Era un día primaveral con algunas nubes en el horizonte cuando un grupo de tres carruajes salieron de madrugada por la puerta norte de Orario. Se dirigían a las tierras gobernadas por la familia Deméter con la intención de pasar un agradable fin de semana. A esa hora el sol recién se estaba elevando en el horizonte, la mañana estaba fría y el campo húmedo. Por otro lado, la carretera de tierra se extendía casi de forma infinita hasta llegar a las faldas de una montaña, en donde estaba la finca de la diosa Deméter. A los lados del camino habían apostados grandes y frondosos árboles, entremezclados con todo tipo de arbustos que ocultaban a los animales. A esa hora de la mañana solo se escuchaba el galopar de los caballos a una velocidad moderada mientras tiraban de los carruajes. Como el camino era de tierra, los carruajes se mecían y los soportes rechinaban. De vez en cuando saltan por causa de un bache.
Mientras avanzaban por la carretera, Kain iba mirando por la ventana del carruaje como los árboles pasaban y pasaban uno detrás del otro. En ese momento lo acompañaba Mikoto sentada a su lado y Viggo en el asiento del frente. Ambas personas queridas pero que lo preocupaban.
Los problemas de Mikoto se originaron no hace mucho. Tsubaki ya había cumplido quince años y quería independizarse, cosa que fue el detonante del problema. Mikoto no lo aprobaba excusándose en que era demasiado joven y Tsubaki habiendo heredado el carácter de su madre, le grito diciendo que no haría lo que ella quisiera. Mikoto le contesto poniéndole dos cachetadas en cada lado de las mejillas y toda oportunidad de dialogo murió con eso. Ahora Tsubaki se había ido de la casa pero bajo la supervisión de Hephaestus y con varias condiciones de por medio. Esto fue posible porque Tsubaki apuntaba a volverse parte de la familia de la diosa de la forja, de lo contrario no hubiera escuchado a nadie. El hecho es que ahora vivía a dos cuadras y en una casa proporcionada por la familia Hephaestus. Adicional a eso se le pidió que trabajara en la tienda de armas de Isabel y que siguiera entrenando su herrería. Todos pensaron que con el tiempo todo este mal entendido se arreglaría, pero hasta el momento no ha mejorado. Al contrario, parece que empeoro todo, ya que ahora madre e hija pelean por ver quien es mejor herrera y se critican la una a la otra por las imperfecciones que dejan en los trabajos. En esto ya llevan dos meses y con la intención de separarlas para que piensen mejor, Kain trajo a Mikoto para que se relaje.
Por otro lado, Mikoto desde que se casó con Kain, a menos que este forjando, siempre viste un kimono café y su largo cabello oscuro lo ordena en una coleta. En estos momentos va sentada a su lado, con una actitud de mujer noble y elegante, con las piernas juntas y las manos sobre el regazo. No obstante, se le nota distraída mirando por la ventana. Por su parte, Kain duda de que siquiera se fije en los árboles. Mucho menos que este atenta a los pájaros que salen volando a medida que escuchan el ruido provocado por los caballos y los carruajes.
Su otra preocupación es el pequeño semidios sin miedo sentado en los sillones del frente. Viggo, con su cabello rojo como la sangre va mirando el camino con una expresión aburrida. Solo tiene seis años, pero le gusta retar al peligro, correr libre y desafiar las alturas. Es un pequeño alborotador que desde que aprendió a caminar siempre anda curioseando por todos lados. Dentro de todo, ese no es el mayor problema, la mayoría en la familia lo encuentra normal. El problema viene en que últimamente no escucha a nadie y hace lo que se le da la gana. Así que Kain le pone especial atención y lo mantiene cerca suyo. Piensa que dentro de todo, tendrá que hacer algo con ese temperamento desafiante, así que pensó en "arrojarlo fuera del nido", como las águilas. En cuanto escucharon a Kain, todos en la familia se opusieron a tal trato. Por su parte, Hephaestus le prometió hacer todo lo posible para echarlo de Orario si le hacía algo semejante a su hijo. No obstante, Kain le advirtió, que si el niño crecía sin medir las consecuencias de sus actos, no solo sería peligroso para él, también lo sería para toda la familia. Así que si el niño no cambiaba de aquí a los diez años, él tomara cartas en el asunto, le guste la idea o no.
Como resultado de esa discusión, Kain y Hephaestus llevan peleados dos meses, en los que duermen juntos, hacen el amor, pero ya no se ven tan amigos como antes. Al menos, Hephaestus siempre lo tiene vigilado y de vez en cuando le advierte que sea cuidadoso con lo que hace. Kain en esos momentos solo sonríe y la besa, aunque se moleste.
