* Primero que todo, mil disculpas por no haber publicado ayer. Tratare en lo posible de que no vuelva a pasar. Ahora el capítulo.
Viggo había vuelto una vez más a Orario, aquella tarde. Tenía mucho que explicar, ya que solo le había dicho a su familia que se iba por un par de días, pero el viaje duro más de lo esperado, tres años. No obstante, ahora que los asuntos de su maestro estaban zanjados, espera poder quedarse más tiempo. Además de que tiene algunos planos robados de las mismas bóvedas de Ivaldi y quiere empezar a trabajarlos. Lo más probable es que necesite la guía de su padre y madre, pero eso es lo de menos.
Así que una vez que se despidió del viejo Xiao, camino con dirección a la mansión de su madre, al final del distrito Herrero. Mientras avanzaba, Viggo sonreía al escuchar el continuo tañido de los talleres herrería. Las chimeneas estaban a pleno funcionamiento y los gritos poco refinados de los viejos herreros, se escuchaban a leguas. Rugían sus órdenes y sermoneaban a los novatos, mientras a su vez les enseñaban. Después de divertirse viendo a un viejo increpando a un joven aprendiz pelirrojo, siguió caminando con dirección a la mansión.
Para cuando diviso las murallas exteriores, altas y blancas, ya eran las ocho y media de la noche y habían prendido las farolas.
-Buenas noches, joven maestro Viggo- dijo el capitán de los guardias alrededor del portón de metal.
Viggo asintió y siguió caminando, mientras los otros guardias le abrían el portón. -Gracias- dijo Viggo y no espero a que le respondieran. Avanzo por el camino de adoquines mientras la arboleda alrededor, siseaba con el constante movimiento del viento. Las ramas de los árboles crujían y las hojas caían, todo en un suave bals con el viento. Por otro lado, a lo lejos se divisaba el techo de tejas de la mansión. Viggo enancho su sonrisa y apuro su paso, impacienciente por ver a su madre y su hermano. Empezó a correr hasta llegar a la gran puerta de la casa y abrió la puerta de golpe, sin esperar a que alguien lo recibiera.
-Ya volví- dijo a gran voz, pero nadie respondió
Entonces comenzó a deambular por la casa e incluso fue al taller privado de su madre, pero no pudo encontrar a nadie. Después de un largo rodeo, encontró a su madre y a su padre abrazados mientras disfrutaban de la pacifica tarde. Estaban sentados en un gran sillón, debajo de la cúpula de piedra blanca sostenida por cuatro grandes pilares. Ellos permanecían abrazados, mirando el suave movimiento de los árboles y se besaban cada cierto tiempo.
Viggo sonrió al verlos tan felices y camino con el pensamiento qué de seguro su madre quería saber en dónde anduvo todos estos años. Él pensó que lo regañarían, a lo mejor su viejo le daría una que otra bofetada por perder su tiempo, por asustar a su familia. Lo pasos de Viggo se volvieron más torpes y a su vez más rápidos, como tratando de alcanzar a su padre y a su madre. Una vez que llego bajo la cúpula, su padre lo miró por un instante, después lo siguió su madre y no supo que hacer. Se quedo petrificado sin saber que decirles, pero una cosa era cierta, estaba feliz de poder verlos. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, Hephaestus dejo a Kain, se puso en pie y fue corriendo a abrazarlo.
Viggo quedo congelado en ese momento, su madre conservaba su pelo rojizo, pero por alguna razón la encontró pequeña y frágil, como si hubiera envejecido. Eso era imposible, se dijo en su mente, ella era una diosa, pero se preguntó ¿Por qué la sentía tan frágil?. Por otro lado, en ese momento ella solo lloraba y Viggo atino a darle un abrazo. Después de eso, Viggo sintió un gran abrazo, tan alto y robusto como él. Levanto su rostro y vio a su padre, el cual sonreía. Sus largos cabellos blancos no habían cambiado, seguía teniendo el mismo rostro de siempre pero se sentía más viejo. ¿Quién sabe? Se pregunto Viggo con una sonrisa, se dejó de preocupar por las cosas y solo se dejó abrazar por su familia.
