Después de disfrutar del almuerzo, Cristina, Reida y Kain se habían quedado en la mesa. Kain estaba probando un trozo de tarta de arándanos acompañado de una taza de café. Sus dos amantes estaban en la misma situación, una al frente de la otra, sin embargo, el ambiente era solemne y silencioso. Lo único que se escuchaba era el sonido de los cubiertos rosando los platos. Mientras Kain cortaba con el tenedor un trozo de tarta, pensaba en que fue un gran error haber traído a Cristina.
Después de haber hecho el amor, Reida y Kain estaban complacidos. Sonreían el uno al otro abrazados mientras eran observados por Cristina. No obstante, cuando Reida tomo conciencia de Cristina, frunció el ceño. No fue con una actitud prepotente ni nada, pero se notó demasiado en su cara. Era como si le molestara que estuviera presente. Después de eso, Kain y Reida se separaron. Esta última se colocó un vestido azul claro y se dedicó a preparar el almuerzo. Kain la quiso ayudar, pero se negó. Después lo intento Cristina y de igual manera se negó. Al final Reida hizo todo por su propia cuenta.
Ahora que estaban en el comedor, iluminado la luz natural de un día nublado y un par de velas en candelabros, Reida y Cristina se miraban, pero sin cruzar palabra. Una era indiferente, segura de que estaba protegida y la otra estaba molesta, como si alguien desagradable hubiera traspasado su territorio. Kain sabía que debía hacer algo para mejorar el ambiente, pero era un poco difícil, no sabía cómo iba a reaccionar Reida. Era, junto con Therese, dos de sus mujeres que no les gustaba compartir su cama con otra mujer.
Kain tosió y les dijo -vamos a la sala de estar y conversamos-
Ambas, Reida y Cristina asintieron y apartaron su mirada una de la otra como si estuvieran peleadas. Kain no sabía cuándo había aparecido esta rivalidad.
Caminaron los tres a la sala de estar, con el gran mural de vidrio que tenía una vista a la ciudad y al mar. Se sentaron los tres en el mismo sillón. Reida a la derecha de Kain y Cristina a la izquierda. Ambas lo abrazaban de un brazo mientras Kain mantenía sus manos en la cola de cada una. Kain le dio un beso a Reida y le dijo que se sentara en su pierna muslo derecho. Así lo hizo. Después Kain le dio un beso a Cristina y también le pidió que se sentara en su muslo izquierdo. Así lo hizo. Con una mujer en cada brazo y apoyada contra su pecho. Kain fue haciendo su camino, levantando primero los vestidos y acariciando los traseros. Mientras el de Cristina era blando y pequeño, el de Reida era grande y firme. Kain acerco primero su cara a Reida y la beso, primero le dio pequeños besos en el labio inferior, después en el superior y al final introdujo su lengua. Después de que sintió que Reida estaba jadeando por la intensidad de los besos, se detuvo. Ahora cambio a Cristina, de igual manera la beso en los labios y cuando empezó a sentir que su respiración se hacía más fuerte, se detuvo. Por otro lado, sus manos se colaron por entre medio de las nalgas y empezaron a acariciar las entrepiernas de ambas. No fue una tarea difícil mojarlas. Basto con que Kain las besara durante diez minutos y las rozara con sus hábiles dedos y una mancha húmeda quedo en la ropa interior.
Kain detuvo sus besos y miro primero a Cristina -¿Puedes hacer lo mismo de siempre?-
Cristina lo miraba con deseo y asintió -sí- dijo con una voz excitada -por ti, cualquier cosa-
-Linda- respondió Kain y le dio un beso. Después de eso, Kain miro a Reida a los ojos, le dio un profundo beso y le ordeno -quitate la ropa interior y el vestido-
-¿pero ella?-
-¿No me escucharas?-
Ella negó con su cabeza y se paró sobre la peluda alfombra. Reida primero dejo caer su vestido azul y después bajo su ropa interior. Era delgada, con pequeños senos similares al tamaño de una taza de té, pero sus caderas eran pronunciadas y su trasero grande y firme.
Kain se abrió el cierre del pantalón y le dijo -ven aquí, sabes que hacer-
-Sí, querido- respondió Reida. Ella se agacho entre las piernas de Kain y saco el pene. Con una mano lo levanto y comenzó a lamer desde las bolas hacia arriba, succionándolas y después subiendo por el tronco, dando lamidas largas e intensas. Continuo así durante un minuto, hasta que notó que el pene ya tenía algo de tensión y lo tomo con sus dos manos, una detrás de otra. Pero aun así, todavía no podía abarcar toda la longitud del tronco. Reida comenzó a lamer el glande mientras miraba a Kain hacía arriba. Él por otro lado, solo la miraba y permanecía tranquilo. Se sentía bien, pero no lo expreso, solo la miraba como insinuándole que continuara. Reida así lo hizo. Para estas alturas, apenas podía abarcar el grosor del pene con sus manos, estaba duro y eso la excitaba. Solo podía anticipar lo que iba a entrar en ella. En estos momentos era solo ella y Kain, si no estuviera la intrusa, todo sería perfecto. No obstante, se concentró en hacer sentir bien a Kain. Abrió amplía su mandíbula y se introdujo toda la cabeza en la boca. Trato de que llegara lo más atrás posible por su garganta, pero le vinieron arcadas. Se detuvo y miro a Kain por si lo había importunado con su torpe acto. No fue así, Kain la miraba con cariño y nunca se quejó. Reida siguió estimulando a Kain
Kain empezó a cerrar los ojos sintiendo el gusto de la lengua de Reida, pero tuvo que detenerla, si ella seguía, él se correría, y eso sería anticlimático. -Ven acá- dijo Kain
Reida dejo su felación y se paró mostrando una sonrisa coqueta. Venía el gran momento. Reida se sentó a horcajadas sobre Kain, todavía no había entrado nada en ella, pero podía sentir el calor tubular contra su abdomen. Era largo y grueso. Ella podía haber mirado, pero esa era una de sus metas. Kain la miro a los ojos con cariño y le dio un beso en los labios. Ella lo abrazo y el calor tubular fue más claro.
