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Mundo Shinobi - La falsa paz - 85

Eran las seis de la tarde y el daimio de la nación del Fuego e Isshin, el ministro de derecha, seguían conversando en el salón del trono. Solo estaban ellos dos. Isshin le contaba los detalles referentes al secuestro de Kasumi, mientras el daimio asentía y pensaba en el trasfondo de las razones.

-Las guerras se han detenido- dijo el daimio interrumpiendo a su viejo amigo Isshin -se supone que Hashirama se ocupó de eso haciendo un trato con las demás villas. Salvo esos muertos de hambre de la nación del Viento, ninguna villa debería tener una razón para ir a la guerra-

-Eso todos los sabemos- dijo Isshin -pero según mis fuentes la razón para querer iniciar una guerra proviene de un comerciante de la nación de la Tierra. Se hizo con unas cuantas minas de metal de chakra y está preparando una gran cantidad de armas. Por eso hizo un trato con ese idiota de Izquierda y todo termino de esta manera-

-Mm- dijo el daimio dando un firme asentimiento. Miró hacia la muralla y se acarició el mentón con la mano derecha -¿Qué quieres?- pregunto sin mirar a Isshin.

-Nobu- dijo Isshin con una sonrisa falsa -hemos sido amigos desde hace años…- pero fue interrumpido.

-Córtala- dijo el daimio enojado -no me contarías todas estas cosas si solo fuera para castigar al ministro de izquierda. Sabes que en estos momentos maneja el negocio de la pesca en toda la costa sur y no pudo solo removerlo de su cargo. Además, su hijo mayor se casó con una princesa, hija del daimio del país del Trueno-

Isshin hizo una pequeña sonrisa astuta y se acarició la larga barba blanca -no mucho- dijo -quiero que Murasaki se convierta en la primera esposa de Yahiko-

-Claro, como el de izquierda tomo a una princesa de un país influyente, ahora tú quieres hacer a tu bisnieta la consorte real- grito enojado el viejo daimio

-Cálmate, cálmate. Solo lo digo porque tu pusiste esa cara como diciendo "también tramas algo". Vamos Nobu, tantos años en la corte real te están pudriendo el cerebro. Si yo quisiera algo de ti, primero hago mi petición y una vez que aceptes te digo la información pertinente-

El daimio entrecerró los ojos y lo miró lleno de desconfianza. Sin embargo, el viejo ministro de derecha solo sonrió. El daimio negó soltando un suspiro y dijo -está bien, será la primera esposa de Yahiko. Ahora ayúdame a recuperar a mi nieta-

El daimio dio dos palmadas y a sus espaldas aparecieron doce shinobis vestidos con kimonos grises. Cada uno parecía ser una persona normal, pero eran guerreros entrenados por los nobles pertenecientes a la nación del Fuego. En su búsqueda de hacerse con el poder del chakra, habían tenido hijos bastardos que utilizaban como soldados. Una vez que adquirían una fuerza considerable, podían ponerla al servicio del daimio y ser parte del grupo de los 12 Guardianes. Sin embargo, fuera de todas sus pretensiones y todos los malabares que tuvieron que hacer los nobles para tener descendientes con el milagro del chakra. Los doce solo habían alcanzado el grado de fuerza de un chunin, pero ninguno llegaría más allá de eso. En una aldea shinobi, solo serían ninjas de elite, pero ninguno ostentaría una posición de honor. Sin contar de que estaban muy lejos de llegar a ser jounin. Sin embargo, para la ocasión deberían ser más que suficientes.

-Dales la información pertinente- dijo el daimio, apoyo su mano derecha en el piso y soltó un gruñido mientras hacía fuerza para ponerse en pie.

-¿¡Eh!?- dijo Isshin, sintiendo como le corría una gota de sudor frio por la espalda -pero, esto no es necesario. Podemos hablar con Tobirama Senju y que él haga las gestiones-

-Ese usurero- dijo el daimio enojado -si le pedimos ayuda para esto pedirá un aumento en el presupuesto anual de su villa. Ya le pagamos suficiente-

Isshin se puso nervioso, ya que esa era la intención desde un principio. Tobirama le daría la información a Isshin y este lo ayudaría a ampliar su presupuesto anual.

