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Capítulo 50 - Algo feliz dentro de todas las penas

Volviendo a la sala de estar, Kain utilizo su magia para hacerse invisible e insonoro. Entro a la sala de estar y casi nadie lo noto. Pero al parecer, la raza alada era super dotada en cuanto a lo que se refiere a la magia. Ya que la pequeña Silvia agito sus alas una vez y miró en dirección a Kain. Como no vio a una persona con sus ojos, la pequeña de cinco años, no le presto más atención y pensó que solo fue su imaginación. Kain por su parte quedo asombrado, pero siguió adentrándose y escucho una peculiar conversación.

-Mi padre me ama- dijo Sakura con inusual arrogancia. Coloreaba una hoja con unos lápices sobre la mesita de centro de la sala de estar -él siempre me escucha- se pasó su pequeña mano por el fleco de la frente como si quisiera echárselo hacia atrás en un gesto demasiado coqueto -¿tú sabes? Yo soy la princesa de la casa- le decía a Silvia, la cual no la tomaba en mucha consideración y seguía pintando al igual que Ivania -padre siempre anda trayendo la cabeza en cualquier lado. Pero si estoy a su lado, se enfoca en mí, después de todo, soy la princesa-

-También soy la princesa de papá- dijo Ivania desde el lado, tomo otro color, uno rojo y le pinto el cabello demasiado largo a un monigote

-Sí- respondió Sakura con cierta suficiencia -pero yo soy la primera princesa. Además, cada vez que le pido algo a padre, él va y me lo compra. ¿Sabes porque? Porque soy su princesa-

-Yo también soy una princesa y tengo un castillo- dijo Silvia al otro lado de la mesita de centro -incluso tengo a Arumafi como mi caballero-

-Eso, eso, eso no cuenta. Padre es él mas genial. Así que no cuenta-

-¿Puedo ocupar este?- pregunto Silvia apuntando al color rosado. Según Sakura, ese lápiz era del mismo color de los pétalos de cerezo, así que era su color, y nadie podía ocupar su color sin su permiso.

-Por supuesto, no seas tonta- respondió Sakura con cierta suficiencia y una sonrisa arrogante

-Gracias-

Kain las miraba interactuar entre sí. A pesar de que Sakura era bastante arrogante y poco menos que se sentía el centro del mundo, era bastante atenta con su hermana pequeña y su amiga. Para empezar fue a la cocina y le pidió a Catalina que la ayudara a preparar leche chocolatada, pero no muy caliente, porque no le gusta demasiado caliente. Después le pidió a Lilia unas galletas. No obstante, iba a ser pronto la hora de almorzar, así que le dijeron que no. Sin embargo, Sakura puso unos ojos de gatito abandonado y le pidió a sus hermanos mayores que delinquieran. Los cuales sin mucha duda, robaron una cajita de galletas y se la pasaron sin que nadie lo notara. Al final, primero llevo la caja de galletas y la abrió para su hermana y su amiga, y después le pidió a Catalina que le ayudara con las tazas de leche chocolatada.

Cuando Silvia vio las galletas se puso feliz, pero cuando vio la leche chocolatada fue la más feliz del mundo. Su padre le compraba esas cosas, pero era demasiado estricto con los dulces. Así que comer a deshora unas galletas y leche chocolatada era un deseo cumplido. Tanto Ivania y Silvia le dieron un beso en la mejilla a Sakura, la cual se sentía la ama y señora. Ella era consciente de sus capacidad e Ivania y Silvia también. A diferencia de Sakura, si hubieran sido ellas, no hubieran conseguido ninguna de las dos cosas. No obstante, las cosas no siempre salen como se quiere.

-Veo que no le hiciste caso a tu madre- dijo Kain mientras deshacía su magia y se acercaba a los sillones.

Las tres niñas con una bigote de leche chocolatada en los labios y un montón de migas en la boca, dieron un sobresalto. No obstante, Sakura miró a Kain y puso unos ojos de gatito abandonado. Camino hasta él y le dijo -yo fui, padre, no te enojes con Iva y Silvi-

Kain sonrió, se sentó en un sillón de un cuerpo y la levantó para sentarla sobre su muslo derecho. Después saco un pañuelo y le limpio el bigote de leche. Le dio un pequeño beso en la mejilla y le dijo -al menos límpiate la boca. Si tu madre te encuentra así, se va a enojar-

-¿Padre no está enojada?- pregunto Sakura

Kain soltó una pequeña risita -padre está enojado, sobre todo porque no escuchaste a tu madre. Pero ¿Qué puedo hacer? Ya se comieron todas las galletas y la leche chocolatada-

-Lo siento- dijo Sakura apenada

-No hiciste nada malo mi princesa, pero cuando tu madre te dice que esperes al almuerzo, hazle caso. Ahora no vas a querer comer comida y tu madre se va a enojar. Ahora, déjame limpiar a tus cómplices-

Kain le hizo un gesto a Ivania y Silvia para que se acercaran. Con el mismo pañuelo les limpio el bigote de leche chocolatada y después lo doblo, para sacarle todas las migas de la ropa.

-Gracias tío orejas- dijo Silvia cuando estuvo lista. Gracias al truquito que hacia Kain con las orejas se gano ese apodo. No obstante, solo ella y Nord lo llamaban así. Como eran pequeñas, Kain nunca se molesto.