Kain soltó un suspiro y miró a Viggo, el cual empezó a cabecear. Era temprano en ese momento, así que no le pareció extraño, el pequeño alborotador había madrugado a las cinco de la mañana.
-Viggo- dijo Kain -ven aquí, papá te tomara en brazos para que puedas dormir-
-No tengo sueño- dijo Viggo con una gran sonrisa.
Kain negó mostrando una sonrisa que dejaba al descubierto sus dientes y le respondió -ven acá, muchacho-
Viggo agacho la cabeza y se bajó del asiento. Casi perdió el equilibrio gracias al camino y sus baches, pero Kain lo sujeto del brazo derecho. Después, Viggo camino hasta Kain y este último lo sentó en sus piernas. Viggo lo miró ojos y Kain le beso la frente -duerme, muchacho- dijo -papá te despertara para juegues hasta caer rendido-
-Sí, papá- dijo Viggo con su suave voz infantil, casi imperceptible por el ruido de los cascos de los caballos. Estiro su mano y le tomo la camisa a Kain, igual que cuando era un bebé y cerro sus ojos. A los pocos minutos Kain pudo ver que estaba fuera de combate.
-Danna-sama- dijo Mikoto a su lado -yo lo puedo cargar-
Kain negó y se acercó para darle un tierno beso en los labios -no te preocupes- dijo -cuando sea grande ya no lo podre cargar así, déjame disfrutar este breve instante-
Mikoto sonrió y se apoyó sobre el hombro izquierdo de Kain. A lo mejor también pensando en su bebé que también creció demasiado rápido.
-o-
Como a eso de las diez de la mañana, los caballos empezaron a bajar la velocidad y una mansión de murallas blancas se pudo ver en lo alto de una colina. Era de dos pisos, con un techo de tejas naranjas y forma de trapecio.
Por su parte, Kain sonrió y miró hacia abajo al pequeño Viggo durmiendo. Parece que estaba más cansado de lo que él suponía, porque iba durmiendo con la boca abierta, dejando al descubierto una fila de pequeños dientes. Kain al verlo dormido tan placido soltó una risita y le beso la frente. Después le cerro la boca y le peino con la mano la rojiza cabellera. Tenía el cabello tan suave y lizo como él.
Por otro lado, Mikoto se había dormido también. Así que Kain se quedó tranquilo esperando que llegaran a la finca.
Llegado su momento, los caballos comenzaron a avanzar con un suave trote mientras se adentraban en la finca. Para tal efecto avanzaron por un camino de gravilla del color de la arena. A los lados habían árboles que extendían sus ramas por encima de los carruajes. Estos a su vez dejaban colgando unos racimos de flores amarillas.
Al final de ese camino se veía una gran pileta y un poco más allá una mujer con un cabello del color de la miel.
Pasaron la pileta y llegaron a un gran patio con más gravilla en el suelo y unos árboles puestos a lo largo de apariencia nudosa y serpenteante. Por otro lado, la mansión se veía de construcción robusta y lisa, con paredes blancas y un techo de color naranja.
Por su parte, Demeter se acercó con una gran sonrisa a los carruajes y cuando llego al primero, Kain bajo con un pequeño pelirrojo en sus brazos. Ella sonrió y lo fue a abrazar.
-Espera, espera- susurro Kain -beso está bien, pero está durmiendo-
-Oh, lo siento- dijo Deméter susurrando también y dejando escapar una risita melodiosa. Entonces se acercó a Kain con ojos soñadores y acercó su rostro para que él la besara. Después se separaron y Deméter fue a saludar a Mikoto que bajaba con unos ojos pequeños del sueño. Esta última se arregló el cabello y la ropa y después le dio una pequeña reverencia a la diosa. No obstante, Deméter en su simpatía la abrazo y Mikoto se dejó querer. Mientras tanto, de los demás carruajes empezaron a bajar las otras personas que acompañaron a Kain en el viaje.
Del segundo carruaje bajo Hephaestus, Isabel y Flora. Del tercer carruaje bajo, Tatsumi, Ottar y Aina.
Por su parte, Kain le hablo a Viggo -muchacho- le susurro -muchacho, despierta ¿No querías ver a donde íbamos? Ya llegamos-
Viggo se aferró a Kain y no lo quería soltar. Al final, Kain desistió de despertarlo y miró al resto de su familia. Todos parecían estar bien, sin mareos ni malestares por el viaje.
