Aoi Hyuga estaba respirando con dificultad mientras miraba el gran pasillo en el laberinto de hielo. Sus diez subordinados habían caído apuñalados por espadas de hielo y ahora estaban acostados boca abajo en el suelo. Su sangre roja manchaba el blanco impoluto del hielo mientras el líquido se cristalizaba. No obstante, a pesar de que sentía angustia al no poder haber hecho algo para protegerlos, Aoi estaba más preocupada por mantener su byakugan activo y tratar de matar al menos a uno de sus atacantes.
Antes de llegar a este punto, durante dos minutos trataron de encontrar una salida. Golpearon las gruesas murallas de hielo con fuego, sellos explosivos, las palmas reforzadas por el puño suave de los Hyuga, pero solo lograron trizar el hielo que a los pocos segundos se recompuso.
Por otro lado, los shinobis de hielo se divirtieron con los esfuerzos de los shinobis de Konoha. Ellos los vigilaban desde la seguridad que les proporcionaba el hielo, como si estuvieran viendo un espectáculo.
Los shinobi de Konoha pudieron escuchar varias risitas divertidas que viajaban por el pasillo. Aoi se puso en estado de alerta y el resto de los shinobis la acompaño apoyándose espalda con espalda para evitar cualquier ataque exterior.
El primer ataque vino desde el techo. Una hermosa mujer de cabello oscuro emergió desde el hielo, los Hyugas con su visión de casi 360° gritaron alertando a los demás, pero fue inútil. Ya que, al mismo tiempo, emergieron otros shinobis las murallas laterales. Todos ellos portando espadas de hielo. No obstante, los shinobis de Konoha los repelieron. Sin embargo, un último shinobi de cabello negro y kimono blanco emergió desde el suelo. Llevaba una espada en cada mano y en completo silencio las clavo en la espalda de los dos Sarutobi del equipo.
Aoi se alcanzó a dar cuenta, reacciono girándose y lanzando una patada al pecho. El cuerpo del shinobi salió disparado al techo mientras escupía una bocanada de sangre. No obstante, al chocar en el hielo, se hundió y funciono con el techo, desvaneciendo en el hielo.
De esa manera, los shinobis de Konoha continuaron siendo atacados una y otra vez reduciendo su número hasta que solo quedó Aoi en pie. Incluso si los Hyuga podían ver el flujo del chakra y las imágenes en todas las direcciones, fue inútil. La velocidad de movimiento y la coordinación de los shinobis de hielo fue tal que incluso a los Uchihas les costó seguir sus movimientos.
Ahora solo quedaba Aoi, esperando por el siguiente movimiento ¿La atacarían desde el techo, o de las murallas a los costados, o desde el suelo? ¿Cómo podía escapar? ¿Podía romper este hielo? parecía demasiado grueso, además de que se podía regenerar. Por otro lado ¿Dónde están los otros shinobis de Konoha? ¿Habrán muerto? ¿Cómo podían defenderse de estos tipos que se movían por dentro del hielo? ¿Eran invencibles? Aoi negó, solo tenía que ser rápida para contraatacar. Ella pudo golpear al tipo que emergió desde el suelo, eso quiere decir que hay un pequeño margen de victoria. Kaoru ¿Dónde está Kaoru? ¿Estará sola o estará con Mari?
Aoi tomo una profunda respiración para calmarse, ahogarse en pensamientos infructíferos era inútil. Primero debía superar esta situación antes de continuar pensando en los demás. De lo contrario la matarían antes de que siquiera pudiera moverse a otro sector para ayudar a su hija. No obstante, no encontraba una solución a esta situación.
-Trescientos de tus shinobis murieron- dijo una voz varonil y cautivadora que reverbero en el pasillo de hielo -solo quedas tú y otros pocos que están esperando su muerte a manos de mis hermanos o del frio-
-¿Y?- preguntó Aoi como queriendo insinuar que no se preocuparía por lo que no podía solucionar
-¿No te importan? Tú eras su comandante junto con esa mujer de un brazo-
-¿Por qué no vienes a decirme lo mismo de frente?- preguntó Aoi con una voz seductora -¿Puede que reaccione diferente-
La voz varonil y cautivadora soltó una risita divertida y de una de las murallas, cinco metros por delante de Aoi, emergió mostrando su cabello oscuro y cuerpo refinado. Su rostro era más hermoso que el de la mayoría de las mujeres, sus labios se veían rosa mientras un lunar bajo su ojo derecho le daba un encanto especial.
