Todavía en el año 417 de Dragon Blindado, había pasado una semana desde que Kain tuvo su conversación de los tres grandes. La vida trascurría con normalidad, al menos para Kain. Volvió poco a poco a retomar su rutina diaria, hasta que un día de verano, como a eso de las ocho de la mañana, se acordó de algo tan o más importante que la muerte de Rawls. Sylphiette. Entre todo este tiempo que estuvo aturdido por la pena y emborrachado por el whisky, nunca se acordó de la niña.
En ese momento estaban todos comiendo, bueno, los que podían, el resto se concentraba en darle de comer a los más pequeños de la familia. Así que estaba Kain desayunaba acompañado por sus hijos mayores, además de Barbara, Reida y Therese, que dentro de todo, esta última debía irse a trabajar en breve. Por otro lado, Ralkan, su hijo, estaba durmiendo. En la mesa había de todo, jamón, palta, mermelada, mantequilla, huevos revueltos y contando. No obstante, no es como si esto fuera para todos. Había que hacer una segundo desayuno para los adultos, en su gran mayoría, esto sería devorado por los tres grandes. Oh, más conocidos últimamente como los barriles sin fondo. Mientras sus esposas e hijas comían tranquilamente y los tres grandes arrasaban con todo, Kain recordó lo que era importante.
En ese momento, Kain se quedó congelado y algunos en la familia notaron su reacción. Se puso pálido y sus ojos se agrandaron llenos de miedo. Miró alrededor como buscando una respuesta, pero cuando no vio a la persona en cuestión, se tapó la cara con ambas manos. Apoyo los codos en la mesa y se refregó el rostro una y otra vez. Empujo su silla para salir a buscar lo que le faltaba, lo único que le quedaba de su hermano, pero Therese lo detuvo.
Therese, con su pequeño y lindo rostro enmarcado por un cabello que le llegaba hasta los hombros, le pregunto -¿Qué sucede, querido?-
-Yo- dijo Kain con dificultad para hablar -Sylphiette, ella ¿Dónde está?-
Reida un poco más allá, al lado de Ivania, le dijo -tranquilízate Kain, ella está bien ¿te lo explico ahora?-
-¿Tú que crees?- pregunto Kain enojado
Reida asintió un poco molesta por la forma de responder, pero se levantó de su asiento mientras se limpiaba los labios con una servilleta. Le dio un beso en la frente a Ivania y le pidió al resto permiso para levantarse. Por otro lado, Kain hizo lo mismo y los dos subieron hasta el segundo piso, a la biblioteca. Kain esperaba sentarse en su escritorio, pero Reida lo contradijo acercándose a un sillón que tenían cerca de un ventanal. Ella lo señalo y Kain de mala gana, hizo su camino y se sentó en él. Después de eso Reida hizo lo suyo y se sentó en sus piernas. No era la mejor postura para conversar, pero Rieda quería estar así, abrazados. Por el ventanal se veían las grandes montañas que separaban Millishion con las otras tierras, para ser precisos, con la de los enanos. No había nieve, así que solo era un enorme cumulo de tierra y roca que se erigía formando algo llamado, Montaña del Dragon Azul.
Ante el calor corporal del dulce abrazo de Reida, Kain se tranquilizó y también la abrazo.
