—¿Dónde están los otros?— preguntó Tobirama cuando llegó delante de Hiruzen
—Estaban luchando contra las serpientes, pero de un momento a otro vinieron shinobis renegados— respondió Hiruzen con un par de moretones en el rostro —yo vi una apertura y Danzo me dijo que lo viniera a ayudar. De esa manera usted nos ayudaría a lidiar con esos tipos—
—Vamos— dijo Tobirama, Hiruzen asintió y corrieron mil metros cuesta arriba hasta que encontraron a los otros discípulos de Tobirama. Estaban los cuatro reunidos, espalda con espalda mientras eran rodeados por al menos treinta shinobis. Las serpientes se habían esfumado con la muerte de Ryoma Uzumaki, pero contando los cadáveres de los ya vencidos repartidos en el bosque, ahora había más shinobis renegados.
—Tú de ese lado, yo de este lado— dijo Tobirama saltando hacia la derecha. Hiruzen hizo lo mismo y empezó a realizar sellos de mano.
—Suiton…— dijo Tobirama
—Katon…— dijo Hiruzen
—Suiryudan no jutsu/Karyu Endan— gritaron al mismo tiempo. Entonces lanzaron un torrente de fuego por la izquierda y un dragón de agua por la derecha. Eso golpeo a todo el grupo que rodeaba a los discípulos sin dañar a estos últimos. De las treinta personas solo quedo uno con quemaduras superficiales en su brazo derecho. Pero, en vez de preocuparse por su herida, vio a Tobirama y salió huyendo.
—No huyas cobarde— grito Danzo, listo para perseguirlo
—Déjalo, Danzo— dijo Tobirama con un tono de voz firme —debemos apartarnos de este lugar. Kumogakure y la nación del Trueno se volverán inestables—
—Sí, sensei— respondió Danzo un poco enojado por no poderse vengar.
Tobirama se acercó al grupo rodeados por un barrial a su derecha y tierra quemada a su izquierda. Él los miró de pies a cabeza, examinando los cortes y hematomas visibles.
—¿Nadie resulto herido de gravedad?— preguntó Tobirama
—Nadie, sensei— respondió Danzo —solo Torifu fue apuñalado en el brazo—
—Déjame ver— ordeno Tobirama
Torifu Akimichi se acercó con un rostro serio y casi inexpresivo, con una mirada acusatoria y llena de resentimiento. Tobirama lo quedó mirando a los ojos durante los pocos segundos que le tomo llegar delante de él. Se preguntaba si Torifu sabia algo de Ooyama, pero no debía ser así, había mandado a Torifu a trabajar con Orochi, al lado opuesto de donde se movía Ooyama. Era imposible, a menos que Kain Uchiha le hubiera contado algo. No obstante, sin pruebas, sería un desperdicio suponer cosas y matar a un discípulo solo por una duda. Solo debía estar pendiente de sus movimientos.
Torifu llegó delante de Tobirama, metió sus dedos en el agujero que había quedado en su manga y la arranco desde el hombro. Entonces quedo a la vista un corte sobre la piel que se estaba tornando amoratado.
—¿Quién te hizo esto?— preguntó Tobirama frunciendo el ceño
—No lo recuerdo, sensei— respondió Torifu con voz suave —había muchos enemigos y de repente sentí un kunai clavado en mi hombro—
—Es veneno— dijo Tobirama, llevó su mano a la mochililla atada a la parte posterior de su cinturón, lo cual hizo a Torifu dar un paso hacia atrás, temeroso de lo que le pudiera pasar. Tobirama frunció el ceño, saco dos pequeños frascos y continuo —solo es medicina—
Torifu frunció el ceño y dio un paso hacia adelante. Tobirama saco un kunai, abrió uno de los frascos con una crema verdosa, ocupo la punta del kunai para sacarla y untarla sobre la herida. Torifu hizo una mueca de dolor, pero no se movió. Después de eso, Tobirama abrió el segundo frasco con una pequeña píldora verde y se la tendió a Torifu.