-o-
Varios días habían pasado desde la vuelta de Viggo y hoy era día hombres, o al menos eso había dicho en su casa. Así que llevo a todos sus hermanos a comer. Su padre iba incluido en el grupo junto a su hermano menor, Baltazar de cinco años. Por un lado, sus hermanos esperaban que los invitara a los mejores lugares de la ciudad. No obstante, para su desagrado, solo fue el local conocido como "La Anfitriona de la Fertilidad". Así que en medio de la tarde, todos los hombres de la familia Dragonroad quedaron de piedra ante un pequeño restaurante para aventureros.
-Hermano ¿eres tonto?- pregunto Baltazar
Sin embargo, Kain a su lado le dio un coscorrón y le dijo -¿esa es manera de hablarle a tu hermano mayor?-
Baltazar se agarró la cabeza con ambas manos y profirió un sufrible -lo siento-
-Vengan, vamos- continuo Kain -no es tan mal lugar. Créanme, les va a gustar, la comida es buena y hay mucho que mirar-
-Lo que pasa es que estos tipos son inexpertos, viejo- dijo Viggo como si no fuera un mal lugar y siguió a Kain dentro del local. Una chica gato de actitud divertida los atajo y les ofreció una mesa. Por otro lado, Marcus, Elrond y Tatsumi fueron invitados por una dulce muchacha de cabello plateado.
Una vez que se sentaron todos los Dragonrad a la mesa, parecían faros vigías, mirando a las chicas que atendían. Baltazar era el más joven y a su vez el más atento, casi encandilado por las hermosas meseras. Por otro lado, Tatsumi era el que trataba de mostrarse indiferente, pero se notaba que una chica de gato de cabello negro le llamo la atención.
Con Kain a la cabecera, Viggo a su lado le dio un codazo y ambos se quedaron mirando durante un momento, para después estallar en risas. Los más jóvenes de la mesa entendieron el chiste y se sintieron un poco avergonzados. Solo habían pasado un par de minutos y ya habían cambiado de parecer.
-Papá, ella me recuerda a alguien- dijo Baltazar mientras apuntaba a la muchacha del cabello de plata.
Kain entendió el porqué, pero no se atrevió a decirlo, después de todo, era un secreto de la persona. Siendo sinceros, Kain no sabe porque Freya se da tantas molestias vigilando a sus jóvenes aventureros prospectos, pero bueno, es cosa de ella.
Mas tarde comenzó a llegar la gente, en su mayoría aventureros de poca monta. Algunos aventureros querían intimidar a los muchachos nuevos (familia Dragonroad), pero los veteranos los disuadieron. En medio de ellos había un tipo pelirrojo con tatuajes rúnicos por todo su cuerpo. Parecía buena persona a simple vista, pero los veteranos le dijeron que no lo querían hacer enfadar. De esa manera, la familia Dragonroad se evitó un montón de problemas.
-Después de todo este tiempo, todavía hay gente que te recuerda- dijo Kain tomando una jarra de cerveza y dándole un largo sorbo.
Viggo sonrió, hizo lo mismo. Después saco de una pequeña mochila que llevaba en la cintura, un pergamino viejo -revísalo- dijo
Kain lo levantó y lo abrió a contra luz. Era un plano de varias armaduras, pero a diferencia de la que usaba su hijo, esta era perfecta. Ahora, los minerales escritos al pie de la página, como una lista de recursos necesarios, eran un tanto extraños igual que la otra vez. Kain frunció el ceño, esto era un reto como herrero, pero no era imposible. Ahora, si solo pudiera conseguir los materiales.
