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Apócrifo - Gods land - Capítulo 76

Después de terminar todos sus entrenamientos en la mansión de Hephaestus, Kain volvió a su casa en los límites del distrito herrero. En ese momento fue recibido por Isabel, la cual seguía manteniendo su usual belleza calmada y mirada tranquila. No obstante, Kain podía ver la tristeza en sus ojos. Ella no lo demostraba y siempre trataba de sonreír para Kain, pero él sabía que ella a veces se abrazaba a la pintura de flora y lloraba.

Así que viéndola tan triste, Kain tomo una profunda respiración, se acercó con suavidad y le dio un tierno beso en los labios. Isabel sonrió y correspondió a sus avances. En ese momento solo fueron ellos dos, abrazados y comunicando lo que no podían decir con las palabras.

-¿Qué paso hoy, querido?- pregunto Isabel levantando su rostro y regalándole una amplia sonrisa

-Nada en especial ¿no puedo besar a mi mujer?- pregunto Kain entre serió y en broma

Isabel lo abrazo y puso su oído a la altura del corazón. Entonces escucho sus latidos y asintió como aceptando este hecho.

-¿Vamos a dar una vuelta?- pregunto Kain mientras la tenía entre sus brazos

-¿No estas cansado? Recién llegaste-

-Para nada, salgamos a dar un paseo como lo hacíamos antes-

-Está bien- respondió Isabel

Entonces se fue a cambiar y mientras tanto, Kain se fue a la biblioteca, ya que esto sería para largo. En ese lugar se encontró con una joven de cabello verde y lentes que la hacían ver intelectual. Llevaba puesta una blusa blanca y una falda café que le llegaba hasta las pantorrillas. Por otro lado, como no era demasiado alta, se paró de puntillas para alcanzar un libro en el último nivel de una estantería.

Kain camino hasta ella, tomo el libro y se lo tendió por el lado. Eina sonrió, tomo el libro y se volteo para mirar a su padre. Kain suspiro y se dio cuenta de que su pequeña princesa ahora era un mujer. Su rostro no era muy diferente del de Aina, con su cabello verde y orejas largas, pero como Eina se había vuelto un ratón de biblioteca, se había dañado un poco la vista y ahora usaba lentes.

-¿Qué haces, corazón?- pregunto Kain en un tono suave

-Estaba leyendo varias cosas- dijo Eina agachando la cabeza, como queriendo esconder sus verdaderas intenciones.

Kain sonrió al verla tener secretos y pensó que sería un buen momento para hablar.

-Ven- dijo Kain -vamos a los sillones y conversemos-

Eina asintió y camino por delante con algo de nerviosismo. Llego al centro de la biblioteca y se sentó en uno de los cuatro sillones que estaban rodeando una mesita de centro. Kain se sentó al frente y miró a su joven hija que parecía ocultar algo en su corazón, miraba hacia una esquina y evitaba hacer contacto visual.

Kain soltó un suspiro y le pregunto -¿Por qué has andado actuando extraña últimamente? ¿Te enamoraste de algún muchacho?-

-¡Eh!- exclamo Eina y levanto su rostro asustado, no como si la hubieran pillado en algo, pero con la intención de dejar en claro que no andaba cerca ni por asomo -no es eso, papá- dijo en un apuro mientras negaba con ambas manos -es, es solo que quiero hacer algo y no sé si papá lo aceptara-

-¿Te quieres ir de viaje?-

-No, para nada, no saques conclusiones-

-Lo siento-

-Papá no se tiene que disculpar, es solo que me da miedo decirte-

-¿Por qué, corazón? Qué yo recuerde, jamás te he prohibido hacer algo a menos que sea demasiado peligroso-

-Lo sé- respondió Eina agachando la cabeza. Sin embargo, de repente se armó de valor, se sentó recta, lo miró a la cara y le dijo en un tono firme -quiero ser asesora-

Kain sonrió y se largó a reír mientras trataba de aguantarse la carcajada.

-Ves- dijo Eina molesta e indignada -por eso no te quería decir, sabía que papá se iba a burlar de mi- después añadió en una voz más pequeña -yo no soy como mis hermanos-. Por otro lado, solo pudo escuchar la carcajada de Kain el cual no paro de reírse durante un minuto.

