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Mundo Shinobi - PGM - 168

Danzo y Hiruzen abandonaron la seguridad de la fortaleza en la Montaña de Escarcha y se dirigieron al paso fronterizo entre las montañas que dividían el país de la Escarcha del país del Trueno. Ellos salieron del valle y comenzaron a subir una por una pendiente cubierta de nieva. A medida que se acercaban al paso fronterizo entre las montañas, las ráfagas de viento se volvían más frías y dificultaban la visibilidad. Si no fuera por los usuarios de ojos mágicos (Hyuga y Uchiha) hubiera sido difícil ubicarse en el mapa.

Por otro lado, no se veían shinobis de Kumo a la distancia, solo largas extensiones de nieve que ascendían en una pendiente hasta llegar a la cima de la montaña

Danzo y Hiruzen iban un paso por detrás de las fuerzas de exploración y a medida que recibían los informes de avance, sus rostros se ensombrecían.

-Saru, esto no está bien- dijo Danzo

-Sí, es raro, hicieron algo para ocultar sus presencias- murmuro Hiruzen mirando la gran extensión de nieve y las fuertes ventisca. Después miró a Danzo y le dijo -no le podemos pedir más a los Hyuga o Uchihas, ya llevan más de veinticuatro horas de vigilancia-

-Eso no tiene nada que ver, deberíamos volver- dijo Danzo frunciendo el ceño

Hiruzen levantó las cejas, porque jamás espero escuchar eso de su amigo. Danzo era de confiar al 100% en lo que decía Tobirama, aunque fuera totalmente irracional. Hiruzen vio el miedo en los ojos de su amigo, soltó un suspiro y respondió -no podemos, son las ordenes de hokage-sama. Sin contar que no tenemos a donde volver, una vez que termine la guerra seríamos enviados a una corte marcial-

Danzo apretó el puño y asintió mientras agachaba la mirada y veía la nieve bajo sus pies. Hiruzen avanzó, le dio unas palmadas en el hombro y paso por su lado. Danzo levantó su rostro y miró la espalda de Hiruzen. Después miró a los shinobis que venían detrás de ellos y notó como ellos lo veían con desconfianza. Él era uno de los dos comandantes, no podía demostrar ese tipo de actitud débil, pensó. Sin embargo, todavía recordaba al shinobi de Kumo luchando, como Hiruzen caía y ambos eran vencidos. Danzo miró hacia Hiruzen y lo siguió.

Media hora después, a unos cuatro mil metros de distancia del paso entre las montañas, un explorador Hyuga se acercó a Hiruzen y Danzo. Él se arrodillo delante de ellos y dijo -reporte, señor: los shinobis de Kumo están en la cima de la montaña utilizando unas extrañas telas extendidas como alas de aves-

-Mmm- dijo Hiruzen mientras llevaba su mano a la boca como si tuviera la pipa con la que siempre fuma. Sin embargo, al no encontrarla, sonrió avergonzado y miró hacia todos lados. Después tosió y pregunto -¿Qué crees, Danzo?-

-Es una emboscada, eso está claro- respondió Danzo -ahora, cómo lo van a lograr, no lo sé-

-He leído que había una civilización que tenía su aldea en los cielos. Se dice que volaban como las aves utilizando dispositivos que utilizaban chakra-

-No creo que tengan esos dispositivos-

-También lo dudo. Cualquier villa con semejante artilugio ocultaría sus detalles para que nadie los imitara. Sin embargo, pudieron encontrar un substituto- dijo Hiruzen, miró al explorador Hyuga y le pregunto -¿Cómo era la forma de los artefactos?-

El shinobi de ojos pálidos asintió y con su dedo índice dibujo en la nieve un triángulo como la base plana del artefacto. Después lo dibujo de lado, haciendo una línea en la superficie y un triángulo sostenido de las alas.

-Bueno- dijo Hiruzen frunciendo el ceño -parece que quieren emboscarnos desde el cielo. Esto no me gusta, es como si nos estuvieran investigando-

-Hiruzen, deberíamos retroceder, no estamos en una buena posición- dijo Danzo -para empezar, ellos tienen el escondite y la iniciativa. Nosotros solo podemos reaccionar-

Hiruzen asintió, pero después negó con la cabeza -no podemos, incluso si retrocedemos, no sabemos si los shinobis de Iwa ya tomaron la fortaleza de la Montaña de Escarcha. No tenemos lugar al que retroceder; solo podemos avanzar-

Danzo apretó ambos puños mientras el explorador Hyuga miraba el suelo con una expresión de temor en su mirada. Este avance era demencial, ni siquiera sabía para que dejaron la seguridad de la fortaleza en la Montaña de Escarcha.