-No pongas esa cara- dijo Viggo emitiendo una gran sonrisa -ya los he recogido todos, solo tienes que ayudarme a procesarlo. Mejor dicho, no quiero que lo hagas, quiero que me guíes-
-¿Estás seguro?- pregunto Kain con algunas dudas
-Sí, es hora de luchar contra los expertos-
Kain sonrió, le devolvió el pergamino y le ofreció un brindis con su jarra de cerveza -espero que sigas mejorando, hijo- dijo
-Yo también, viejo- respondió y choco su jarra con la de Kain
-¿Qué estas celebrando, papá?- pregunto Baltazar
-Oh, nada importante hijo, tu hermano va a entrar al negocio familiar-
Todos los demás se alegraron, solo Tatsumi fue un poco más reservado, dando un asentimiento. Pero juzgándolo por su sonrisa, Kain podía decir que estaba conforme con tal decisión. Después de todo, solo Baltazar y las hijas de la familia no saben herrería. No es por un tema selectivo, es solo que las chicas son menos aficionadas al aroma a carbón y a la suciedad. Solo Tsubaki es la excepción.
Una vez que llego la comida, todos empezaron a comer y mientras lo hacían, llego un niño pelo blanco y mirada dulce. Kain al verlo desde su asiento, por alguna razón pensó en Meteria. Después negó y siguió comiendo sin prestarle más atención. Al cabo de otro rato, llegaron los ejecutivos de la familia Loki. Entre medio de ellos iba Riveria, Ais y Lefiya. Las tres dirigieron su mirada al fondo del local, en donde estaban los Dragonroad sentados, pero Kain negó y ellas entendieron la señal. Así que se fueron a sentar junto los ejecutivos de la familia Loki. La misma Loki era el bullicio en persona, hablando a todo pulmón, gritando y riéndose sin parar. Kain podía sentir la intención en su mirada, pero nunca le devolvió la mirada. Hacer lo que ella quería, solo sería un problema para él e implicaría dejar a una de las tres grandes familias de Orario sin su diosa. A lo mejor algún día, cuando no tenga repercusiones, pero por ahora no.
Por otro lado, Loki no era la única ruidosa en la mesa, muchos otros conversaban a gran voz, sobre todo un tipo con cara de pocos amigos. Por su orejas y cabello, podían decir que pertenecía a una raza lobo.
-Ese maldito tomate- empezó a gritar a todo pulmón. Por lo que pudo captar Kain, hablaba de un joven aventurero. El tipo se reía y hablaba como un verdadero estúpido, al punto de que Viggo se quiso poner en pie, pero Kain no lo dejo.
-Déjamelo a mi- dijo Kain y Viggo asintió con el ceño fruncido. No le gustaban los tipos débiles que se jactaban de su insignificante fuerza.
-¿Quién es ese tomate del que hablas?- pregunto Kain en un gran tono mientras se ponía de pie. Todos a su alrededor se enfocaron en él, ya que era uno de los más altos, rebasando a la mayoría por una cabeza. El tipo lobo miró hacia atrás y se sintió cabreado. No obstante, no se pudo levantar ya que Riveria y Ais lo tomaron de cada brazo y negaron con su cabeza.
-Déjenme tranquilo- grito el tipo lobo -le enseñare una lección-
-Tooonto- dijo Loki con una sonrisa que no lo eral, sentada en un banco de la barra -al que estamos protegiendo es a ti, ni siquiera sabes con que demonio te estas metiendo-
Kain camino hasta la mesa de la familia Loki, le pidió una silla a otro comensal y le pidió a Riveria que le hiciera espacio. Por su parte, Riveria se agarró la cabeza y se hizo a un lado en un gesto de cansancio. Kain se sentó al lado del rabioso aventurero.
-Dime ¿Quién es ese tomate del que tanto hablas, quiero saberlo?- pregunto con una sonrisa en la cara
El tipo lobo chasqueo la legua y le dijo de mal humor -esto no es asunto tuyo, si no te largas vas perder toda la dentadura-
-Me gustaría saber si existe alguien así en Orario. Ahora, dime ¿Quién es el muchacho?-
El tipo lobo frunció la nariz como si fuera un lobo rabioso y volteo a otro lado. Por su parte, Kain miró alrededor para ver si alguien le daba un indicio, pero nadie sabía dónde estaba. Entonces, Riveria a su lado le contó todo el asunto. El propio Kain se largó a reír a carcajadas, pero en lugar de mofarse, dijo -esa es la marca de un ganador- dejándolos a todos conmocionados.