-Creo que deberías reconsiderar, viejo amigo- dijo Isshin con voz nerviosa

-No hay nada que reconsiderar- dijo el daimio -dales la información, no quiero seguir esperando-

Isshin se pasó la mano por la frente e hizo una sonrisa incomoda. Después miró a los serios shinobis que estaban parados de forma intimidante detrás del daimio. Desde la posición de Isshin parecían montañas oscuras augurando una muerte segura. Gracias a esto, Isshin pensó que era mejor defraudar a Tobirama que al daimio de su país.

-o-

Kain se demoró alrededor de una hora en llegar al último subterráneo de la prisión. En estos momentos estaba detrás de una rendija de ventilación, espiando al capitán de los shinobis y a su viejo amigo, Kakuzu, el shinobi que filtro la ubicación de este lugar. Este último seguía vistiendo de negro al igual que sus otros compañeros, pero se había quitado la pañoleta de la boca.

-¡Retardado!- grito el capitán de los shinobis, Ryoma. Se puso de pie y le dio un puñetazo a su escritorio rompiéndolo por la mitad. Todos los papeles y pergaminos se desperdigaron por el piso -¿Cómo pudiste fallar? Te pregunte varias veces, me aseguraste una y otra vez que lo lograrías sin importar qué ¿Todo fue mentira?-

-Té-técnicamente no- dijo Kakuzu, -lo herí con un kunai envenenado-

El capitán se calmó un poco y le pregunto -¿lo viste caer abatido?-

-Para nada, ese pequeño demonio salió corriendo y me asuste. Es mucho más fuerte de lo que dijeron los informes-

-¿Cómo lo sabes?-

-Me alcanzo y tuvimos que luchar-

-En ese caso ¿Por qué estás aquí?- pregunto Ryoma, tomo una pausa y continuo -Si es más fuerte de lo que dicen los informes te debería haber vencido- de repente abrió los ojos grandes, se agarró la frente con la mano y le dio la espalda a Kakuzu. Después se volteó para mirarlo y bajo su mano de la frente para cubrirse la boca -¿Te atrapo?- le pregunto lleno de incredulidad.

-E, Es, eso es, un poco. Solo cruzamos golpes- trato de mentir Kakuzu

-¡Maldita basura!- grito el capitán -¿le dijiste nuestra ubicación?-

-No señor- dijo Kakuzu asustado y traspirando en frio.

-¡Sargento!- grito Ryoma -sargento, entra de inmediato-

La puerta de la oficina se abrió y entró un shinobi vestido por completo de negro. Miró a Ryoma y pregunto -¿Sí, señor?-

-Llévate a este inútil e interrógalo-

-Señor, ya le dije- protesto Kakuzu, pero el capitán bufo hacia un lado, ignorando sus protestas. El Sargento se acercó y le puso la mano en el cuello y lo estrello contra el suelo.

-Señor- grito Kakuzu con la cara pegada al suelo -le digo que no dije nada, se lo juro-

El sargento le junto las manos en la espalda, a la altura de la cadera y le coloco un sello de papel en las manos. Hizo un signo con su mano derecha y el papel se extendió como si fuera un pedazo de tela, sujetándole ambas manos. Kakuzu sintió al instante como los músculos de sus brazos se quedaban inertes como si se los hubieran cortado y hubiera perdido el sentido del tacto. Kakuzu se asustó, pero de todos modos siguió gritando que era inocente. El sargento le puso otro sello en las piernas y después lo arrastro por el suelo como si fuera un bulto.

-Capitán, se lo juro…- gritaba Kakuzu desde el pasillo, fuera de la oficina. Fue tanta la insistencia, que Ryoma lo siguió a la cola y se propuso participar en el interrogatorio.

-Vamos a ver si después de una buena paliza sigues diciendo mentiras- dijo Ryoma y cerró la puerta de su oficina de un portazo.

Kain, dentro del conducto de ventilación, puso sus manos sobre la rejilla de ventilación y la empujo hacia afuera, haciendo saltar los tornillos. Se quedo quieto, sosteniendo la rejilla y esperando alguna reacción por fuera de la oficina, pero todo siguió en silencio. O eso le hubiera gustado, pero a lo lejos se escuchó el grito agónico de Kakuzu. Kain frunció el ceño, pero ignoro los lamentos. Siguió sosteniendo la rejilla con una mano y con la otra se ayudó a bajar por la pared hasta tocar el piso de la oficina. Había un montón de pergaminos y hojas de papel sueltos en el suelo. Kain percibió que estaba solo dentro de un rango de veinte metros a la redonda. Eso le dio la confianza de empezar a mirar los papeles.

