Un día antes del duelo entre el príncipe Yahiko y Minoru Senju, Sakumo se despertó en medio de la noche. Él estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la muralla mientras abrazaba su espada. De repente sintió una fluctuación en el aire, una sensación incomoda como si algo estuviera mal. Abrió sus ojos y paseo su vista por toda la habitación. El único movimiento que había era el de la frazada del príncipe a medida que respiraba. Pero eso era todo, no obstante, Sakumo se levantó del suelo y se movió hacia el otro lado de la habitación, con dirección a la ventana que daba al patio. Una vez que llego frente a la ventana, la abrió hacia un lado y miró hacia afuera. Solo se veían las estrellas en el cielo y el patio trasero en completa oscuridad. Sin embargo, al aspirar la brisa nocturna, Sakumo sintió un aroma a madera quemada. Entonces escucho las campanas de alarma y los gritos pidiendo ayuda.
Sakumo salió por la ventana, se apoyó en la techumbre del pasillo del primer piso y saltó al techo del segundo piso. Una vez que llegó arriba, pudo ver con más claridad la fuente del problema. Toda el ala izquierda del palacio imperial estaba ardiendo. Los shinobis que mantenían la protección del palacio imperial corrieron a prestar ayuda, lo mismo los civiles que servían en el palacio.
Sakumo soltó un suspiro y miró los alrededores, notando que todo estaba en completa calma a donde él estaba. Eso era raro, ya que los shinobis que cuidaban de este lado del castillo imperial (más precisamente, la mansión de Yahiko) habían desaparecido.
Sakumo frunció el ceño, bajo a la techumbre del primer piso y miró a cien metros más allá, donde se elevaban las murallas que separaban los terrenos del castillo con los bosques exteriores. Algo estaba mal, pensó. Así que se dio la vuelta y trato de entrar por la ventana. No obstante, cuando puso su pie en el marco de la ventana, escucho el zumbido de varios kunais y shuriken volando en el aire. Sakumo se lanzó hacia adelante mientras escuchaba el impacto de los cuchillos contra el marco de la ventana y las murallas. Para su mala suerte, varios kunais atravesaron la ventana de papel y pasaron cortando todo lo que hubiera en el interior. El propio Sakumo tuvo que saltar, dar una pirueta y esquivar por los pelos las cuchillas. Una vez que cayó al suelo, rodó y se arrastró hasta llegar al futon del príncipe, que también se había asustado por los incontables choques de kunais en su habitación.
-¡Agáchate!- murmuro Sakumo poniendo una mano en el pecho del Yahiko -nos están atacando-
-Ya lo noté- dijo Yahiko con un tono de voz molesto -hay que luchar-
-¿Eres idiota?- preguntó Sakumo mientras sentía como pasaba una gran cantidad de kunais por encima de su cabeza -no sabemos el número ni de donde atacan. Lo mejor es esperar y preparar una emboscada-
Yahiko asintió y a los pocos segundos ceso la lluvia de armas arrojadizas. Yahiko se iba a levantar, pero Sakumo lo sujeto del brazo y le dijo -todavía no, idiota, pensé que habías trabajado con los anbus-
Yahiko frunció el ceño, pero solo asintió, ya que le daba vergüenza explicarse. Después de todo, a pesar de que entreno con las fuerzas de operaciones especiales, todas sus misiones fueron vigilar a tal objetivo, recoger tal objeto o contactar con tal persona. Nunca se infiltro en ningún lugar ni le dieron una misión de asesinato.