Hiruzen tomo una profunda respiración y le dijo al explorador -ve y reúne a los capitanes de cada clan, necesitamos hacer una pequeña reunión-

-Sí- respondió el explorador Hyuga en voz baja. Él se levantó del suelo y camino a paso lento, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo. Hiruzen miró su forma de andar y no lo culpo, después de todo, esta marcha era una completa locura. Solo iban a exponerse y quedar entre dos fuerzas para ser aplastados. Incluso si lograban sobrevivir a los shinobis de Kumo y retroceder, todavía quedaban los shinobis de Iwa en la retaguardia que de seguro los atacarían.

Media hora después, Hiruzen y Danzo estaban frente a los lideres de cada clan para esta campaña. En su mayoría, hombres mayores y ancianos. Por su sola expresión de fastidio, a ninguno le pareció buena idea avanzar con esta amenaza al frente.

-¡Es una locura!- grito Hideki Hyuga -nos van a matar. Pensé que tendrías un mejor plan que solo avanzar de frente. Te juzgué mal Hiruzen Sarutobi, creía que eras un hombre sensato, pero estás absolutamente loco-

Hiruzen apretó el ceño, pero no se defendió ni trato de desmentirlo. Estás eran las ordenes, les gusten o no. Avanzar a la nación del Trueno y mantener una posición. Incluso si morían la mitad o solo llegaban cien personas de todo el ejército, tenían que hacerlo.

Izamu Nara, quien siempre andaba cerca del viejo Hideki, puso su mano sobre el hombro de Hideki. Este último volteó su rostro y Izamu negó, como queriéndole decir que no había nada qué hacerle.

-No me toques- grito Hideki dándole un manotazo en la mano -vine aquí con toda mi gente y ahora me piden que los sacrifique sin un objetivo claro-

-Las misiones antes eran así- dijo un anciano del clan Sarutobi. También pensó que su joven patriarca estaba loco, pero como era parte de su clan, tenía el deber de apoyarlo de forma incondicional.

-¡Sí!- grito Hideki Hyuga apuntándolo con el dedo -las misiones eran peligrosas, y los niños iban a la guerra y nuestros descendientes morían por decenas unos pocos años después de haber aprendido a caminar. Pero maldición, eso era antes ¡Antes! Para qué construimos Konoha si ahora mandamos a nuestros descendientes a morir igual que antes- el anciano se detuvo mientras jadeaba por la exaltación. Después murmuro -Konoha ha fracasado, este solo es el principio del fin. Los viejos tiempos volverán- entonces su voz se quebró y comenzó a sollozar -mis preciosos nietos, mis pequeños nietos, todos volverán a la guerra y se convertirán en abono para la tierra. Por dios, por dios-

Entonces Hideki se cubrió el rostro con la mano y lloro de pie mientras los otros lideres de clanes lo miraban. No obstante, era una pregunta razonable. Ahora eran la unión de todos los poderosos clanes, deberían dominar el campo de batalla. Sin embargo, ningún poder aguantaría una posición tan desfavorable. A lo mejor, si el Demonio Uchiha o el Dios Shinobi estuvieran con ellos, esto solo sería otra lucha, pero la situación no era así.

Izamu Nara abrazo por el lado a su viejo amigo y miró a Hiruzen -¿Cuáles son sus órdenes comandante?- preguntó

Todos miraron a Hiruzen y este último sintió que se le revolvía el estómago al ser observado con tanta seriedad. Hiruzen asintió y dijo con voz firme -ocuparemos todos los recursos que tengamos a mano, sin escatimar en gastos. Avanzaremos, venceremos y como solicito hokage-sama, mantendremos un puesto de avanzada en la nación del Trueno-

Izamu Nara junto a los otros lideres quedaron mirando a Hiruzen durante un largo rato mientras se mantenían en silencio. Hiruzen endureció su corazón para soportar toda la presión y les sostuvo la mirada sin nunca apartar sus ojos.