Después de reírse lo suficiente, Kain se limpió la comisura de los ojos y miró a su joven hija enfurruñada. Lo miraba como si la hubiera avergonzado en plena calle y en presencia de sus amigos. Kain negó mientras emitía una gran sonrisa y le dijo -no me rio de tu sueño, ni porque seas diferente de tus hermanos. Eso solo; es solo que pensé que sería algo más grave, pero solo era eso. Eina, corazón de mi vida, usted puede hacer lo que quiera, yo jamás le voy a prohibir que haga algo y si algún día quiere dejar su trabajo, aquí esta su padre. Yo la puedo mantener o pasarle dinero para que haga el negocio que usted quiera. Así que siéntase segura, yo siempre la apoyaré-

Eina dejo su cara de chica mimada y sonrió como un lirio silvestre. Se paró de su asiento y camino hasta Kain para lazarse en sus brazos. Kain la atajo en sus abrazos mientras soltaba una carcajada y le besaba el cabello. Por su parte, Eina se reía de buena gana y lo abrazaba como si fuera lo más importante en el mundo. Después sintió que Kain la tomo en sus brazos y la sentó en su regazo, igual que como lo hacía cuando era pequeña.

-Ahora dígame- dijo Kain -¿Por qué quiere ser asesora?-

-Bueno- dijo Eina sonrojada -mamá y mamá Isabel fueron asesoras, ellas me contaron lo que hacían y quería ayudar a las personas-

-Eso está bien, pero ¿Qué más?-

Eina se puso aún más colorada y le dijo -de esa manera también puedo tener puesto un ojo en Elrond-

Kain levantó la ceja y le dijo -corazón, te he dicho que dejes tranquilo a tu hermano. Sé bien que cuando eras pequeña te dije que mantuvieras un ojo en tu hermano, pero las cosas tienen un límite-

-¡Papá es demasiado descuidado!- dijo Eina enojada -Elrond va a ser algún día el rey de los elfos y no puede andar de mujeriego por la vida. De esa manera, el reino de Alf se caerá a pedazos. Además, no sé cómo papá dejo a Elrond unirse a esa familia de súcubos-

-¡Eeiina!, no seas mal hablada, sabes que Astrea es una de las diosas más justas de Orario y siguiendo la misma línea, las niñas de su familia no pueden ser menos. Para empezar, ni siquiera las dejaría entrar a su familia si no lo fueran-

-Papá es igual a Elrond- dijo Eina molesta mientras volteaba su rostro en otro dirección -defendiendo a esas mujerzuelas-

Kain solo pudo soltar una suspiro y abrazarla mientras le pasaba la mano por la espalda, como si estuviera tratando de calamar a una fiera. Al mismo tiempo, Eina hizo un gran puchero y se recostó en el pecho de su padre.

-¿Ya hablaste con tus madres de este asunto?- pregunto Kain en un tono calmado

-Sí- respondió Eina con una voz pequeña -ellas me dijeron que estaba bien. Incluso, mamá y mamá Isabel me hablaron de sus experiencias y me contaron que en ese trabajo conocieron a papá-

-Bueno, técnicamente fue así, pero con Aina fue un poco diferente. Veras, con tu madre nos conocimientos antes que eso, pero cuando ella estaba haciendo ese trabajo, nos juntamos y consolidamos nuestra relación-

-¿Cómo se conocieron papá y mamá?-

-Yo era un viajero y tu mamá y Riveria eran dos jóvenes que se habían aventurado al mundo exterior, fuera del bosque de Alf. Digamos que nos llevamos bien y nos gustamos en ese momento. Lo demás no te lo puedo contar-

Eina se sonrojo y le dijo en un tono recriminatorio -de seguro es algo cochino-

-No hay nada cochino en encontrar a la persona que te gusta y amarla- respondió Kain en un tono calmado -cuando conozcas a esa persona, también te sentirás de la misma manera-

-Yo solo voy a tener un marido-

Kain soltó una risita y le dijo -eso es cosa tuya, corazón. Papá te puede decir que te cuides, pero no podría jugar al hipócrita cuando yo tengo muchas esposas-

Aina se acurruco en el pecho y dijo en un tono bajo como una niña mimada -papá es demasiado despreocupado-

Kain solo pudo negar, besarle la cabellera verde y abrazarla como si fuera un bebé. Por otro lado, Kain recordó cuando Eina era una pequeña cosita que corría por todos lados y se pasaba cayendo.