—Comete esta píldora, es medicina que neutralizara los efectos del veneno— respondió Tobirama
—Está bien, sensei— respondió Torifu, tomo la píldora con sus regordetes dedos y se la llevo a la boca, la trago y miró a Tobirama como diciéndole "ya hice lo que querías ¿ahora qué?".
—Bien, vámonos— dijo Tobirama, dándole la espalda a Torifu y a los otros. Avanzó a paso lento, el resto lo siguió, pero Hiruzen desde su derecha, pudo decir que algo le pasaba a su sensei. Tenía una mirada severa y afilada, como si estuviera preparado para matar a alguien. No obstante, a pesar de que se veía tan amenazante, no hizo nada en especial y solo se echó a correr mientras el resto lo seguía.
Tobirama y sus discípulos se lograron alejar de la montaña en donde estaba el templo del Sabio Serpiente, lo cual, empeoro su suerte. Al salir del bosque empezaron a escuchar un temblor como si un grupo de animales corriera en estampida. Poco a poco el temblor se hizo más fuerte, Tobirama miró a sus discípulos y ellos asintieron preparados para el ataque. Cuesta arriba se veía como los árboles iban siendo destrozados en el camino, se levantaba una polvareda y el temblor se hacía más potente.
—¡Aquí vienen!— grito Tobirama con un rostro serio —no los enfrenten a menos que sea necesario ¡Anbu! Preparen el sellado—
Al instante siguiente aparecieron treinta encapuchados alrededor de Tobirama y sus discípulos. Algunos sacaron sellos de papel y otros comenzaron a realizar sellos de manos. Incluso el propio Tobirama saco sus propios sellos de papel, pero escucho la molesta voz de Mito, recordando el pasado.
<<No puedes hacer eso— dijo Mito en aquel momento —a menos que puedas debilitar a un biju a través del combate directo y puedas generar un sello de sumisión, jamás lo podrás capturar>>
—¿Qué sabes tú, lunática?— murmuro Tobirama, había pasado años confeccionando una solución al problema de los sellos Uzumaki. Era algo demasiado valioso y una enorme perdida si nadie además de ella y los de su clan los podían utilizar. Ahora había desarrollado un método para realizar unos nuevos sellos que puedan ser ocupados por cualquier persona con dedicación. La prueba de eso, eran todos estos anbus.
—¡Ya!— grito Tobirama
Al instante siguiente saltaron dos bestias de colas del doble del tamaño de un adulto. Seguían conservando manos, rostro y pies humanos, pero tenían un cuerpo masivo como un oso mientras se movían en dos patas. Además de que estaban envueltos en un chakra naranjo oscuro de aspecto virulento. De la cabeza nacían dos orejas y del trasero salían cuatro colas.
No obstante, los anbus se lanzaron contra las bestias, pero estas últimas soltaron un rugido bestial que con la sola presión lanzó a los anbus hacia atrás.
La bestia de la derecha se lanzó hacia Tobirama a una gran velocidad. Este último tomo rápidamente su kunai de tridente y lo lanzó al aire. La bestia llegó delante de Tobirama, levantó su voluminoso brazo y lanzó un poderoso manotazo. No obstante, el kunai paso por encima del hombro izquierdo, ascendiendo hasta la altura de la cabeza. Al mismo tiempo, el golpe de la bestia estaba a solo unos centímetros del rostro de Tobirama, pero este último ocupo el poder del kunai y se transportó por encima de la bestia. Entonces tomo el kunai con ambas manos y cayó en picada contra el cuello de la bestia. No obstante, al momento de impactar con la capa de chakra naranja, el kunai se rompió en dos.
—Maldición— mascullo Tobirama, se apoyó en la espalda de la bestia y se impulsó para alejarse. Por otro lado, mientras estaba en el aire vio a los anbus sucumbir a los golpes de la otra bestia. Tobirama cayó al suelo, miró una vez más al grupo y vio a Hiruzen correr en su ayuda. Este último se detuvo delante de los anbus, realizo una seguidilla de sellos y lanzó su Karyu Endan. Un torrente de fuego golpeo a la bestia de frente, se cubrió con el brazo derecho, aguanto durante unos segundos y después lanzó un rugido bestial que disipo el fuego.