-Yo soy la vanguardia, tú me respaldas- dijo Sakumo mirando hacia la ventana destrozada por los kunais -no te alejes de mí y trata de no llamar la atención a menos que puedas realizar un gran jutsu y acabar con varios enemigos a la vez- se dio la vuelta, pero se detuvo y lo miró a los ojos -no mueras, no quiero tener que cargar con la muerte de alguien tan molesto y engreído-
Yahiko hizo una mueca y asintió mientras Sakumo inspeccionaba uno de los bolsillos de su chaqueta táctica y sacaba unas pelotitas envueltas en tela. Se las mostró a Yahiko y este último asintió entendiendo que era e iba a hacer. Sakumo se arrastró hasta a la ventana, se apoyó en la muralla y miró a Yahiko. Sakumo asintió en señal de preparación y Yahiko respondió de la misma manera. Sakumo tomo una profunda respiración, lanzó las pelotitas por la ventana. Al instante siguiente se escuchó el zumbido de más kunais volando en su dirección, pero nada le paso. Por otro lado, las pelotitas que lanzo explotaron y crearon una gran nube de humo espesa que se propago varias decenas de metros como si fuera una niebla espesa.
Una vez que Sakumo vio la niebla entrar por la ventana, se levantó, saltó por la ventana y salió al techo del primer piso tratando de hacer el menor ruido posible. Poco a poco desenvaino su espada y empezó a avanzar buscando los enemigos. Sin embargo, todo su cuidado fue desperdiciado por Yahiko, quien saltó e hizo crujir las tejas del techo del primer piso. Eso activo a los enemigos, quienes lanzaron otra andanada de shuriken y Kunais.
Sakumo pateo a Yahiko hacia un lado mientras el saltaba al lado contrario. Los shuriken y kunais volaron rompiendo la muralla y generando un gran alboroto, pero como lo supuso Sakumo desde que vio el fuego, estaban solo en este sector de los terrenos del castillo. Sakumo rodó por el techo, se dejó caer al suelo del patio y cuando cayó, envolvió su espada en chakra tipo viento. Eso genero un pequeño zumbido que alerto a los enemigos y lanzaron más kunais, pero con más terreno por donde moverse, Sakumo corrió, esquivo y avanzó sin dificultad. Entonces acelero su paso, llego delante de un shinobi vestido completamente de negro y lo cortó. El tipo apenas si pudo proferir un gemido antes de caer partido en dos.
No obstante, a pesar de que el shinobi murió y provoco un pequeño gemido, no hubo más andanadas de kunais y shuriken, solo el tañido de las campanas a lo lejos señalando que había un incendio. La espesa niebla le proporcionaba una gran cobertura a Sakumo, pero lo mismo era para los demás enemigos.
De repente, Sakumo sintió que se hundía en el suelo y dio un rápido saltó hacia un lado, rodo y quedó en cuclillas. Entonces posó su mano sobre el suelo mientras miraba los alrededores y por la textura a barro entendió lo que habían hecho. Estaban buscando disminuir su movilidad. Sakumo se puso de pie, bufo con molestia y ocupo su chakra sobre la planta de los pies. Un truco barato como este no tendría ningún poder sobre él. Saco un kunai con su mano izquierda mientras sostenía su espada con su mano derecha. Lanzó el kunai hacia su derecha, sonó el golpe contra la muralla de la casa y al instante siguiente tres siluetas se movieron entre la niebla. Sakumo los siguió sin que se dieran cuenta. Ellos se detuvieron delante de la muralla donde había quedado incrustado el kunai y miraron hacia atrás horrorizados. Sakumo los alcanzo y los decapito en un solo movimiento horizontal.
Al mismo tiempo, Sakumo escucho a alguien gritando a viva voz -Suiton, suiryudan no jutsu- para después escucharse una gran explosión acuática mientras cuatro o cinco personas gritaban de dolor a la vez. Sakumo corrió para salir de la niebla y una vez que esta se comenzó a disipar, vio a Yahiko de pie en un extremo del patio lateral y diez metros por delante de él, seis personas tendidas en el suelo. Sakumo asintió varias veces en señal de aprobación. Pensó que, a lo mejor, Yahiko podría ser un peso muerto en un combate real, pero fue de más ayuda de la que creyó.
-Bien hecho- dijo Sakumo avanzando con su espada en la mano
Yahiko tenía algunos cortes en el cuerpo y jadeaba como si hubiera corrido un maratón, pero por lo demás, estaba en un buen estado.