-¿Te golpeaste la cabeza?- le pregunto el tipo lobo
-Para nada- respondió Kain de buen humor -ustedes no lo entenderían-. Kain se puso de pie y vio a Syr al final de la barra. Levantaba su brazo en alto y apuntaba con su índice a alguien, oculto detrás de la barra. Kain asintió y camino hasta allá. En ese lugar, estaba el niño de pelo blanco que se parecía a Meteria. Estaba con su cabeza agachada como tratando de ocultarse.
Kain sonrió, lo tomo de la ropa y lo levantó en el aire, como si fuera un gato que se portó mal -¿este es el muchacho?- pregunto
Ais asintió algo apenada. En su mente, todavía pensaba que fue su culpa asustar al muchacho. Por otro lado, Kain devolvió al muchacho a su asiento. Apoyo su codo en la barra y lo quedo viendo. Realmente le pareció que se parecía demasiado a Meteria, aunque la conoció por un breve tiempo, no le parecía una mala niña. Así que sin intenciones, le tomo aprecio al muchacho.
-¿Cómo te llamas muchacho?- pregunto
El muchacho se veía compungido y humillado, negó con su cabeza y agacho la mirada.
Kain sintió pena por él y le dijo en un tono suave -¿quiere que te cuente una historia?- el niño no dijo nada y Kain continuo -veras, hace mucho, mucho tiempo, había un trio de idiotas que viajaron a Orario. Ellos eran grandes amigos y aunque nacieron de diferentes madres, se consideraban más cercanos que hermanos. El hecho es que cuando ellos llegaron a Orario, se probaron en una familia y fallaron, pero a pesar de eso, persistieron. Siguieron entrenando y pasado un tiempo, un día, ellos llegaron a la guild de aventureros tan rojos como tú en ese momento. Manchados de sangre tras defenderse. Eran jóvenes, no tenían nada y mucho menos una familia. Pero a pesar de que se veían así, nunca perdieron las esperanzas. No te preocupes muchacho, todos tienen altos y bajos a lo largo del camino- el niño por fin levanto su rostro y lo miró a los ojos.
-¿Cómo se llamaban?- pregunto el niño con una mirada asustadiza, su voz era suave como la brisa
-Jason, Aquiles y Odiseo-
Nadie entendió de quien estaba hablando. Solo los veteranos sabían de quien les hablaba, pero les era imposible mesclar las dos figuras, ya que unos eran unos niños miserables y los otros representaban la gloria de la humanidad.
Por su parte, Kain vio que el niño no sabía nada y le pregunto a Mia Grand, la ex capitana de la familia Freya, que estaba al otro lado de la barra -¿Quién es Jason, Mia?-
-El más grande aventurero que haya pisado Orario-
Los ojos del chico se abrieron en una muestra de incredulidad.
A su vez, Kain saco un cilindro de cobre de su anillo, abrió la tapa y saco tres papeles. Se los tendió al niño para que los viera y el niño vio los estatus de los tres legendarios aventureros. No tenían nada en especial, ni siquiera magias o habilidades. Se los devolvió a Kain algo desilusionado.
-Mia, cuándo un aventurero sube a nivel dos, gana al menos una habilidad ¿Cierto?-
-Debería- respondió de manera molesta -o si no ,debería dejar de ser aventurero-
Después de eso, Kain saco otros dos cilindros, uno de plata y otro de oro y le dijo -el que viste fue cuando llegaron a Orario, el de plata fue cuando llegaron a nivel 4 y el de oro fue cuando llegaron a nivel 9- Kain los guardo y le dijo mientras se retiraba -si los quieres ver, sigue perseverando. Una vez que avances, te los dejare mirar-
El muchacho lo miraba como si hubiera visto un fantasma. Las palabras "Nivel 9" daban vuelta por su cabeza como si fuera el tañido de una campana.
Entonces Kain volvió a su asiento mientras el resto de los aventureros lo miraba como si fuera un demonio que les robo el alma. Después de un rato, se perdió la tensión y como una forma de volver a la realidad, se dijeron a sí mismos qué Kain era un farsante. A lo mejor, estaba tratando de timar a todos los presentes. Mia, Syr y Loki mostraron sonrisas llenas de desdén, mientras que el muchacho se fue a su casa con otra mentalidad.