-De nada preciosa- dijo Kain con una amable sonrisa -sigan jugando y cuidado con las cosas-

-Sí papá-

-Sí tío orejas-

-o-

Después del almuerzo y una buen regaño. Las cómplices del delito se quedaron sentadas en la mesa hasta que se terminaran la comida. Sylvaril apoyo la moción, no era una buena cosa que su hija fuera desobediente. Mientras tanto, ella seguiría conversando con Lilia, lo cual últimamente se ha vuelto una costumbre. Según ella, Lilia es su igual, así que le pregunta muchas cosas con respecto a la vida marital.

Por otro lado, Kain tomo a Therese y fueron a ver el campamento de refugiados. Ahora era una localidad a las afueras de Millishion, casi al lado de las montañas. Todo estaba funcionando bien. La gente poco a poco se estaba acostumbrando a un nuevo estilo de vida y de forma paulatina estaban naciendo los comercios y la agricultura. Si todo salía bien, a mediados del próximo año serían un gran pueblo. Por otro lado, cómo los caballeros no daban abasto, Kain contrato algunos aventureros de la guild para que los ayudaran con la seguridad. Por ahora habían eliminado a los malos elementos, no obstante, nada impide que lleguen nuevos. Después de revisar el estado de la población, Kain fue a los galpones. Hoy en día solo quedaba un galpón en uso de los cinco. Sin embargo, no estaba tan poblado. En su mayoría solo albergaban a los nuevos refugiados que iban siendo encontrados. Como siempre, Paul manejaba las cosas, ordenaba a la gente, llevaba las finanzas y distribuía las ayudas. Se la pasaba en eso casi todo el tiempo o viajando a otras localidades cuando le decían que habían encontrado damnificados del fenómeno de mana. No obstante, poco a poco se le empezaba a notar el cansancio y el desánimo. No podía encontrar a su esposa ni a su hijo. Así que había caído en la bebida otra vez, bebía como un aventurero empedernido, al cual su mujer lo abandono por un ricachón. Por otro lado, como Nord estaba un poco más acostumbrada a la forma de vida en Millis, Therese la había llevado con su abuela. Así que últimamente no había nada que presionara al bueno de Paul. Por lo tanto, cuando Kain llegaba, por lo menos durante las dos últimas semanas, lo encontraba roncando sobre el escritorio de su pequeña oficina con un claro caso de alcoholismo. Las dos muchachas que cuidaban de Paul, las cuales eran hermanas, Shella (la tímida bruja) y Vella (la guerrera con el bikini armadura) miraban a Kain con un rostro avergonzado. Como dos esposas que se disculpan con el jefe de su marido, porque este último no cumplió con sus labores. Kain solo podía sonreír y despertar a Paul para hablar. Las muchachas no tenían la culpa, más allá de solo haberse enamorado de un viejo, borracho e idiota.

Cuando Kain iba llegando al galpón, tomado de la mano de Therese, pudo escuchar un gran alegato. Paul le pedía disculpas a una hermosa mujer, rubia, con largas orejas, cuerpo esbelto y un hermoso rostro. Era una gran alegato, todos los refugiados estaban escuchando. No obstante, no era como si alguien le reclamara algo a alguien. Era solo Paul pidiéndole disculpas a la elfa y esta última ignorándolo. A su lado había un enano vestido con una armadura negra y una niña de unos doce años, vestida como bruja, con capa y un gorro puntiagudo (¡There is!). De esta última, resaltaba su largo pelo azul arreglado en dos trenzas. Estaba nerviosa. No obstante, Kain no le puso cuidado a nada de eso. Estaba congelado con una gran sonrisa en su cara. Therese lo miraba desde el lado y después miró hacia donde él miraba. Siguió intercambiando la visión entre su estupefacto marido y la elfa que estaba discutiendo con Paul y algo le llamo la atención. Por otro lado, Kain perdió toda noción del tiempo y espacio. Empezó a caminar con una gran sonrisa. Acelero a cada paso que daba, hasta que empezó a correr sin darse cuenta que había soltado a Therese. Su sonrisa se enanchaba cada vez más, porque se deba cuenta que no estaba soñando. Hasta que llego a un metro de la elfa y la abrazo por detrás.

Todo el mundo quedo mirando el extraño cuadro frente a ellos. Primero estaban viendo una pelea de viejos enamorados. Elinalize se llamaba la elfa, con un largo cabello rubio arreglado en largos tirabuzones. Con un cuerpo esbelto y un lindo rostro. No obstante, mientras la discusión de amantes estaba llegando a su clímax, fue interrumpida por el hombre que siempre los ha ayudado. El hombre al cual la mayoría de los refugiados, más allá de los títulos, lo consideraban un verdadero santo. El elfo de pelo blanco abrazo a la elfa, la cual se molestó, pero al darse la vuelta para darle una cachetada, se quedó congelada. El elfo de pelo blanco puso una sonrisa inocente, como la de un niño que hizo una travesura. La elfa por otro lado, le empezó a tiritar la boca. Estiro su mano para acariciarle la cara y derramo una lágrima. Al parecer se habían olvidado resto de las personas y solo se dieron un efusivo abrazo mientras lloraban. Nadie entendía nada, nadie sabía nada. Incluso el mismo Paul no entendía que pasaba. Sin embargo, espero a que terminaran de llorar.

-Que buenos que estés bien, Ma- dijo Kain con un rostro cubierto de lágrimas. Apretaba sus labios para no llorar

Elinalize no fue mejor, se separó de Kain y se pasó las manos por la cara tratando de limpiarse las lágrimas, después lo volvió a abrazar y le dijo -también me alegro, hijo-

Todo el mundo quedo de piedra. A menos que esto fuera un juego, el elfo y la elfa, eran familia.

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