-"Mata a la princesa y a todos los involucrados"- decía una hoja que se asomaba por la abertura de un sobre. Saco el papel y vio el texto completo. Kain abrió los ojos amplios una vez que leyó el nombre de Yahiko en el documento. Miró hacia arriba como si pudiera ver a través de los pisos e imagino al anbu violento, encargado de la seguridad de Hashirama. Negó con una sonrisa y pensó que eso sería demasiada coincidencia. Después siguió leyendo que entre los dos contratantes había habido una diferencia de opinión y ahora ninguno quería seguir con el "trabajo".

-¿Takigakure? ¿De dónde son esos?- se preguntó Kain en voz baja. Tomo una profunda respiración y siguió ojeando el resto de los documentos. Entonces encontró un rollo de papel de hace cinco meses atrás. El oficial a cargo de la operación se llamaba Ryoma y se le concedió una dotación de cien hombres. Dentro de cuatro meses debería venir al país del Fuego y secuestrar a la nieta del daimio actual. Después de eso, debería viajar a esta prisión y permanecer oculto hasta recibir la siguiente orden.

Después de leer el pergamino, Kain encontró una carta de hace solo unos días. Se le pedía al capitán que enviará a su hombre más hábil y matará al dios shinobi. Kain arrugo el papel, pero se detuvo, lo trato de estirar y lo siguió leyendo. Entonces leyó dos nombres clave, estos deberían ser los clientes de la villa; Masato y Tetsuo. Kain escucho como a lo lejos venían unos pasos y comenzó a tomar todos los papeles que le parecieron importantes. Entonces los enrollo y los sostuvo con una mano, mientras que con la otra tomaba la rendija del ducto de ventilación. Corrió tratando de hacer el menor ruido posible y dio un salto al agujero en la pared. Después soltó los papeles dentro del ducto de ventilación y apoyo la rejilla en el espacio original. Una vez hecho eso, cerro sus ojos y se concentró en ocupar su chakra para crear pequeños soportes que ocuparían el lugar de los tornillos originales. Con un poco de suerte y desorden, nadie se daría cuenta que los tornillos originales estaban tirados en el piso.

Kain se quedó mirando, escondido entre las sombras de la rejilla y vio que alguien abrió la puerta. Era el capitán, igual de cabreado que hace un tiempo. Una vez que abrió la puerta empezó mirar el suelo y justo vio uno de los tornillos. Lo levanto y después miró su escritorio partido en dos. Soltó un suspiro y lanzó el tornillo hacia atrás. Después comenzó a revolver los papeles en el suelo durante cinco minutos hasta aburrirse.

El capitán Ryoma chasqueo la lengua y les dio un manotazo a los papeles. Soltó un suspiro y se puso de pie, para luego darse la vuelta y salir de la oficina. Cerró con llave y después comenzó a llamar a algunos shinobis por su nombre. Solo uno se apareció.

-¿Qué necesita capitán?- pregunto el shinobi

-Hiroki- dijo Ryoma -vigila mi oficina, solo el sargento puede entrar. Voy a descansar, tengo mucho que pensar-

-Sí, capitán-

Desde dentro del conducto de ventilación, Kain entrecerró sus ojos y negó con su cabeza. El capitán era un tipo en una situación difícil. Tenía que pensar en una manera de matar a su propia gente. Después de eso, Kain se dedicó a ordenar los documentos robados y los metió todos dentro de un sello en uno de sus pergaminos.

Kain se quedó sentado mirando una de las paredes del conducto de ventilación, se cruzó de brazos y pensó en cuál sería su siguiente paso. Era indiferente a la nobleza, pero, así como estaban las cosas la situación era delicada. Cualquier cosa podría generar un roce entre la nación y los shinobis, a lo mejor, generando una brecha para que las otras naciones pudieran atacar. Sin embargo, un grito de agonía lo saco de su trance de pensamiento. Este fue muy diferente al que profirió Kakuzu. Mientras el de este último era similar a cuando alguien te hacia una gran herida, este último era de alguien siendo atacado por un animal. Kain cerró los ojos y comenzó a concentrarse en los alrededores. Entonces al notar un centenar de formas de vida tubulares arrastrándose por el suelo, abrió los ojos amplios.

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