-De seguro el tiempo pasa demasiado rápido- dijo

Diez minutos después, Kain noto que Eina se había dormido en sus brazos y dejaba salir un suave respiración. Así que se levantó del sillón y salió de la biblioteca. Cruzo el pasillo y llego a la habitación de Eina, la cual conservaba todavía algunos rasgos infantiles. Tenía una gran cama con dosel y un cobertor rosado con un montón de pequeños peluches a la altura de la cabecera. Kain avanzo por la alfombra café clara y se acercó a la cama de Eina. Con una mano la sostuvo y con la otra mano echo el cobertor hacia atrás. Después la recostó y le quito los zapatos, para después acomodarle las piernas y dejarla tapada solo con una sábana. Por otro lado, Eina no se despertó en ningún momento y solo siguió tendida en la cama con una grata sonrisa. Kain la quedo mirando durante un rato y después le dio un beso en la frente y salió de la habitación.

Después de dejar a Eina, Kain fue a ver a Isabel que debería estar ya lista para salir. Fue a su habitación y la encontró frente al tocador mientras se colocaba un par de aritos con una esmeralda en su centro. Por otro lado, iba con un vestido amarillo de encajes de flores blancas.

Kain se sentó en la cama y la miró por un buen rato, captando como se arreglaba el cabello y después se pintaba.

-¿Conversaste con Eina?- pregunto Isabel mientras miraba su reflejo en el espejo del tocador

-Así es- respondió Kain desde la cama -me dijo que ya había hablado contigo y Aina-

-Sí, ya había hablado con nosotras, pero tú sabes cómo es Eina, a pesar de todo, siempre está llena de inseguridad-

-A lo mejor es mi culpa-

-No lo creo- dijo Isabel con una sonrisa -aunque claro, creo que saco algo de ti. Cuando era joven te veía tan rebosante de confianza que me encandilabas, pero después de conocerte, empecé a sentir que siempre andabas con miedo. Que temías no poder protegernos en algún momento. Yo creo que le pasaste algo de eso. Eina también trata de proteger a sus hermanos, sobre todo a Elrond, pero se siente incapaz de lograr tal cosa-

Kain soltó un suspiro, se dejó caer de espaldas en la cama y dijo -al final, sí es mi culpa-

-No seas egocéntrico, Kain- dijo Isabel en un tono molesto -Eina no es solo tuya. Yo no la di a luz, pero también la siento mía. La vi crecer, le cambie los pañales, le di de comer y la cuide cuando se hizo daño. Es mi hija y también siento que le he pasado mis miedos. Al final, lo único que podemos hacer es tratar de apoyarla para que deje afuera los temores que le heredamos-

-Tal vez-

Isabel soltó un suspiro y le pregunto -¿Le diste permiso?-

-Por supuesto, jamás le he impedido hacer algo-

-Eso está bien- dijo Isabel, se levantó del taburete y se acercó a la cama. Estiro ambas manos hacia adelante y espero a que Kain las tomara para levantarse. No obstante, este último la tiro de las manos y ella soltó un grito y cayó encima de él.

-Por dios, no tienes remedio- dijo Isabel entre molesta y divertida -recién me acabo de arreglar-

-Está bien- respondió Kain mientras la abrazaba y emitía una sonrisa -viendo lo hermosa que estas, me pongo celoso y no me dan ganas de que te vean otros tipos-

Isabel sonrió y le dijo -vamos Kain, si no salimos ahora, me dará pereza y no me moveré-

-Bueno, bueno, aquí voy- dijo y se empujó con la mano derecha para poder levantarse de la cama. Después de eso, Isabel se arregló su cabello una vez más y salieron de paseo.

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