-Solo eres un mocoso- dijo Aoi soltando un bufido, sabiendo que no era realmente así. Los descendientes del clan Yuki tenían una alta afinidad al Yin, por ende, se conservaban jóvenes y esbeltos mientras sus rostros tomaban rasgos demasiado femeninos.
El tipo sonrió con arrogancia, seguro de su apariencia. Avanzó a paso lento mientras el sonido de sus sandalias de madera marcaba su paso. Era alto, de piel clara y hermosos ojos azules.
Aoi se ruborizo al verlo tan sensual y tentador, con una piel más fina que la de ella misma. No obstante, tomo una profunda respiración y reforzo su postura de puño suave. El tipo se siguió acercando hasta los dos metros y la miró mientras ponía una sonrisa que parecía amable.
-Las mujeres en mi clan no son como tu- dijo el hombre del clan Yuki mientras inspeccionaba a Aoi. Le llamo la atención sus enormes senos que apenas cabían dentro de la chaqueta táctica y el gran trasero redondo y voluminoso -todas son demasiado esbeltas-
-¿Y?- pregunto Aoi con un rostro enfadado
-Creo que eres digna de recibir la semilla de nuestro clan-
-No, muchas gracias- respondió Aoi con suficiencia -se dice que los del clan Yuki tienen mucho Yin, por eso se ven jóvenes y hermosos, pero eso también afecta otras cosas. Dudo que alcances a siquiera a llegar a tu objetivo- Aoi agacho la mirada viendo la entrepierna.
El tipo siguió la mirada de Aoi y entendió a lo que ella se refería. El tipo no se enfadó, soltó una risita e iba a continuar rebatiendo, pero desde la muralla detrás de Aoi emergió una mujer de cabello oscuro y lanzó una estocada con su espada.
Aoi alcanzo a reaccionar y se agacho, la espada paso por encima de ella. Después extendió su mano derecha, agarro el brazo del atacante y con su otra mano lanzó un golpe ascendente que le quebró el brazo a la mujer.
La espada de hielo cayó al suelo, la mujer grito, el tipo del frente se puso furioso y ataco con un puñetazo. Sin embargo, Aoi se movió con naturalidad y desvió el golpe con su mano izquierda mientras preparaba su mano derecha. Esto dejo al shinobi desprotegido y Aoi lanzó un golpe al estómago con su palma derecha recubierta de chakra. El tipo salió volando por los aires mientras escupía una bocanada de sangre. Aoi se volteó y avanzó con la intención de atacar a la muchacha que le había quebrado el brazo. Esta última, miraba con incredulidad como el shinobi de su clan había salido volando, así que no reacciono al ataque de Aoi y solo sintió un poderoso golpe en su estómago.
Ambos cuerpos volaron en direcciones opuestas mientras Aoi se quedó en medio, manteniendo su postura y lista para esperar al próximo atacante. Fue un golpe de suerte, pensó ella. Seguramente el tipo tenía una relación con la mujer, esta última se puso celosa y ataco sin medir las consecuencias.
Ambos miembros del clan Yuki cayeron al suelo de hielo y trataron de canalizar su chakra, pero fue inútil. Aoi con su técnica del puño suave había bloqueado el circuito de chakra e impedía el flujo normal. Ambos murieron casi al instante al ser incapaces de hacer circular su chakra.
-Excelente- dijo un hombre con una voz vieja mientras emergía de una pared a diez metros de Aoi. Todavía tenía el cabello oscuro y los ojos azules, pero se le empezaban a notar las arrugas en la comisura de los ojos y la boca -el dios shinobi había puesto muchas reglas para fundar su villa y muchos pensamos que se debilitarían- el tipo se acercó al hombre tirado en el suelo y le miró la cara -pero considerando lo joven que eres, puedo decir que los usuarios de ojos mágicos siguen dando tanto miedo como antaño-
Aoi bufo ignorando sus alagados y el anciano la miró. Él sonrió con naturalidad, dejo el cadáver en el suelo y siguió avanzando en su dirección. Aoi retrocedió un paso, tratando de mantener su postura de combate. El anciano dio dos palmadas al aire y al instante siguiente, desde las murallas, techo y piso, comenzaron a emerger diferentes personas de todas las edades y sexos. Los más jóvenes no se distinguían unos de otros, ya que todos eran esbeltos, con facciones femeninas y largos cabellos oscuros. Solo los hombres más viejos se dejaban crecer barbas con forma de candado para distinguirse de las mujeres.