-Eran fuertes- dijo Yahiko jadeando mientras apoyaba sus manos sobre sus rodillas
Sin embargo, Sakumo negó con la cara seria -a lo sumo eran de nivel chunin; muy débiles para pensar en infiltrarse en el castillo del daimio con la policía militar cerca. Algo paso y la seguridad fallo-
Yahiko levantó su rostro y vio a Sakumo más serio de lo normal. Esto era raro en muchos sentidos, pensó. Sakumo diciendo que "solo eran chunin" como si nada, cuando Yahiko se jugó la vida en ese último jutsu. Por otro lado ¿Fallar la seguridad? Yahiko miró hacia su derecha y vio toda el ala izquierda del castillo envuelta en llamas.
-Tenemos que ir a ver cómo está mi abuelo- dijo Yahiko
Sakumo asintió, Yahiko le dio la espalda y comenzó a correr mientras Sakumo lo seguía. Ellos avanzaron por los pastizales del castillo, cruzaron los puentes y llegaron hasta las islas de flores que bordeaban el castillo por detrás. Se veía la guardia del palacio y a la policía militar tratando de apagar el fuego, pero por muchos jutsus y cubetas de agua que ocuparan, todo parecía en vano. Así que cuando vieron que el fuego se estaba extendiendo a la parte central del castillo, varios shinobis se juntaron y crearon una muralla de roca que corto toda el ala izquierda del castillo. El fuego siguió quemando la madera y derrumbando la construcción, pero no perdieron nada más.
-¡Quiero su cabeza!- grito el anciano daimio al ver un tercio de su castillo en llamas -¿Cómo puede ser tan inútil? Hablare con Tobirama y haré que toda su jodida familia sea exiliada de Konoha-
-Señor, yo estoy a cargo y le puedo decir que esto está más allá de nuestras posibilidades- exclamo Itachi, capitán de la policía.
-Tú, y tu jodida policía militar son unos inútiles. No solo desprotegiste mi castillo, si no que permitiste que se quemara. Eres un inútil, no sé cómo te pudieron poner a cargo-
-Señor, el fuego tenía un compuesto químico que soportaba el agua-
-No quiero escuchar tus excusas, eres basura y punto. Seguro que alguien ataco a mis nietos-
Yahiko avanzó y dijo -¿Cómo sabes eso abuelo?-
El daimio se dio la vuelta y miró a Yahiko a la cara, abrió varias veces la boca para responder a esas palabras, pero no supo articular una respuesta. Al final, de unos incomodos segundos, dijo -vuelve a tu casa, pide escolta y descansa, yo me haré cargo de este desastre-
Yahiko frunció el ceño, pero asintió al mandato del daimio.
Por otro lado, el daimio se dio la vuelta y apuntó a Itachi -estas acabado, quiero que lo sepas de ante mano-
Itachi frunció el ceño, pero hizo una reverencia de 45° y dijo -como usted diga-
-Ahora mueve a tu inútil policía militar y que se preparen para limpiar los escombros de mi castillo hasta que todo quede limpio. No quiero que paren hasta que todo este como nuevo-
-Sí- dijo Itachi con la cabeza agachada
Al mismo tiempo, Sakumo lo quedó mirando y admiro su paciencia. Si él hubiera estado en su lugar, por mucho que este anciano sea el daimio, lo habría golpeado hasta cansarse. Sakumo no sabía que las personas con poder podían ser tan irracionales.
-No te preocupes- dijo Yahiko poniendo una mano en el hombro de Sakumo -esto es solo un malentendido y todo se arreglará-
-¿Eso limpiara la humillación que sufrió Itachi-san?- pregunto Sakumo dándose la vuelta y mirando a Yahiko a los ojos. Este último abrió la boca, pero tampoco supo responder a sus palabras. Sin embargo, en vez de seguir pensando en una respuesta, superpuso su reacción a la de su abuelo y la comparo. Entonces Yahiko miró de nuevo a su abuelo que miraba como el ala izquierda del castillo se terminaba de quemar. Lo evaluó y lo encontró extraño ¿Cómo supo que los habían atacado sin que nadie se lo hubiera informado?