-Entiendo- respondió Izamu -prepararé a mi gente para que estemos listos en ese momento. Permiso- entonces, Izamu se dio la vuelta sin despedirse y se llevó a Hideki.

-Como sea su comando- dijo con una voz ronca el pequeño anciano del clan Uchiha, Tadashi, sin mostrar disconformidad alguna. Le dio la espalda y se marchó para preparar a su gente. Los otros lideres hicieron lo mismo y solo quedaron Danzo y Hiruzen parados sobre la nieve.

-Lo hiciste bien- dijo Danzo apretando sus puños mientras pensaba que, si hubiera sido él, nunca les hubiera podido mantener la mirada a todos esos viejos.

Hiruzen miró a su amigo de forma despectiva, viendo el miedo en sus ojos y Danzo sintió como si hubieran visto a través de él. Danzo agacho la mirada, Hiruzen soltó un suspiro y le palmeo el hombro.

-Concéntrate en la lucha por delante- dijo Hiruzen sintiendo el peso de llevar a todo un ejército a su muerte -necesitaré que estes en tu mejor condición-

-Sí- respondió Danzo con la cabeza gacha.

Hiruzen negó con la cabeza y se fue a reunir con los miembros de su clan para transmitirles lo que debían hacer y como ocupar sus recursos. Incluso si los sellos eran un objeto valioso y terminaban gastándolos todos en un solo combate, no escatimaría en gastos. Incluso si tenía que dilapidar toda la fortuna familiar, sobrevivirían.

Una vez que los dos mil shinobis estuvieron preparados y listos para avanzar, Hiruzen se detuvo frente a ellos y vio muchos rostros cabizbajos. Quería decir algo inteligente, algo que levantará la moral, pero no podía pensar en nada lo suficientemente esperanzador como para decir.

Danzo al lado de Hiruzen, lo vio mirar a las tropas que se extendían como una larga mancha verde pasto por el color de sus chaquetas tácticas. Al mismo tiempo, ellos miraban a Hiruzen con miradas serias, pero temerosas. Danzo se preguntó si él se veía igual.

-Vamos, Saru- dijo Danzo

Hiruzen firme y digno, asintió y dijo a gran voz -¡adelante!-. Entonces él se dio la vuelta y avanzó por la pendiente que se elevaba por delante hasta llegar al paso entre las montañas, tres kilómetros más allá.

Por detrás de Hiruzen se escuchaba la marcha de los shinobis, quienes trataban de hacer el menor ruido posible, por miedo a las avalanchas. Sin embargo, los pasos eran sonoros y marcaban un ritmo continuo. Uno, dos, Uno, dos.

Hiruzen miraba las grandes montañas como se elevaban a cada paso. Se veían enormes como un montón de gigantes formando una muralla que soportaría cualquier viento. También vio que a mitad de las montañas había grandes cuevas que se veían como puntos oscuros en la nieve blanca y pura.

-Reporte- grito un explorador Hyuga por delante, venía corriendo a toda carrera con dirección a Hiruzen. Este último se detuvo y el explorador Hyuga se arrodillo delante de él.

-Dime- dijo Hiruzen con rostro serio y voz solemne.

-Se cuentan más de quinientos shinobis en lo alto de la montaña y tres mil en el paso entre las montañas- dijo el explorador Hyuga

Hiruzen abrió los ojos amplios en un gesto de incredulidad, pero al instante siguiente recobró su expresión seria y dijo -bien hecho, vuelve con tu líder. Él te dará tu siguiente orden-

El explorador que solo era un hombre de unos veinticinco años levantó su rostro con una expresión a confusión. Dado que Hiruzen, era el comandante y ordenaba a los equipos por sobre los lideres de clan.

-Ve- insistió Hiruzen

El shinobi asintió, se puso de pie y camino hacia donde estaban reunidos los del clan Hyuga.

-Dime Danzo, si te propusiera una táctica suicida ¿me apoyarías?- preguntó Hiruzen mirando a las montañas.

Danzo se mordió el labio inferior hasta que le corrió un hilillo de sangre. Después miró a Hiruzen y le dijo -habla-

-Veras, para que esto funcione, deberíamos poder soportar el ataque aéreo y atraer a las tropas terrestres-

-Continua-

Hiruzen tomo una profunda respiración y apunto a las montañas -habría que aplastarlo todo…-

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