Aoi se vio rodeada por más de treinta personas, todas distribuidas por detrás y por delante del pasillo de hielo. El hombre del clan Yuki, que debió ser una persona mayor, se detuvo a tres metros de ella y la miró. Inspecciono el blanco de los ojos y notó las venas hinchadas a los costados. Después reviso el rostro ovalado, los gruesos labios sensuales y ese lunar bajo el labio. El viejo asintió, pero no en un sentido sexual, si no con seriedad.
-¿Cuánto valen cada uno de tus ojos?- preguntó
Aoi quedó confundida, pero cuando entendió la pregunta, abrió sus ojos amplios de la impresión.
-No importa si no lo sabes- respondió el viejo -tus ojos serán un bono y con tu cuerpo repondrás la perdida de mis dos hijos-
No obstante, cuando el tipo dijo esas palabras se escuchó un profundo temblor que remeció todo el laberinto de hielo. De repente varios muros de hielo cayeron al suelo y se quebraron como si fueran de cristal. Al mismo tiempo, dentro del pasillo comenzaron a emerger más shinobis del clan Yuki hasta que se contaron más de cincuenta personas, todos mirando el techo y las paredes mientras Aoi pensaba en una forma de ocupar esta distracción. No obstante, era inútil, estaba totalmente rodeada.
Una mujer de baja estatura emergió de una de las murallas y gritó -el patriarca está herido-
Al instante siguiente los shinobis del clan Yuki se dispusieron a sumergirse en el hielo, pero Aoi se lanzó hacia adelante gritando y lanzando golpes con sus palmas recubiertas de chakra. En el descuido de los miembros del clan Yuki, ella logro golpear a diez de ellos. Al mismo tiempo, la gran mayoría se asustó y corrió hacia los muros. No obstante, el anciano que le pidió reponer la perdida de sus dos hijos, creo un espejo y reflejo su ataque, haciéndola retroceder.
-Los que no están heridos vayan y tomen a los que sí están y retírense. Los seniors del clan vayan a prestar apoyo al patriarca- dijo el anciano, después se enfocó en Aoi y le dijo -no necesito unos descendientes tan violentos, morirás y tus ojos serán suficiente pago por la muerte de mis hijos-
Aoi tomo la postura del puño suave y comenzó a pensar en ese temblor. De seguro fue Mari, a lo mejor, Kaoru estaba con ella. Eso era bueno, si Mari necesitaba ayuda, Kaoru estaría a la altura. Dentro de todo el ejército de la costa Este, nadie tenía más chakra que ella.
-¿Te vas a esconder en el hielo?- preguntó Aoi mientras le daba una sonrisa burlesca
-Jovencita, estas lejos de ser mi contrincante- respondió el anciano mientras extendía su mano hacia un lado y genero una espada de hielo -ustedes no son los únicos que tratan de enseñar a luchar a las futuras generaciones-
Aoi trago saliva preocupada por lo feroz que sería el anciano. No obstante, solo le quedaba avanzar, así que condujo su chakra hacia la palma de sus manos y con su byakugan activado, se lanzó de frente contra el anciano.
Por otro lado, en el cuarto piso del laberinto de hielo, Mari Hakate y Kaoru Hyuga estaban respirando con dificultad. Un anciano sonreía mostrando unos dientes dentados como los de un tiburón. Tenía el cabello gris, el ojo izquierdo bizco y una larga barba. No obstante, a pesar de las apariencias, este solo era una copia de hielo. El original era un anciano desconfiado hasta de su propia sombra, así que seguía ocultó dentro de las murallas de hielo. Por otro lado, diferente de su copia de hielo, el original estaba preocupado por sus reservas de chakra.
El gran jutsu de lluvia y la congelación del mar se habían llevado gran parte de su chakra. Confiaba en su laberinto de hielo y los miembros de su clan para ganar. No obstante, Mari Hatake estaba resultando ser un enemigo más difícil de lo que parecía. Además, se preguntaba ¿Qué pasaba con este pequeño monstruo? La niña Hyuga tenía enormes reservas de chakra y a pesar de que parecía estar sufriendo, sus golpes eran devastadores. Solo un pequeño descuido basto para que ella le asestará un golpe y le destrozara los intestinos. Sin embargo, como su movimiento fue rápido, ellas creyeron que golpearon a uno de sus clones.