Deméter se acercó a Kain y lo tomo por el brazo derecho -ven, ellos ya llegaron-
-Bien, primero déjame llevar a este muchacho a un cuarto y me reuniré con ellos- respondió Kain
-Ok, ven, vamos, tengo listas sus habitaciones-
No obstante, Flora llego gritando -Viggo- dijo ella con su voz juguetona e infantil -Viggo, despierta, dijimos que exploraríamos todas las montañas. Me voy a ir sola-
En ese momento Viggo comenzó a abrir sus parpados y vio el cielo azul -¿Ya llegamos?- pregunto murmurando mientras se rascaba los ojos
-Sí, muchacho- respondió Kain. Lo bajo al suelo y le ayudo a equilibrarse. Después miró a Flora y le dijo -Flora, nada de explorar, primero el desayuno y después pueden ir a ver que hay en los alrededores-
-MMMM- respondió Flora con molestia -yo no tengo hambre-
-Yo lo digo, así que haz caso-
Flora agacho la cabeza y respondió -sí, papá-
-Así está mejor. Ahora vamos con Deméter, ella nos tiene algo preparado-
-Así es- respondió Deméter con su amable voz -tengo algo super ultra rico, te va a encantar-
-¿En serio?- pregunto Flora emocionada
-Sí, ven conmigo- y le tendió la mano, cosa que Flora acepto.
Por su parte, Kain miró a su familia y les pregunto -¿Todos bien?-
Todos asintieron con cara de sueño. El único que dio una respuesta apagada fue el joven Ottar, de siete años de edad. Siempre que se alejaba de Freya tenía tal expresión. No obstante, Kain no se preocupó, ya que cada vez que salían a pasear y llevaban a Ottar, este último se olvidaba de la tristeza a medida que se expandía su mundo. Al final de cuentas, solo era un niño.
-Ottar- dijo Kain -ven acá-
El pequeño corrió con una espada de madera en su mano izquierda y llego frente a Kain, elevando su rostro para mirarlo. Kain se agacho para que sus ojos coincidieran y le dijo de frente -no estés tan triste, van a ver muchas cosas hermosas, seguro que te diviertes-
-Sí maestro- respondió el niño con una voz suave y vacía, como si estuviera triste. Kain negó y le acarició la cabeza, después se puso de pie y le ofreció la mano. Ottar se la tomo y caminaron a la mansión con toda la familia a la cola. Al mismo tiempo, Flora le tomo la otra mano a Kain y le saco la lengua a Ottar. Este último frunció el ceño y también le saco la lengua.
Por dentro la mansión tenía un amoblado de color café oscuro, con un piso de cerámica color damasco y paredes blancas. Los niños miraban hacia todos lados con gran fascinación hasta que llegaron a una sala de recepción, la cual tenía dos grandes escaleras que los llevaban al segundo piso y en lo alto de techo, había un gran candelabro de oro con patas de araña y luces que lo hacían ver maravilloso. Todos los niños estiraron sus cuellos y miraron hacia arriba hasta que se marearon, después tuvieron que bajar la vista.
Todos los adultos soltaron una risita y después de eso, siguieron avanzando hasta el comedor, en donde los esperaban cuatro personas. Ellos estaban sentados en los sillones que rodeaban una chimenea, en una esquina del comedor. No obstante, en cuanto vieron a Kain se levantaron para ir a saludarlo.
-Viejo- dijo Jason con una gran sonrisa -¿estas listo?-
-Claro ¿y tú?- respondió Kain tendiéndole la mano
-Claro que sí- respondió Jason soltando una carcajada y estrechándole la mano con fuerza
-Hermano Jason siempre es tan gritón- dijo Viggo al lado de Kain mientras se tapaba los oídos
-Hay que ser alegres, amigo- respondió Jason, se puso en cuclillas y le tendió la mano
-Tu estas demasiado alegre- respondió Viggo estrechándole la mano y haciendo fuerza para ganarle en el apretón. Jason solo se rio y le dio un abrazo para tomarlo en brazos.
Por su parte, Flora fue con Aquiles, su aventurero favorito y estiro sus brazos con total descaro para que la cargara. Aquiles solo sonrió y la tomo en brazos.
Tatsumi fue hasta donde estaba Odiseo y estiro su pequeña mano -hola, señor- dijo en un tono educado
-Odiseo está bien- dijo -Somos amigos ¿no?-
Tatsumi asintió con una gran sonrisa. Odiseo lo tomo en brazos y se acercó a Kain.
