me decías que las serpientes te dijeron que yo había llegado, era verdad— dijo Kain

Kokoro miró a Kain, sonrió y asintió —Sí— respondió —el clan Yotsuki comenzó con la primera generación de los hombres serpiente que llegaron a esta región. Sin embargo, como todos los clanes que vinieron de las estrellas, nos separamos. El clan del sabio rey mono se dividió y ahora una parte de ellos son nuestros vecinos. Nosotros fuimos los mismos. El abuelo de tu abuelo era hermano menor del patriarca. Ambos hermanos tuvieron diferencias y el abuelo de tu abuelo se fue a vivir en lo que hoy se conoce como la nación del Fuego—

—¿Cuál es el legado que guardo?—

—¿Qué?—

—Los Sarutobi de la nación del Fuego conservaron el linaje del sabio rey mono. Los Sarutobi de la nación del Rayo conservan el culto al sabio rey Mono. Los Sarutobi de la nación del Agua, se quedaron con gran parte de los recursos—

Kokoro hizo una mueca incomoda y respondió —Los Yotsuki de la nación del Rayo conservaron la mayor parte del clan y las riquezas. Los Yotsuki, en tu lugar, los que después tomaron el apellido Senju, conservaron la técnica de la inmortalidad—

Kain se detuvo y quedó mirando a Kokoro. Esta última se detuvo y lo miró a los ojos. El sol iluminaba el bonito rostro de piel morena. El viento ondeaba el voluminoso cabello rubio. Ella lo miraba a los ojos y se sujetó el cabello para que no le cubriera el rostro.

—¿Inmortalidad?— preguntó Kain

—Sí— respondió Kokoro —no es algo como ser invencible. Es, es volver a tus orígenes. Tú dijiste una vez que tu abuelo tenía cientos de serpientes en su casa ¿Nunca encontraste que era extraño?—

—¿Ellos son?—

—Sí— respondió Kokoro —ellos son tus antepasados. Conservan su forma original esperando el día en que el sabio serpiente abra el camino a los terrenos sagrados y puedan volver a casa—

Kain agacho la mirada.

—Es complicado, pero ahora hablaras con la sacerdotisa. Puede que ella tenga mejores respuestas para ti, hijo de Yig—

Kain miró a Kokoro a los ojos sin saber que decir al respecto.

Kokoro se volteó y siguió subiendo la larga escalinata que los llevaba a la parte alta de la montaña que parecía la cabeza de una serpiente. En la cima, había una puerta torii y una casa tradicional. De fondo estaba el cielo azul con algunas nubes blancas.

Kain subió el resto de las escalinatas con Kokoro, pero cuando llegaron a la puerta torii, Kokoro se detuvo y lo miró a los ojos —solo tú puedes pasar— dijo

—¿Y tú?— preguntó Kain

—Solo puedo entrar al templo cuando llegue mi momento y me toque tomar el lugar de la sacerdotisa—

Kain quedó mirando a Kokoro. Ella mostro una pequeña sonrisa, acercó su rostro y le dio un pequeño beso.

—No te preocupes— dijo Kokoro, apartó su rostro y continuo —todavía…—

Sin embargo, el viento soplo con tanta fuerza que Kain no fue capaz de escuchar el resto.

Kain asintió sin saber que decir y avanzó. Atravesó la puerta torii, pero se detuvo después de dar el primer paso. Vio la puerta torii, después miró a Kokoro, miró la montaña y el resto del valle alrededor de Kumogakure. Incluso podía ver la villa. Sin embargo, él se detuvo porque al atravesar la puerta torii se sintió como si atravesara un poderoso sello.

Kain miró adelante y vio una casa tradicional de doble pendiente y puertas con cuadritos de papel. Él caminó hasta detenerse frente al pasillo que pasaba por fuera de la casa y la puerta se deslizo hacia un lado. Del interior salió una mujer igual de hermosa que Kokoro Yotsuki, pero su piel era extraña. Ella llevaba un kimono sin mangas. Gracias a eso, se podían ver sus brazos cubiertos de escamas multicolores mientras sus ojos eran iguales a los de las serpientes.

—Así que has venido, hijo de Yig—

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