-Ahora, dime lo que sabes- dijo Kain algo nervioso
Al mismo tiempo, Reida apoyaba su cabeza contra el pecho de Kain, asintió y le dijo -ella está bien-
-¿Qué más?-
-Cuando paso el fenómeno de teletransportación, ella fue a parar a uno de los jardines reales. Según me informaron, cayó del cielo, pero con pericia y magia, amortiguo la caída. No obstante, fue el momento perfecto, casi sincronizado, ya que la princesa Ariel estaba siendo atacada-
-Eso no me importa, Sylphiette ¿ella está bien?¿no se lastimo?-
-Sufrió un fuerte desgaste de mana, como resultado su pelo quedo blanco y sus memorias están difusas. Como protegió a la princesa, se ganó su respeto y cariño. Así que la cuidaron durante los dos primeros meses y hace poco, casi unas tres semanas, ella acepto convertirse en su mago real-
-¿Y no la detuviste?-
-Ya no tengo el título del dios del agua, Kain. Soy una extraña en el palacio, más ahora que mi hija es una semi humana-
-No la llames así-
-No se puede hacer nada, Kain. Así ven a mi hija en Asura. Así que como se me tacha de desleal al reino, ahora no puedo entrar-
-¿Y Clark y Lara?-
-Sylphiette recuerda muy poco, Kain ¿Qué le podrían decir dos extraños? "Oye, mira, tu tío, tu única familia vive en Millis. Tienes que ir a verlo"-
-¿Y si voy yo?-
-Bueno, con respecto a eso, tenemos que hacer una cita para poder hablar primero con la princesa. Ella es su protectora en estos momentos-
-Ella es una mocosa igual que Sylphiette-
-Ella es la princesa y su palabra tiene algún peso-
-Sylphiette es mi sobrina-
-Sí, eso ya lo sé. Es la sobrina de uno de los guerreros más fuertes del mundo, pero eso no le quita que sea una semi humana. Asura siempre será Asura, querido. No puedes esperar a que te tomen en serio-
Kain soltó su abrazo y poso sus manos en el reposo del sofá. Apretó sus puños con impotencia. ¿Por qué no arrasaba Asura y la re fundaba?, pensó. De esa manera, toda esta estupidez se acabaría de una vez por todas. Por otro lado, Reida le tomo el puño con sus dos manos y trato de tranquilizarlo. Lo miró a los ojos y Kain agacho la mirada dejando ir todos esos pensamientos.
-Se buena y consígueme la dichosa cita con la princesa- dijo Kain sin energías
-Bien- respondió Reida más relajada -déjamelo a mí-
-o-
Mas tarde, esa misma mañana, Kain acompaño a Therese a su trabajo. Con todos los sucesos ocasionados por el incidente de Teletransportación, muchas cosas habían cambiado. La ciudad de Millishion se había llenado de muchos extranjeros. Por supuesto, no es porque la gente quisiera visitar esta región. Muchos habían sido enviados aquí por el fenómeno de mana. Así que el trabajo de los caballeros de Millis estaba a tope. Mucha gente en su desesperación robaba o se prostituía. Claro, también había gente que se estaba adaptando de las mil maravillas y encontraba trabajo, pero eran los menos. Para todos ellos, los recién llegados, Millis era una tierra extraña. No es como que los vayan a convertir en esclavos, pero se sentían oprimidos. Por otro lado, digamos que la buena voluntad de la iglesia, tiene sus límites, así qué mucha ayuda no había. Por lo tanto, para apalear la creciente ola de delincuencia, los caballeros de Millis estaban en auge. Por su parte, los altos mandos de la iglesia estaban pensando en graduar a los cadetes de los últimos años de forma anticipada. De esa manera, tendrían más caballeros en las calles.
Así que Kain y Therese, igual que otras veces, tomaron la avenida principal con dirección al centro de la ciudad. El día estaba despejado y la brisa del mar, refrescaba a los transeúntes. No obstante, los parques que deberían estar plagados de niños y mujeres en su mayoría, ahora estaban casi vacíos. Había uno que otro borrachín durmiendo en una banca, pero aparte de ellos, no había nadie más. Casi al final del parque, en medio de unos matorrales, se veía la mano de una persona. Estaba levantada con los dedos semiabiertos. Por la forma en la que estaba el cuerpo, daba la impresión de haberse caído y hundido sobre los matorrales. Therese se acercó a ver qué pasaba y se encontró con un cadáver. Kain la espero en el lugar y crearon un perímetro. Al poco tiempo llegaron otros caballeros de Millis. Therese dio un par de órdenes y se llevaron el cuerpo. Por la cantidad de moscas y hedor, el cuerpo debió haber estado a la intemperie toda la noche. No obstante, no es como si hubiera habido un asesinato, era la gente misma, que es su desesperación, se suicidaba. Muchos habían perdido a sus familiares y más encima habían caído en una tierra inhóspita. Así que tomaron, lo que se consideraría, la vía fácil.