—Saru, no— grito Tobirama, miró a la bestia que tenía en frente y realizo una seguidilla de sellos —Suiton, Suiryudan no Jutsu— Entonces lanzó un rápido torrente de agua golpeando a la bestia de frente y esta última se ocultó detrás de su brazo, aguantando la terrible presión. Una vez que se terminó la potencia del jutsu, la tierra y pasto quedaron empapados y resbaladizos. Tobirama saco un sello de papel y corrió a enfrentar a la bestia. Esta última soltó un rugido bestial, se impulsó hacia adelante dando un salto y cuando llegó frente Tobirama, lanzó otro poderoso manotazo. No obstante, Tobirama ocupo el pasto húmedo y se deslizo por debajo, colocando al mismo tiempo un sello en el pecho. Como se lanzó con tanta velocidad se continuó deslizando, pero mientras tanto realizo sellos de mano y activo el sello en el pecho de la bestia. Esto activo una serie de cadenas espirituales que emergieron del sello y envolvieron a la bestia, impidiéndole cualquier movimiento.
La otra bestia al ver a su hermano aprisionado por las cadenas rugió y se lanzó a correr en cuatro patas hasta llegar a él. Después le dio la espalda y miró a Tobirama y sus discípulos, como advirtiéndoles de que no se acercaran.
Tobirama se levantó del suelo y miró a su alrededor, todos los cuerpos de sus anbus destrozados. Algunos partidos por la mitad. Miró con furia a la bestia de chakra, pero tomo una profunda respiración y se quedó mirando a la bestia de chakra durante un instante. La bestia de chakra rugió varias veces, pero al final, se sintió incomoda, tomo a su hermano y salió corriendo.
Tobirama por fin soltó un suspiro de alivio y miró a sus discípulos. Estaban sucios, magullados y con rostros cansados, pero no los había perdido. Eso era lo único bueno, por otro lado, miró a los anbus. Años de estudio, trabajo, entrenamiento y desarrollo aplastados en tan solo unos segundos. Tobirama tomo una profunda respiración y tomo nota de que saber lo que hay que hacer, no es lo mismo que estar preparado. Todos estos anbus sabían cómo hacer sellos y que, en conjunto, podían aprisionar a una bestia de cola. Sin embargo, ¿Cómo uno podría estar preparado para una existencia tan brutal?
Tobirama miró hacia el bosque donde se fueron las dos semi bestias de colas y pensó que por supuesto, esos tipos no se podían comparar con una real bestia de cola, pero seguían siendo igual de peligrosos. El puro chakra los volvía más fuertes y rápidos que un jounin de elite.
Tobirama sacó varios sellos de papel y comenzó a guardar los cuerpos de los anbus. Al mismo tiempo, sus discípulos se acercaron a paso lento.
—Sensei ¿cree que vuelva?— preguntó Danzo
—Volverá, ese sello que puse fue hecho con la energía de Mito, pero no será eterno. Nos dará diez minutos más y en ese lapsus, debemos llegar lo más lejos posible.
—Sensei, entre todos lo podemos vencer— dijo Hiruzen
Tobirama se detuvo y lo miró con frialdad —Saru, al igual que como lo hiciste con los hombres en la región de las montañas nubladas, tienes saber medir tu destreza y posibilidades. Tu Karyu Endan no le hizo nada a esa bestia ¿Qué te hace pensar que ahora la podrías vencer?—
Hiruzen agacho la mirada y tomo una profunda respiración. Tobirama hizo una escueta sonrisa y continuo —es bueno ser optimista, pero en este momento estamos sobrepasados. Los anbus murieron y solo quedamos nosotros. Lo más sabio es huir—
—Sí, sensei— respondió Hiruzen
Una vez que Tobirama guardo los cuerpos de los anbus, guio a sus discípulos a través de los bosques hasta salir a una planicie. Después continuaron corriendo y una vez que volvieron a encontrar otro bosque, Tobirama les dijo que continuaran hasta llegar a la costa. El bosque cubriría sus huellas por un par de kilómetros y haría difícil que los encontraran.
Por otro lado, Tobirama se continuó preocupando por Torifu Akimichi, que avanzaba unos cuantos metros por detrás de él y nunca le quitaba los ojos de encima.