-Ya lo quiero- dijo Reida
Kain asintió y la tomo de las grandes nalgas. La levanto y con un poco de ayuda de Reida, la cual tomo el pene de Kain y lo alineo con su agujero, Kain la dejo caer. Poco a poco se hundió en la carne, hasta que estuvo por completo dentro de Reida. Al topar con la matriz, Reida dio un gemido ahogado y miro a Kain con una mirada febril, casi borracha por la lujuria. Kain le apretó las nalgas al punto de dejar sus dedos marcados en los dos montículos carnosos y la comenzó a levantar y a bajar. Cada vez que Reida era machacada en la parte más profunda de su vagina, soltaba un gemido de dolor y lujuria. Acerco su boca e introdujo su lengua en la boca de Kain. Estaba en el cielo o en el infierno, no lo sabía, pero si sabía que se sentía bien. Estaba teniendo un sexo tan agradable y rico que no le importaba en donde estuviera. Ahora eran solo ella y Kain, nada más importaba.
Reida acabo una vez, apretando su cuerpo contra Kain e intensificando el agarre de su vagina, pero Kain siguió erecto en su interior. Ella jadeaba y miraba a Kain como si estuviera borracha. Su cuerpo estaba lánguido y solo podía gesticular una sonrisa. No obstante, Kain también sonrió y sin salir de ella, la giro para que quedara de espaldas a él. El simple roce del giro le produjeron a Reida un gran placer que casi hace que se corra otra vez. Pero todo se apagó cuando vio a la mujer con cuerpo de princesa. Cristina estaba desnuda sobre la alfombra peluda. Su cuerpo delgado, con una piel sonrosada y limpia, extremidades finas y delicadas. Todo en ella era delicado como si fuera una princesa. Incluso su pelo rubio, lacio y delgado, se le pegaba al rostro haciéndola parecer un ángel. No podía haber figura que le recordara a Reida la juventud y su vejez. Reida entrenaba hoy en día por dos motivos: uno, por costumbre y dos, para no desagradar a Kain. Era consiente que ya no era tan joven, incluso le habían empezado a aparecer marcas en las comisuras de sus ojos. Detestaba la figura de Cristina y todo de ella. No obstante, todos sus pensamientos se esfumaron y sintió que un escalofríos le recorría la espalda. Kain la había envestido cuando ella estaba distraída. Reida giro su cuello y miro a Kain con una sonrisa de chico malo. Era como cuando lo conoció, tenía esa sonrisa que le decía que la iba a comer. Algo que le produjo aún más excitación.
Kain comenzó a arremeter contra el interior de Reida y miro a Cristina para que hiciera lo suyo. Reida estiro sus manos para que Cristina se apartara, pero no pudo. Kain la tomo de las muñecas y comenzó a envestirla con mayor intensidad. La mente de Reida se fue a los cielos y solo sentía que venía otro de los grandes. Sin embargo, no esperaba lo que vino a continuación. Cristina lamió su clítoris y la mente de Reida se fue a blanco. Dio un grito bestial como si la estuvieran matando y acabo. Su vagina se contrajo con tanta fuerza que Kain no duro más, y también acabó. Dejo todo dentro de Reida y la abrazo por detrás, para correrse en lo más profundo.
Al final, ambas, Kain y Reida terminaron lacios y sudados. Eran dos títeres que les habían cortado las cuerdas. No obstante, Kain se preocupó de mantener abrazada a Reida, no quería que por su incapacidad de reaccionar, se accidentara cayéndose al suelo.
Reida estaba desmayada y Kain jadeaba como si hubiera corrido un maratón. Cristina se sentó al lado de ellos en el mismo sillón. Kain no respondía a sus palabras, era como si estuviera ido en sus pensamientos. Así que solo espero.
A los dos minutos Kain recién reacciono, miro a Cristina y estiro su mano izquierda para tomarle la mano.
-Espérame un minuto- dijo Kain
-Sí, querido, te espero- respondió Cristina
Kain se levantó con cierta debilidad en las piernas y llevo a Reida a la cama de la habitación principal. Después de eso, volvió con Cristina.
-Nunca había visto correrse a nadie así ¿Cuándo me corro, también pongo los ojos blancos?- pregunto Cristina
Kain se sentó al lado derecho del sillón, al lado de Cristina y le dijo -Así es- paso su mano por la espalda de Cristina y la acerco -también te corres bastante fuerte- se acercó al oído y le susurro -aprietas mucho-
Cristina se sonrojo y le devolvió el susurro -no quieres hacerlo ahora-
Kain se apartó un poco y le dijo -dame unos cinco minutos más, estoy cansado-
-Déjame ayudarte- dijo Cristina y se agacho entre las piernas de Kain
-Ve lento por favor- dijo Kain preocupado -todavía estoy sensible-
-Tengo poco aguante, así que cuando te quieras correr, me avisas y lo dejas adentro-
-Ven acá- dijo Kain con una mirada de desconfianza
Cristina se levantó se sentó a ahorcajadas sobre Kain.
Kain la miro a los ojos y le pregunto -¿Qué pasa, no veo tú mismo interés de siempre en esa propuesta? No siento tú mismo deseo sexual de siempre, siento algo diferente-
Cristina agacho la cabeza y le dijo con una voz temerosa -¿Quieres que tengamos un bebé?-