Retomando su viaje, Therese tenía un rostro duro, casi enfermizo. Kain a su lado, la abrazo por el hombro y siguieron caminando por la avenida. A medida que se acercaban al centro de la ciudad, transitaba más gente. Toda, en su gran mayoría era de Millis. Cualquiera de afuera, resaltaba demasiado. La gente, por decirlo así, no se mezclaba con ellos y mucho menos le hablaba. Después del transcurso de medio año y conocer a un par de sucesos, les tenían miedo. No era infundado en muchos aspectos. Aquí en Millis el orden público se tomaba más en serio que en Asura. Allá, solo los nobles gozaban de seguridad en sus calles. Aquí en todo lugar, haciendo escusa de la fe y la religión, incentivaban a la gente a comportarse de manera civilizada. Que dentro de todo, era uno de los pocos puntos buenos que tenía la religión.
Therese caminaba lento haciendo que el tintineo de su espada y la armadura, la acompañara en el ritmo. Iba con la cabeza agachada, como si llevara el peso del mundo en su espalda. Kain por su parte, solo la abrazaba desde el lado, siguiendo el ritmo de su caminar.
-Con esta es la décima vez que encuentro algo así- dijo Therese en un tono bajo y sin levantar la cabeza
-¿Un cadáver?- pregunto Kain, miraba alrededor inspeccionando si alguien los seguía o los estaban escuchando. La gente pasaba por su alrededor, pero no le prestaban mucha atención. Bueno, más allá de alguna mujer que le hacía ojitos.
Therese, inconsciente de sus alrededores, siguió caminando y asintió -sí- respondió con voz frágil -es triste ver cómo la gente pierde la fe en la vida-
-Es…no tengo nada inteligente que decirte amor. La vida es dura en todas partes, pero cuando pierdes todo por lo que trabajaste, es normal perder la fe en la vida-
-¿También lo fue para ti?-
-No exactamente, pero la vida fue dura. Cuando era niño un noble empezó a secuestrar semi humanos- Kain frunció el ceño -maldición, hasta a mí me molesta decir esa palabra. Bueno, el hecho es que cuando yo era niño, vivía casi a los pies de las montañas. Muy lejos del territorio del noble, pero ese tipo en su avaricia, extendió tanto sus manos, que envió gente a otros territorios. Por supuesto, yo hice algo, Rawls en esa época no tenía intenciones de dejar Asura, así que tenía que limpiar. De lo contrario, nunca podría vivir tranquilo sabiendo que mi hermano estaba expuesto a esos peligros- Kain se detuvo en seco y en medio de la multitud, se tapó los ojos. Derramo un par de lágrimas y cuando iba a limpiarse, Therese se adelantó y con un pañuelo, en un movimiento suave, le limpio las lágrimas.
-Gracias- dijo Kain con los ojos acuosos. Se acerco a Therese y le dio un pequeño beso en los labios. Mucha gente los quedo mirando, pero no les importo. Después de eso, siguieron caminando y Kain retomo la historia -para hacer el cuento corto. Cuando me deshice del noble, me encontré muchas cosas y me refiero a esclavos maltratados. Sobre todo el noble, que solo era un muchacho de no más de veinte años, disfrutaba torturar a los elfos. Era un maldito maniático. Mucha gente sufrió en esa época, los que estuvieron muy mal, los mate. Dudaba que pudieran adaptarse de nuevo a la vida-
-La vida es dura en todas partes- dijo Therese soltando un gran suspiro
-Y que lo digas- respondió Kain -pero siempre puedes cambiar tu destino mientras tengas vida-
Ambos siguieron caminando tomados de la mano, surcando las transitadas calles del centro de Millishion mientras el sol resplandecía sobre sus cabezas.