-¿Cómo ha estado maestro?- pregunto Odiseo
-Bien, muchacho. Espero que estén listos, de lo contrario comeré aventureros de la familia Hera para la cena-
Odiseo soltó una risotada y le respondió -lo dudo, esta vez te devolveremos todo el entrenamiento-
-Eso espero muchacho, de lo contrario me sentiría robado-
-No lo defraudaremos, maestro- dijo Aquiles, se movió a un lado y dejo pasar a una dama de fina apariencia.
Hera como siempre vestía su toga griega, blanca e inmaculada. Sus ojos celestiales estaban posados sobre Kain mientras mostraba una hermosa sonrisa. No es como si no se vieran, pero esta era la primera vez que Kain la invitaba a un paseo familiar.
Kain sonrió y la recibió en sus brazos. Después le dio un beso en la mejilla y miró a Deméter para que los invitara a todos a comer.
-Vamos, por aquí- dijo ella señalando una larga mesa -en un minuto traerán la comida-
De esa manera Kain se sentó a la cabeza con Jason, Aquiles y Odiseo a los lados. Flora se peleó para sentarse al lado de Aquiles mientras Viggo se colocó al lado de Jason como si fuera lo más natural. Todo el mundo se rio ante tal travesura pero después los retiraron de los asientos y los sentaron junto con sus madres. Kain tenía que hablar con los muchachos de algunas cosas importantes.
-¿Es cierto lo que me contaron?- pregunto Kain
Jason a su derecha, contesto -Sí, maestro, hemos llegado al piso cincuenta y cuatro y nos aventuramos un poco al piso cincuenta y cinco-
-¿y encontraron a esa cosa?-
-Así es- respondió Odiseo al frente de Jason -ni siquiera Jason que a veces es impulsivo se atrevió a acercarse, su energía era monstruosa y aunque no lo vimos de cerca, sentí que sus colmillos me podrían triturar en cualquier momento-
Kain se apoyó en el respaldo de la silla y marco un ritmo sobre el mantel de la mesa con su dedo índice. Justo en ese momento llegaron los sirvientes con el agua caliente y les sirvieron en las tazas a todo el mundo. También dejaron pan, miel, mermelada, salchichón, huevos revueltos y pan recién sacado del horno que impregnaba el aire con una exquisita fragancia. No obstante, Kain estaba metido en sus pensamientos.
-Viejo- dijo Jason -no te preocupes, ese es nuestro trabajo, él tuyo es ayudarnos a llegar al siguiente nivel. Es la única forma con la que podemos tener alguna oportunidad en el futuro-
Kain soltó un suspiro mientras asentía, estiro la mano derecha y le dijo a Aquiles -convídame un pan-
-Claro- respondió Aquiles pasándole una canasta con una tela que mantenía el pan caliente.
-Lo otro- respondió Kain mientras partía el pan y emanaba un vapor combinado con un exquisito aroma -sus hojas de actualización-
-Yo las tengo- dijo Hera, se levantó y fue a buscar un bolso en el sillón en donde antes estaba sentada. Después volvió y le paso un cilindro de plata.
Kain lo abrió mientras Hera volvió a su asiento y reviso el contenido -bien- dijo Kain con una sonrisa -se podría decir que están a un paso del siguiente nivel-
-Así es, maestro- dijo Aquiles con las manos entrelazadas -pero no es tan simple. Para seguir creciendo necesitamos superar un gran reto-
-Y ahí es donde entras tu- dijo Jason con gran emoción -necesitamos que luches con todas tus fuerzas-
Kain levanto la ceja y miró a Hera -¿Cómo es eso?- pregunto
Hera lo miró a los ojos y le respondió -así funciona el falna, es la única manera de estimular la bendición y adquirir la energía necesaria-
-En pocas palabras ¿me van a enfrentar como si fuera un monstruo del calabozo?-
-Exacto- dijeron los tres discípulos mientras soltaban una risita.
-Sería como enfrentar un super goblin- dijo Jason en broma y se partió a carcajadas
-Muy chistoso, muchacho- dijo Kain con una sonrisa que no lo era -veremos cuando este goblin te haga besar la tierra-
-Oye, no es nada personal, solo era un broma-
-Ya veremos- dijo Kain con una sonrisa que le erizo los pelos de todo el cuerpo. Aquiles y Jason se rieron del rostro de miedo que puso Jason.
-Kain- dijo Hephaestus unos cinco puestos más allá -hablen más bajo o en otro momento. Estos niños están pendientes de todo lo que dicen y no comen nada-
-Lo siento amor- respondió Kain -ya saben, más tarde-
-Lo sentimos- dijeron los muchachos